Vucetich, creador del sistema dactiloscópico argentino: “Pocas innovaciones surgidas de América Latina tuvieron una repercusión global en el sistema de clasificación”
Con un rodillo, tinta negra y el “pianito”, el antropólogo y policía Juan Vucetich pintó las yemas de los dedos de las manos de 23 presos de la ciudad de La Plata y elaboró las primeras fichas de identificación de personas. Buscaba solucionar un problema, la identificación de criminales y su nivel de reincidencia. Fue hace poco más de 130 años, el 1º de septiembre de 1891, y marcó el comienzo del desarrollo del sistema dactiloscópico argentino, que luego se extendió al mundo.
“Pocas innovaciones surgidas de América Latina tuvieron una repercusión global tan significativa como el sistema de clasificación y archivo de impresiones digitales creado por Vucetich en La Plata”, enfatiza la historiadora Mercedes García Ferrari, investigadora adjunta del Conicet y del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS).
Vucetich nació el 20 de julio de 1858 en la actual Croacia. En 1882, con 23 años llegó a la Argentina en el marco de una ola migratoria. No tenía formación científica, sí una educación vinculada a la música y sabía trabajar la madera, además tenía facilidad para la matemática y sabía varios idiomas. “Era muy difícil conseguir gente con cierta preparación. Vucetich se destaca bastante rápido en ese contexto”, explica García Ferrari sobre el ascenso de Vucetich en la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Mientras estaba al frente de la oficina de estadística, el Jefe de Policía le encomendó la tarea de crear una oficina de identificación. Vucetich leyó un artículo de Francis Galton sobre las huellas dactilares y debido a sus características -son únicas de cada persona, no se modifican a lo largo de la vida- decidió utilizarlas para la identificación de criminales. “Así que en septiembre de 1891 diseñó una ficha -parecida a las que se usaron en la policía hasta que se empezó a utilizar la identificación digital-, para tomar las impresiones digitales de los 10 dedos y creó una serie de instrumentos”, recuerda la historiadora. Entre los instrumentos se encontraba el “pianito”, una pieza de madera sobre las cuales se tomaban las huellas digitales.
“Cuando Vucetich comienza a tomar las impresiones no tiene una clasificación. Con esas impresiones fue generando un archivo y a partir de ahí empieza a investigar cómo se pueden clasificar. En principio toma una clasificación de Galton y la empieza a transformar. Es un proceso bastante largo, de unos 10 años, en el cual va a desarrollar un sistema de clasificación y archivo de impresiones de huellas digitales”, resalta García Ferrari, y agrega: “Eso era en realidad lo que estaban buscando alrededor del mundo. Tenían huellas, que sabían que eran únicas y que permitirían identificar a las personas, pero necesitaban identificar a un millón de personas. Entonces, se crean categorías, conjuntos para identificar esas huellas y después poder encontrarlas rápidamente en un archivo y compararlas cuando se volvía a detener a alguien”.
Hasta ese momento se utilizaba el sistema Bertillonage, desarrollado por el francés Alphonse Bertillon, basado en 11 medidas del cuerpo y una descripción física estandarizada. “Era un sistema que tenía muchas dificultades sobre todo para implementarse en lugares donde las condiciones, tanto del personal como económicas, son desfavorables. Porque para tomar cada una de esas medidas hacen falta instrumentos que son de mucha precisión y gente formada”, dice García Ferrari, que en 2013 publicó su tesis de doctorado “Juan Vucetich y el surgimiento transnacional de la dactiloscopia”.
El sistema fue adoptado en otras partes del mundo ¿Por qué crees que se impuso a otras técnicas de identificación existentes?
Este sistema tenía varias ventajas para pensar en una identificación masiva de la población, necesitaba menos recursos humanos, las herramientas y los instrumentos eran más económicos y muy sencillos, era fácil de implementar en grandes territorios. Permitía una identificación positiva, no era un sistema probabilístico como el sistema antropométrico. Sí era mucho más compleja su clasificación pero eso se centralizaba. Por ejemplo, Vucetich clasificaba todas las impresiones de la Provincia de Buenos Aires. Las impresiones llegaban por correo al departamento central en la ciudad de La Plata, ahí Vucetich tenía un archivo con las impresiones de toda la provincia y con un pequeño equipo se dedicaba a la clasificación.
El trabajo de Vucetich no quedó solo en la cuestión criminal, también impulsó, por ejemplo, la necesidad de la identificación civil a partir de la cédula de identidad y fue el encargado “del gran trabajo de identificación y de creación de los primeros padrones con huellas digitales para la implementación de la ley Sáenz Peña”, según destaca García Ferrari.
“Empieza a alejarse de la cuestión policial y a pensar más en la identificación civil, en la identidad como derecho, en la creación de documentaciones que garanticen el derecho al voto y finalmente en 1912 se va de la policía. Luego va a impulsar la creación de un archivo de identificación civil en la Provincia de Buenos Aires y la promulgación de la Ley Sáenz Peña, -de sufragio universal, derecho y obligatorio-”, relata la historiadora.
La creación del primer documento que incluye la huella digital, es otro momento destacado en la carrera de Vucetich. “Con la Ley Sáenz Peña se incluye la huella digital de manera obligatoria en la Libreta de Enrolamiento, un documento que ya existía pero que era un papel con alguna información de la persona y relacionado al enrolamiento en el servicio militar. Ésta libreta ahora va a incluir la huella digital pero además a las personas se le toman las 10 huellas que van a quedar archivadas”, explica y destaca: “La huella digital simboliza la inviolabilidad del voto”.
¿Qué queda en la actualidad de la técnica desarrollada por Vucetich?
La dactiloscopia sigue vigente. La identificación a través de la impresión de huellas digitales hoy sigue vigente en lo civil y en lo criminal. Uno tiende a pensar que un sistema supera al otro, pero los estudios demuestran y es evidente en la actualidad, que muchas veces los distintos sistemas se superponen y tienen distintos usos. Por ejemplo, la fotografía de identificación se sigue utilizando hasta hoy, las medidas antropométricas –si bien no son las mismas que utilizaba Bertillon- actualmente están sumamente vigentes porque los programas de reconocimiento facial se basan en las medidas corporales, y la aparición del ADN no significó un abandono de la impresión de huellas digitales. Actualmente hay una coexistencia de muchos métodos que permiten en distintas circunstancias distintos objetivos.
MB
0