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La Furiosa, una milonga que rompe con los estereotipos del tango

La Furiosa es un espacio para practicar y bailar tango sin los estereotipos de género establecidos.

Celeste del Bianco

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Dos mujeres se deslizan sobre la pista, dibujan figuras elegantes con sus pies. Visten faldas rojas y negras y zapatos acharolados. Sonríen. A pocos metros de ellas, otras dos bailan con el mismo ímpetu. Llevan zapatillas urbanas y camisas holgadas. A un costado, dos hombres entran a la pista, primero una mirada y después el abrazo que inicia el movimiento. En esta milonga no hay roles asignados ni patrones a seguir. El cabeceo o la guía no son potestad exclusiva de los hombres. “El tango queer es un espacio de abrazo, de tango y de militancia al mismo tiempo”, dice Liliana Furió, directora de cine documental y creadora de La Furiosa Milonga en la Ciudad de Buenos Aires.

En 2018, Liliana Furió armó su propia milonga, un espacio para practicar y bailar tango sin los estereotipos de género establecidos. Un espacio que se sumó a varios más que proliferaron en la capital argentina desde los primeros años del 2000. “Es un viaje de ida”, alerta. “La propuesta es que no hay roles asignados según el género, cualquier persona puede decidir ser guiado o guiar. La propuesta más rica es que cada persona puede disfrutar de hacer ambos roles. Es lo más lindo que tiene el abrazo del tango queer, cuando hacés ambos roles, le podés dar más riqueza a tu baile. Después no querés estar más en un solo rol. Cuando tenés el power, el poder para sentir la libertad de ir intercambiando los roles en ese abrazo, es lo más”, describe en una nota con elDiarioAR.

 El tango queer es descontracturado en las miradas, en el cabeceo, en la vestimenta. No importa quién toma la iniciativa, quién cabecea para invitar a bailar o quién guía la danza. “Si querés, bailás descalzo”, dice Furió, que empezó las clases de tango en el 2003 con la escritora Mariana Docampo, pionera del tango queer en Argentina . “Es importantísima la militancia tanguera. Desde el principio lo entendí así, me pareció una herramienta, un lenguaje corporal muy poderoso para dar batalla en estas luchas que fuimos acompañando. Antes la danza me parecía divina, pero de un machismo intolerable. Prontamente entendí la herramienta y la importancia de este lenguaje”, agrega Furió, que también es militante por los Derechos Humanos y co-fundadora de Historias Desobedientes, el colectivo de hijas e hijos de genocidas de la última dictadura cívico militar argentina. Su papá, Paulino Furió, fue condenado a prisión perpetua por la desaparición de al menos 20 personas.

 En el año 2001, cuando Argentina atravesaba una crisis económica, política y social catastrófica, Mariana Docampo empezó con las clases de tango para mujeres. Primero, les enseñó a amigas, después a grupos más grandes en salas de ensayo y por último, en La Casa del Encuentro. “Era un lugar de lesbianas feministas. La propuesta era queer, pero solo le daba clases mujeres porque era lo que permitía el espacio y en 2005 abrimos Tango Queer en Simón en su laberinto, en el barrio de San Telmo”, cuenta en diálogo con elDiarioAr. Por esos años, la propuesta fue disruptiva en un mundo ampliamente machista. Una experiencia que también impulsó Augusto Balizano con La Marshall, la primera milonga gay de Buenos Aires. Desde esa época, ambos co crearon y dirigen el Festival Internacional de Tango Queer de Buenos Aires. “En el 2001 teníamos Ley de Unión Civil y comenzaba la apertura de los derechos LGTB, que fue lo que acompañó el crecimiento del tango queer. Desde la milonga empezamos a difundir la propuesta y la conceptualización, eso acompañó un tiempo de mucha apertura a nivel político”, agrega Docampo.

 El 2022 hicieron un nuevo festival internacional en la Ciudad de Buenos Aires, el decimocuarto de la historia. “El primero fue el más grande, el más disruptivo. Marcó un antes y un después en muchos aspectos, también en el tango porque fue la manifestación de que algo distinto estaba ocurriendo y a un nivel grande. Fue el momento de marcar un antecedente. Después fue sostener ese espacio e ir legitimándolo . En el último nos propusimos visibilizar todas las milongas, las prácticas de tango diverso y mostrar a toda la gente que está haciéndolo. Constituirnos como lugar de legitimación, de respaldo. La propuesta no es solo atraer público sino seguir fortaleciendo ese espacio de enunciación y conceptualización”, describe Docampo.

 Desde 2015, después de la irrupción del Ni Una Menos, en Argentina comenzó también el tango feminista, mujeres y disidencias que también reclaman en las calles. Proliferaron nuevas milongas, se crearon orquestas típicas solo de mujeres, lesbianas, trans e identidades no binarias como La Empoderada Orquesta Atípica, entre otras. En 2018 se creó el Movimiento Feminista del Tango (MFT), un colectivo de mujeres que nació con la cuarta ola feminista y puse eje en las violencias. Una de las primeras acciones fue un protocolo contra la violencia machista, una guía para tratar casos de violencia, acoso o incomodidad en los salones de baile.

 La periodista y autora del libro “Tango y feminismo”, Anahí Pérez Pavez, considera que se trata de una nueva etapa del mismo movimiento que le dió lugar al tango queer. “En la nueva etapa hay una confluencia entre mujeres hetero cis y toda la diversidad de las lesbianas, que son pioneras en esta historia, abrieron mucho camino.. Antes, el tango queer era de nicho, después el Estado lo empieza a tomar y lo hace gay friendly. Muchas de las mujeres que los practiábamos nos empezamos a hacer preguntas sobre la contradicción de percibirse mujer, persona y sujeta en un espacio cuya codificación estrechaba el margen de acción. No podías sacar a bailar a un pibe porque quedabas mal. O de repente, te bancabas acoso o abuso, también micromachismos”, explica.

 El tango feminista se expresa en el espacio público. En las calles pidiendo por el Aborto legal, seguro y gratuito o en los encuentros de mujeres. “Nos encontramos las activistas con bailarinas, con mujeres que hacen música, con productoras. Se rompe la barrera intergeneracional. Confluímos. Tenemos una declamación política feminista, de llevar la milonga a las calles y las calles a la milonga. Es tomar la posta y aprender de las que arrancaron antes”, explica la comunicadora que también integra el MFT.

 Furió repasa las dos décadas de trabajo en el tango queer y resalta la unión entre militancia y tango: “Es importante el lenguaje corporal y las luchas desde el arte y la danza. Desde un lugar comunitario, colectivo. Esa es la premisa fundamental de las luchas, entender que la individualidad no existe, no sirve. No somos nada ni nadie sin una otra o un otro”.

 El cuerpo en clave de goce y disputa, el lenguaje corporal como una herramienta política, el tango como espacio de militancia.

 

CDB/MG

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