La historia de Nora Ciapponi, la política que metió el aborto legal por primera vez entre las propuestas de una fórmula presidencial
Pasaron 17.450 días desde que Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima se convirtieron en la fórmula presidencial más votada en esa elección que sería la puerta de regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina y a la Casa Rosada, apenas unos meses antes de su muerte. Pero esa victoria no es el centro de esta historia, sino una marca en el almanaque.
Es que ese 11 de marzo de 1973, el día que a Cámpora lo votaron casi 6 millones de personas, otras 78.000 pusieron la boleta del Partido Socialista en el sobre. El candidato a Presidente era Juan Carlos Coral y a la Vicepresidencia aspiraba Nora Ciapponi, impulsora de la política del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) que exigía la legalización del aborto por primera vez como parte de la plataforma electoral de una fórmula que pretendía llegar al Poder Ejecutivo. No ganó la vicepresidencia pero hizo escalar la exigencia de ese derecho hasta donde nunca había llegado.
“En esos años las mujeres hablábamos muy naturalmente del aborto. Los hombres, nada. Y la política, menos. Era muy común que una compañera de trabajo en la fábrica te dijera 'falté porque tuve que abortar'. La píldora anticonceptiva no estaba legalizada y en el ámbito obrero no estaba muy difundida, y había muchas mujeres que no podían o no querían tener más hijos, o mujeres que iban a ser madres solteras y no iban a tener manera de sostener a ese chico, o mujeres que simplemente no querían tener hijos”, dice Nora a elDiarioAR, y remata: “Tenías que ser hasta medio marciana para no hablar con tus congéneres sobre algún aborto que alguna hubiera decidido hacerse”.
“Era natural para muchas mujeres, y también para mí, hablar y pensar sobre el aborto. Yo no tenía temor a exponer lo que pasaba, siempre sentí que era importante revindicar los temas y los derechos que tuvieran que ver con las mujeres, y creo que por esa convicción, por ser obrera, por ser mujer y por ser audaz me eligieron para la candidatura”, suma desde Haedo, sentada frente a la silla en la que duerme su gata, que a veces se llama Blanquita y otras, Chiquita.
Ciapponi, a la que le faltan apenas unos días para cumplir 79 años, fue la segunda mujer de la historia en postularse a la Vicepresidencia de la Argentina. La primera había sido Alcira de la Peña, la médica que acompañó a Rodolfo Ghioldi en la boleta del Partido Comunista en las elecciones de 1951.
Nora -así, sin apellido, decían los volantes partidarios de 1973 y decían sus compañeros de militancia- había nacido diez años antes de que De la Peña rompiera un molde que siempre había sido para varones. En Médanos, el pueblo en el que vivía a sus 14 años, no había escuela secundaria y no logró convencer a sus padres de que la dejaran ir a estudiar a Bahía Blanca, a 70 kilómetros de su casa.
“Pero mis padres tenían muy incorporada la cultura del trabajo, entonces los convencí de que me dejaran ir a Bahía a estudiar algo que me sirviera para trabajar, una carrera corta. Para eso sí me dieron permiso, así que estudié dactilografía y taquigrafía”, cuenta.
La primera vez que fue a buscar trabajo vieron su cuerpo menudo y le dijeron “¿qué querés, nena?”, y después vieron la velocidad de sus dedos, así que le dijeron que había aprobado el examen y que era empleada de la escribanía a la que había llegado por un aviso publicado en La Nueva Provincia.
La instalación en Bahía Blanca para trabajar en la escribanía la puso en contacto con la militancia: “Conocí al socialismo a través de Palabra Obrera y cada vez quise acercarme más. Era una agrupación que formaba parte del peronismo. No éramos peronistas pero no queríamos ser sectarios. La clase obrera era peronista y nuestro interés era estar ahí, trabajar con ellos. Después derivamos en el PST”, explica.
“En cuanto pude me las tomé, yo quería venir a Buenos Aires, así que en 1963 me fui de Bahía. Al principio trabajé en una escribanía porteña, pero en cuanto pude empecé en la fábrica. La fábrica fue una decisión política. Yo quería estar en un lugar donde hubiera mucha gente, muchos obreros con los que proponer cosas y luchas”, cuenta Nora.
El aborto todavía no es legal por las políticas siniestras que han sostenido el Estado y los gobiernos hacia las mujeres. Murieron muchísimas en abortos clandestinos y muchísimas tuvieron que vivir una vida que no era la que estaban planificando
La primera de las fábricas por las que pasó fue Alpargatas: colocó botones, planchó camisas que iban a parar a las vidrieras y la echaron al día siguiente de impulsar un paro de la CGT. Después pasó a La Hidrófila Argentina, en Vicente López: fue tejedora, delegada y huelguista. Allí estuvo cuatro años. “Después ingresé a varias fábricas pero duraba poco porque caían mis antecedentes sindicales de La Hidrófila y me limpiaban”, cuenta Nora. Se ríe cuando lo cuenta, como si esos despidos intempestivos le hubieran engrosado la piel.
Era ahí, en las fábricas textiles en las que forjó su carácter y su militancia, donde hablaba con otras mujeres sobre anticonceptivos, embarazos, abortos y nacimientos. “Había un lugar al que íbamos las más informadas que se llamaba Asociación de Protección Familiar. Nos atendían muy bien, nos daban pastillas anticonceptivas que muchas conocíamos por primera vez ahí, y ante la decisión de abortar nos orientaban. Pero corría boca en boca, muy despacio, nos íbamos pasando el dato entre las mujeres”, recuerda.
“Mientras vivía todo eso, a través de la militancia absorbíamos la influencia del Mayo Francés. La libertad sexual, la revolución juvenil, la lucha por el derecho a decidir vino de ahí, y nosotros en el partido lo tomábamos. Las mujeres irrumpíamos con nuestras propias demandas. Había núcleos feministas intelectuales sin arraigo popular, pero con mucha importancia a la hora de formular las ideas. A la vez, en el mundo obrero había muchas mujeres conversando sobre qué les pasaba. Y los abortos pasaban”, explica Nora.
Era trabajadora de una imprenta del PST cuando se decidió que la fórmula presidencial la integrarían un hombre y una mujer, en ese orden. “Nos eligieron a Juan Carlos Coral y a mí, y así fue que por primera vez la exigencia del aborto legal llegó a la plataforma electoral. Esa reivindicación no estaba en los volantes más bien artesanales que repartíamos en campaña, porque había que explicarla con detalle. Pero sí estaba en las entrevistas que dábamos y en nuestros discursos”, describe Ciapponi, que tenía 31 años cuando se candidateó para la Vicepresidencia de la Nación y cuya foto estaba en los volantes del PST que decían “¿Va a votar a un patrón, un militar, un político patronal? ¿O va a votar a Nora?”.
La propuesta de legalización del aborto fue, por ejemplo, el punto 8 que el PST, a través de Nora, expuso a la revista Para Ti en su edición del 19 de febrero de 1973, tres semanas antes de aquel domingo electoral. Fue en el artículo que se tituló “Mujeres, ¿a quién votar?”: ahí, en letra de molde, está el impulso al aborto legal y gratuito en hospitales públicos. Proponían, también, venta libre de anticonceptivos, guarderías gratuitas y protección a las madres solteras.
“El aborto todavía no es legal por las políticas siniestras que han sostenido el Estado y los gobiernos hacia las mujeres, que son de una desigualdad profunda. En todos estos años -desde su propuesta electoral hasta ahora pasaron 47- murieron muchísimas en abortos clandestinos, otras tuvieron que hacerse cargo solas de un hijo que no deseaban porque el varón se iba, y muchísimas tuvieron que vivir una vida que no era la que estaban planificando. No se aceptó ni todavía se acepta que la mujer controle su propia maternidad o la rechace, que simplemente decida. Se la ve como objeto de parto. Es una discriminación de siglos, que no sólo se ve en las diferencias salariales y de oportunidades, sino también en no concebir que una mujer planee su propia vida”, declama.
La diferencia abismal entre los casi 6 millones de votos que obtuvo el peronismo y los 78.000 que recibió el PST estuvieron lejos de desanimarla. “Seguí militando en el socialismo y cuando empezó la dictadura trabajé mucho en la liberación de presos y en la búsqueda de desaparecidos del partido. Estaba en la lista de reclamados por el Plan Cóndor, también del Tercer Cuerpo del Ejército, pero soporté los años más duros. En 1979 me fui a Nicaragua junto a un compañero, nos alistamos en tiempos del sandinismo. Y después estuve en Colombia y en Centroamérica, con base en Costa Rica: trabajé en un centro de atención internacional del partido”, reconstruye. Volvió a la Argentina, como muchos, en 1983, cuando la democracia asomaba.
Participó de las asambleas barriales que germinaron a partir de la crisis de diciembre de 2001, especialmente con mujeres, y trabajó hasta 2011 en la Defensoría del Pueblo de Morón: allí se jubiló. “Siempre me las arreglé. Si me faltaba para sobrevivir me las rebuscaba, vendía alguna cosa y llegaba a fin de mes”, describe.
El derecho más elemental de un ser humano es decidir qué hacer. La maternidad no puede ser algo impuesto, sino algo a disfrutar
Nora no tiene hijos. “Tuve mis contradicciones al respecto, pero siempre terminé decidiendo que no. Y la pareja más importante de mi vida, por suerte, fue un buen compañero y no me presionaba”, cuenta. Sigue el debate en el Congreso por los diarios, sabe quiénes van a votar a favor y en contra. Y cree que esta vez la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) será legalizada: “Me parece que va a terminar saliendo. Y la ironía es que si hay empate va a desempatar Cristina, que no estuvo del lado de las mujeres en este tema cuando era Presidenta. Pero de ninguna manera va a poder hacer otra cosa que votar a favor. Hubo que luchar, que esperar, pero creo que sale”. Lo dice entre el entusiasmo, la convicción de que un proyecto enviado al Congreso desde el Poder Ejecutivo tiene otro peso y un costo político altísimo si rebota, y la paciencia acuñada por los años.
“El aborto no es algo a lo que ninguna mujer quiera llegar. Por eso tiene que estar garantizada la Educación Sexual Integral , que da conocimientos sobre anticoncepción y también sobre violencia de género, algo que se tiene que terminar para evitar los embarazos forzados, y también el acceso al misoprostol. Nada de eso se está aplicando como corresponde hoy”, enfatiza Nora.
-¿Hasta cuándo hizo política?
-Hasta hoy. Creo que hasta hoy. Cada vez que puedo, hablo con mis compañeros. Cada vez que hay que resistir algo en un lugar cercano a mi casa como el Hospital Posadas, voy y resisto.
Lo dice la mujer que por primera vez convirtió en propuesta presidencial ese debate que puede estar a punto de transformar el Código Penal pero sobre todo los derechos civiles en la Argentina. Y también dice: “El derecho más elemental de un ser humano es decidir qué hacer. La maternidad no puede ser algo impuesto, sino algo a disfrutar, sea compartida o no. Ahora mismo estás en una circunstancia en la que o vas a un lugar inseguro, en el que el Estado no se hace cargo de nada porque no es público, o vivís una vida que no querías. Todo eso es un insulto a la mujer, un mensaje que dice 'si tuviste relaciones sexuales y encima después vas a querer abortar, entonces no tengas relaciones sexuales'. Exigimos el derecho de amar y de abortar”.
Lo dijo en 1973 y lo dice en 2020.
JR
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