Un caso que conmueve al país
Báez Sosa: los condenados no tienen antecedentes penales, pero los jueces consideraron sus “antecedentes como peleadores”
“Golpear violentamente era una actividad habitual para todo el grupo, lo que me permite inferir que todos conocían la gravedad de las consecuencias que la modalidad de la forma de atacar desencadenaba”, escribió en la sentencia la jueza María Claudia Castro, presidenta del Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Dolores. Ninguno de los ocho condenados por haber sido responsables de la muerte de Fernando Báez Sosa tenía antecedentes penales al momento del procesamiento y el Tribunal lo consideró un atenuante. Sin embargo, destacó en el fallo que actuar en patota era frecuente y que por eso eran conscientes de las consecuencias de esa conducta. Tomaron en cuenta los testimonios de tres testigos: Pablo Ventura, el remero acusado falsamente por Máximo Thomsen; Juan Pedro Guarino, primero imputado por el crimen y después sobreseído, y Francisco Santoro, amigo de Ventura.
En la mañana del 18 de enero de 2020, cuatro horas después de que declararan muerto a Báez Sosa, la policía allanó el chalet que los ahora condenados alquilaron. Un policía preguntó de quien era una zapatilla negra de suela blanca que a simple vista estaba manchada de sangre. Máximo Thomsen, dueño del calzado, se lo atribuyó a Ventura. Dijo además, que Ventura había “huido” en un auto blanco a las 7.30, es decir, casi tres horas antes. Ventura, que nunca estuvo en Gesell, fue detenido esa misma tarde en su casa de Zárate. Lo liberaron tres días después, cuando la fiscal de Instrucción, Verónica Zamboni, determinó que esa noche, el remero había cenado con sus padre a 400 kilómetros de la Costa.
“Eran chicos problemáticos”, dijo Ventura en la audiencia, dado que fue citado como testigo. “Siempre agarran en grupo a alguien. En Zárate eran conocidos porque se peleaban después de las jodas y a la salida de los boliches”, dijo. La fiscalía expuso a Ventura a los mensajes de WhatsApp que se había enviado con amigos el día de la detención de los condenados, cuando todavía estaba en su casa e incluso cuando llegó a la DDI de Campana, ya notificado de la acusación. Pablo escribió: “Si llega a ser Lucas Pertossi que siempre la flasha conmigo les juro que ahí sí voy a preso pero por matarlo”. La fiscalía le preguntó si había tenido problemas con ellos antes. Pablo dijo que no, pero que los había visto pelear “entre tres, cuatro o cinco, contra dos; ellos siempre eran mayoría”. Tomei, abogado defensor, pidió precisiones. Ventura no supo responder cuándo había visto aquellas peleas. El Tribunal tomó nota.
Francisco Santoro, amigo de Ventura, también citado a declarar, habló de la “impunidad con la que se movían en Zárate”. “Siempre en grupo. Hubo casos puntuales, los vi de cerca. Ellos provocan, buscan tu reacción con empujones, toques en la cabeza o volcando tu vaso. Te ponen a prueba a ver tu reacción. O te quedas callado y te alejas, o reaccionás. Si reaccionás... ya saben los resultados”, contó. Santoro describió otro episodio, sucedido en 2019. Se trató de una pelea que empezó adentro de una fiesta y terminó afuera: en grupo contra uno. “El chico terminó en el hospital con fractura de cadera. Su diversión en la noche era salir a buscar problemas, en vez de tomarse un trago y almorzar con la familia”, agregó el amigo de Ventura.
Juan Pedro Guarino fue uno de los diez detenidos en la mañana del crimen, pero como pudieron ubicarlo en la escena, lo sobreseyeron. Lo mismo El día de los alegatos, la fiscalía lo acusó ante el Tribunal a él y a Tomás Colazo por falso testimonio. “Habíamos ido de vacaciones a pasarla bien, ellos ya se habían peleado otras veces. Yo había hablado con mi mamá y mi novia que si volvía a pasar yo me iba a volver de la vacaciones, por eso digo que no lo podía creer”, dijo Guarino a los jueces.
Ellos provocan, buscan tu reacción con empujones, toques en la cabeza o volcando tu vaso. Te ponen a prueba a ver tu reacción.
Como testigos, hablaron al Tribunal los padres de los hermanos Ciro y Luciano Pertossi, y el de Matías Benicelli. “¿Que qué pienso de este hecho? Que es una desgracia. Que uno cree que las cosas están encaminadas en la vida y llega esto. Mis hijos no son asesinos, son chicos, son adolescentes. Son vagos, como decimos en el barrio. No puedo creer de lo que se los está acusando”, dijo el padre de Ciro y Luciano Pertossi en la audiencia. Mauro trabajó 25 años en la automotriz Toyota. Le dijeron que “por lo mediático del caso” preferían “desligarlo” de la empresa. Eso fue hace casi tres años. Desde entonces no consigue empleo.
“Quedó evidenciado el conocimiento y la amistad que los ocho acusados mantenían al momento del suceso. Esa cohesión grupal se vio plasmada en la coordinación del hecho y el apoyo de unos a otros”, señaló en el fallo la jueza Castro. Condenaron a prisión perpetua a Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matias Benicelli y Luciano Pertossi, y a quince años de cárcel a Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi, por considerarse partícipes secundarios. Todos han tenido responsabilidad en el crimen de Fernando Báez Sosa, el chico que estaba veraneando en Villa Gesell con amigos y en la madrugada del 18 de enero de 2020 murió a causa de los golpes que los condenados le propinaron en patota y a traición.
La fiscalía y los abogados que representan a los padres de Fernando Báez Sosa quieren que Casación revise las penas a 15 años que recibieron tres de los ocho jóvenes responsables del crimen. La defensa de los condenados pedirá la revisión total del proceso, que incluye también a los cinco condenados a perpetua. Todas las partes avisaron que apelarán la sentencia.
VDM/MG
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