Soledad Barruti, sobre los cambios en el etiquetado frontal de los alimentos: “Es un triunfo del lobby de la industria”
El Gobierno aplicó importantes cambios en la Ley 27.642 de etiquetado frontal en los alimentos procesados. Lo hizo a través de la Disposición 11362/2024, publicada ayer en el Boletín Oficial. Según se explicó, el etiquetado estará basado solo en los ingredientes que se añaden para la elaboración de un producto y dejará de lado los que ya contengan de por sí.
La modificación responde a un argumento muy recurrente en la industria, que durante el debate parlamentario buscó dejar por fuera de la normativa a los nutrientes “intrínsecos”. La postura que primó en la sanción de la norma fue que los nutrientes críticos tienen impacto en la salud de los consumidores más allá del momento en el que hayan sido incorporados.
Sanciada en 2021, el articulado central de la ley dispone sellos de advertencia en aquellos alimentos procesados con exceso de azúcar, sal y grasas. Desde su implementación generó tensión entre los empresarios. Ahora la gestión de Javier Milei implementó cambios en el Sistema de Perfil de Nutrientes (SPN) que establece qué productos deberán llevar los octógonos a partir de un “punto de corte” derivado de los valores máximos permitidos.
Entrevistada por elDiarioAR, Soledad Barruti, autora de los libros Malcomidos y Mala leche, y periodista especializada en la industria alimenticia, consideró que esta modificación es “un triunfo” para las empresas alimenticias y “los consumidores van a tener menos información”.
–¿Qué balance hace de la ley de etiquetado frontal desde su inicio hasta hoy?
–La ley de etiquetado frontal siempre tuvo un montón de lobby en su contra porque, por supuesto, que haya una información clara, precisa y rápida de interpretar para los consumidores ante determinados productos resulta muy perjudicial para quienes los venden. Sobre todo, los productos que parecieran como más saludables o que las personas tienen ya incorporadas a su alimentación como algo que es necesario; por ejemplo, los lácteos. Las empresas lácteas han hecho de sus productos casi un recurso indispensable para la nutrición y la buena alimentación de los más pequeños.
–¿Como ejemplo de ese lobby, cuál fue el rol de la industria lactea?
–Durante años hicieron una gran campaña de marketing, de publicidad, en donde se falsearon muchísimos estudios científicos. La industria láctea condujo sus propios estudios, creando productos en base a una idea completamente farmacéutica de la alimentación, donde pareciera que el lácteo es como una base sobre la que están incorporando las vitaminas y los minerales que los niños en edad de crecimiento necesitan. Luego eso aparece desplegado en una góndola que cada vez propone más ofertas. De repente, sobre eso irrumpe una ley que muestra que productos que parecían muy saludables tenían nutrientes críticos en exceso. Eso, por supuesto, se expuso de una manera muy problemática e hizo que las empresas empezaran un lobby más fuerte para dar con una de las cosas que en esta modificación se logró.
–¿Qué cambios van a implementarse a partir de la disposición publicada este jueves por el Gobierno?
–Lo que se modificó fue lo siguiente: la ley siempre evaluó los nutrientes críticos que estaban en los productos. Por ejemplo, grasa, sodio, azúcar. Ahora, no se evalúan todos esos nutrientes en un alimento, sino solamente el nutriente crítico añadido. Entonces, por ejemplo, un lácteo entero que de base es un producto con mucha grasa va a dejar de exponer esa grasa como un nutriente crítico y va a pasar solo a exponer el azúcar. Entonces, va a tener solamente un sello; el otro no quedará expuesto en el frente del paquete.
Los derechos colectivos están siendo ignorados en pos de los derechos de las marcas a vender lo más posible a la misma sociedad que está completamente ya atravesada y afectada en su salud por comer de esta manera
–¿Qué impacto tiene ese cambio en los hábitus de consumo?
–Eso hace que el producto parezca que fue mejorado o que no es tan excesivo para la alimentación, como sí lo es en verdad.
–¿Hay un perjuicio para los consumidores?
–Los consumidores van a tener menos información porque si los nutrientes intrínsecos se dejan de regular, se dejan de mirar y solamente pasan a mirarse los que son agregados. La industria va a empezar a comunicar, por ejemplo, cuánta azúcar agrega, pero no cuánta grasa realmente tiene el producto. Lo que hace del alimento una “bomba” para la salud no es tanto un ingrediente solo, sino su combinación y su configuración en el producto para que sea lo más palatable posible.
–¿Entonces podría decirse que la modificación beneficia a la industria?
–Es un gran triunfo del lobby de la industria en un momento donde básicamente los derechos colectivos están siendo ignorados en pos de los derechos de las marcas a vender lo más posible a la misma sociedad que está completamente ya atravesada y afectada en su salud por comer de esta manera.
MM/MC
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