El cáncer y las palabras
La manera en que hablamos del cáncer es como pensamos el cáncer. Si bien cada persona afrontará la enfermedad de una manera particular y única, el temor a la soledad y la necesidad del acompañamiento familiar, la importancia de la comunicación profesional y empática desde el mundo médico y un tratamiento riguroso en los medios de comunicación, que prescinda de metáforas bélicas y heroicas, surgen como necesidades comunes de los pacientes. Las palabras reproducen estereotipos, mitos y prejuicios que funcionan como amplificadores del sufrimiento y también son herramientas valiosas a la hora de reflexionar, transformar y proponer otras representaciones sociales en torno a la enfermedad.
Cuando María Josefina recibió el diagnóstico de cáncer de mama, sintió que el piso se abría bajo sus pies. Ya no podía seguir escuchando. Todo aconteció mecánicamente.
Le tomó varios días ir “escuchando” lo que había oído de boca de su médica mastóloga. Confiaba mucho en la doctora. Una vez, hacía varios años, había tenido un quiste en la mama; desde entonces, siempre consultó a su médica. Siempre se sentía estresada cuando llegaba el momento de ir a verla y salía de la consulta con los pedidos de mamografía y ecografía. Pasaba algunos días de tensión, pero al volver a la consulta con los estudios realizados, luego de verlos, se distendían.
Sin embargo, en el último control la doctora se puso seria. Le pidió más estudios. Trató de tranquilizarla.
En la segunda consulta, con el informe de la mamografía amplificada, ya hablaron de punción.
. María Josefina todavía pensaba que podía ser como la vez anterior. Su cabeza se comporta ba de manera autónoma. Por momentos se decía: “Va a estar todo bien”, pero de inmediato: “¿Y si sale algo malo?”.
Cuando volvió a ver a la doctora para que le diera el re- sultado de la biopsia, supo, por la expresión de su cara, que las cosas no estaban bien. Quería escuchar, pero no quería escuchar, en verdad le parecía que no podía escuchar.
Sentía una necesidad imperiosa de comunicar lo que le sucedía internamente. Había relatado varias veces lo acontecido, pero lo transmitía como si contara la historia de otra persona. En principio decidió que la información quedara en la familia. Todos preguntaban, pero María Josefina se mantenía a distancia. Su cabeza funcionaba a mil. De golpe se le llenaban los ojos de lágrimas y esa sensación en la boca del estómago… No lograba compartir con nadie lo que sentía.
Rosario, su amiga del alma, siempre había estado junto a ella, desde la primaria. Se sentía esperanzada en poder abrirse.
María Josefina vio cómo Rosario se iba transformando:
—Tengo cáncer de mama —le dije de golpe. Ella parecía pasar de la incredulidad a la angustia.
—¿Cómo? ¿No te hacías los controles? —me pre- guntó.
No supe qué responderle. Era como si estuviese to- mando un jarabe feo. Así que me tragué todo lo que pensaba compartir. Lo único que vino a mi mente fue: “¡Claro que me hacía los controles! ¡Y gracias a eso lo descubrí a tiempo!”.
En la historia de María Josefina vemos que Rosario, no pudo obrar como amiga, sino que se le impusieron las creencias generales. Respondió como “la gente”.
Muchos pacientes mencionan esta frase en la consulta por su impacto negativo, por eso es tan importante analizar su sentido.
Inadecuación. Este tipo de expresiones activa en los pacientes la sensación de frustración e impotencia, remite a la idea de “no pudiste hacer bien las cosas”.
Frustración, impotencia. Generan falta de confianza y esperanza a través de creencias como “hagas lo que hagas, igualmente te vas a enfermar”.
Culpa. En este tipo de frases se condensan las creencias mágicas de generar una enfermedad por el hecho de tener temor o preocuparse.
Negación. Se refuerzan las ideas acerca de que siempre es mejor no saber lo que pasa.
En parte, estas creencias distorsionadas se basan en la confusión entre prevención primaria, secundaria y terciaria.
La prevención primaria es de carácter conductual y comprende las acciones para que no aparezca la enfermedad. La mayoría implica hábitos como no fumar, evitar el exceso de alcohol, hacerejercicio. Estas acciones recomendadas por la medicina actual están basadas en evidencia. Se sabe que el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, el sedentarismo se asocian a un incremento de diagnósticos.
Pero el cáncer es también una enfermedad multifactorial. Se asocian factores emocionales que llevan a la persona a no realizar controles, a exponerse con conductas de riesgo o a vivir bajo un estrés constante, crónico.
Existen diversos estudios de prevención primaria:
La detección de HPV por medio del PAP y su tratamiento temprano permiten bajar la incidencia de cáncer ginecológi- co. La videocolonoscopia (VCC) detecta pólipos premalignos, que, si evolucionaran de manera natural, producirían cáncer de colon, intestino. La endoscopía gástrica alta (VEGA) es un estudio de prevención primaria que permite, entre otras situaciones, la detección de esófago de Barret, que puede ser tratado.
La medicina ofrece la posibilidad de cirugías reductoras de riesgo en poblaciones con muy alta probabilidad de padecer cáncer por factores genéticos.
La prevención secundaria se refiere a los controles periódicos que la medicina preventiva aconseja, a fin de lograr una detección en etapas tempranas de la enfermedad. Estas acciones permiten que el médico diga esa frase tan esperada: “Pudimos detectarlo a tiempo”, que fue la situación de María Josefina.
Los siguientes estudios permiten la detección precoz: mamografía, ecografía mamaria, resonancia magné- tica de mama, PAP, ecografías ginecológicas, mamografías, tomografías de baja radiación en fumadores y ex fumadores. Asimismo, la videocolonoscopia, la endoscopia gástrica y todos los estudios que médicos clínicos y especialistas indi- quen para detectar tumores en estadios iniciales.
La prevención terciaria aparece en las situaciones en que, una vez tratada una enfermedad, pueda detectarse una recaída lo antes posible. Siempre la respuesta a los tratamientos es mejor cuando la enfermedad, tanto pri maria como metastásica, es de menor volumen. El concepto de prevención terciaria incluye la realización de los trata- mientos y la rehabilitación para mejorar la calidad de vida.
La prevención es un compromiso colectivo, no una responsabilidad directa de los pacientes.
ACh/SCh/NF
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