Muerte “por piedad”: una mujer sin diagnóstico terminal iba a ser la primera en acceder a la eutanasia
Por primera vez desde que se reglamentó la eutanasia en Colombia, hace seis años, una persona sin diagnóstico terminal iba a acceder a esta práctica médica, aunque el procedimiento fue cancelado un día antes. Se trata de Martha Sepúlveda, de 51 años, que padece esclerosis múltiple amiotrófica, la enfermedad conocida como ELA. El procedimiento se iba a realizar este domingo a las siete de la mañana en Medellín. El día no había sido elegido al azar: los domingos suele asistir a la misa.
“Estoy más tranquila, me río más”, dijo Sepúlveda a la Cadena Caracol. Hace tres años la diagnosticaron con ELA, una enfermedad neurológica, degenerativa, rápida y violenta. A fines del año pasado, la mujer perdió movilidad en las piernas. No precisa silla de ruedas, pero tiene dificultades para caminar.
“Desde el plano espiritual estoy tranquila. Soy una persona católica, muy creyente de Dios. Pero Dios no me quiere ver sufrir. ¿Qué padre quiere ver sufrir a sus hijos?”, plantea Sepúlveda. El primer obstáculo de Sepúlveda no fue, sin embargo, en la Justicia, que en julio amplió el derecho a morir a pacientes no terminales. Su madre y sus hijos se opusieron y tuvo que explicarles: “Estoy sufriendo”.
La eutanasia fue despenalizada en Colombia en 1997 y reglamentada en 2015. Es el primer país sudamericano en habilitar el procedimiento. Desde entonces, 157 personas optaron por el derecho a morir. La cantidad es baja teniendo en cuenta que en el año 2019, pre-pandemia, fallecieron 244.355 colombianos, de acuerdo a datos oficiales. De ese total, 17.003 por tumores malignos, es decir, con diagnóstico terminal. Esos datos anulan el argumento de los sectores conservadores que aducen que si la eutanasia es legal, un aluvión de personas querrá terminar con su vida.
Por seis votos a favor y tres en contra, el Tribunal Constitucional de Colombia extendió en julio la eutanasia a pacientes no terminales. El fallo modifica un artículo de la ley y desde entonces no se considera delito la muerte “por piedad”. Antes, la pena iba de 16 a 54 años de cárcel. Una encuesta reciente indica que el 70% de los colombianos está de acuerdo con la posibilidad de decidir cuándo y en qué circunstancias ponerle fin a su vida.
El derecho a morir en la Argentina
La eutanasia es una práctica médica que consiste en provocar la muerte de un paciente a su requerimiento por ser portador de una enfermedad terminal o que provoca un sufrimiento incontrolable, a través de la administración de una medicación o un tóxico en dosis letales. La muerte asistida es un procedimiento que acompaña un médico, pero es la persona que lo ha decidido quien se administra el tóxico. Es un tema controvertido que cruza cuestiones morales y religiosas, entre otras.
El senador Julio Cobos trabaja en el anteproyecto de ley para legalizar la eutanasia. Con el suyo, hay tres anteproyectos en instancia de revisión. Uno lo trabaja la diputada del Frente de Todos que representa a Córdoba, Gabriela Estévez. El otro es el de Brenda Austin, también diputada nacional por Córdoba, del Radicalismo. Ambas se inspiraron en la historia de Alfonso Oliva, un joven diagnosticado con ELA que, hasta que pudo, pidió por una ley de eutanasia.
En la Argentina, desde 2012 la ley permite que un paciente con una enfermedad terminal e irreversible pida que le retiren el soporte de hidratación y alimentación. Y desde 2015, una modificación del Código Civil habilita a las personas a formular directivas anticipadas: puede consentir o rechazar determinados tratamientos médicos, preventivos o paliativos, y decisiones relativas a su salud. Las directivas deberán ser aceptadas por el médico a cargo. Por otro lado, el acceso a los cuidados paliativos no es suficiente: sólo el 14% de las personas que lo necesitan acceden a este servicio. El derecho a morir está en suspenso: la pandemia sigue tomando la agenda de salud.
VDM
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