Tras alerta de “bomba” de la oposición, inversores retiran sólo 0,6% de lo colocado en fondos de inversión, pero se mantienen al acecho
Después de que Juntos por el Cambio emitiera el lunes de la semana pasada un comunicado advirtiendo que el Gobierno está dejando una “bomba” con la creciente deuda de corto plazo en pesos, las cotizaciones de los títulos apuntados casi ni se inmutaron y los retiros de los fondos comunes de inversión (FCI) que apuestan por ellos resultaron ínfimos. Entre el martes 7 y el jueves 9 de febrero, los rescates de fondos de renta rija y los T+1, que son los que invierten en estas letras, alcanzaron los $ 20.000 millones, apenas el 0,6% del total de más de $ 3 billones que acumulan. Incluso el viernes 10 ya se registraron suscripciones de estos FCI, según fuentes del mercado.
¿Por qué la alerta de los líderes políticos de JxC no condujo al pánico de las empresas y los individuos que invierten en fondos? Entre los inversores recuerdan que la desconfianza en la deuda de corto plazo en pesos había comenzado en junio de 2022, cuando advirtieron que el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, ya había tomado suficiente y cuando comenzaron a circular rumores de que economistas del PRO, como Hernán Lacunza, Luciano Laspina y Luis Caputo, advertían supuestamente en reuniones privadas con actores del mercado que un próximo gobierno no iba a poder saldar estos pasivos. “Lo sorpresivo sería que no le temieran a las elecciones de 2023”, explica uno de los operadores más reputados. Por eso, los vencimientos de los bonos se acumulan hasta julio, antes de las elecciones primarias de agosto y conocerse qué precandidato quedará mejor posicionado para llegar a la Casa Rosada. Tanto en 2011 como en 2019, las primarias ya fueron suficientes para marcar tendencias antes de los comicios generales. No así en 2015.
Se da la paradoja de que, aunque el mercado preferiría en teoría una victoria de JxC, teme que si gana cualquier candidato del PRO, ya sea Mauricio Macri, Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta, como proponen la eliminación inmediata del cepo cambiario, les resultará difícil pagar el pasivo en moneda nacional. “Hoy hay mucho stock de deuda en pesos que se renueva porque hay cepo. Si querés gobernar sin cepo, porque pensás que necesitás que ingresen dólares para crecer, no será sencillo evitar que esos pesos corran al dólar”, advierte el operador citado. En cambio, quienes abogan por una liberación gradual de los controles cambiarios, tanto en la UCR como en el equipo económico de Sergio Massa, consideran que pueden afrontarse los títulos de corto plazo con canjes voluntarios, sin nada compulsivo, como fue el reperfilamiento, la postergación de pagos, de Lacunza en el final del gobierno de Macri. De todos modos, en el mercado no achacan al ex ministro de Hacienda esa decisión sino que la atribuyen al empecinamiento del entonces presidente por evitar un cepo mayor al que terminó imponiendo ante la perspectiva de derrota electoral.
La pregunta que flota entre los inversores es cuándo dejarán de renovar la deuda en pesos. Este miércoles hay una nueva licitación que organiza el secretario de Finanzas, Eduardo Setti, y se espera que bancos y aseguradoras, los otros actores clave del mercado junto con los FCI, participen de forma activa. Pero cuando se llegue a julio habrá un momento clave para dilucidar si los tenedores de bonos renuevan o no las letras más allá de las primarias. Incluso esa temporada de desconfianza podría adelantarse, como suele ocurrir en los mercados, donde los operadores intentan anticiparse a los demás para sacar mayor rédito. En el Gobierno confiaban antes del comunicado de JxC que en marzo, cuando se definiera mejor quiénes serían los candidatos presidenciales, podría iniciarse un diálogo con la oposición para dar certidumbre a los inversores. Pero el alerta de “bomba” desarticuló por ahora cualquier intento de conciliación. Incluso en el mercado señalan que tal vez habrá que aguardar hasta junio, la fecha en que se deben oficializar las postulaciones. Mientras tanto, inversores reconocen que a ninguno de ellos les conviene que todos corran a sacarse los pesos de encima. Habrá que ver quién arranca primero: no son los mismos los intereses de bancos extranjeros, como Santander, BBVA o HSBC, que reciben órdenes de sus casas matrices, que los de entidades locales, como Galicia o Macro, cuyo vicepresidente, Jorge Pablo Brito, mantiene un tradicional vínculo de amistad con Massa.
“A medida en que nos acerquemos a las primarias, la discusión se recalentará”, advierten en un banco foráneo. “Si no cambia la retórica, julio será un momento de tensión. Si se consolida un candidato pro mercado en el Frente de Todos, puede que mejoren las perspectivas”; evalúan la eventual postulación del ministro de Economía, frente a la de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuyos seguidores reclaman que revea su decisión de excluirse de la contienda electoral tras el fallo judicial no firme y apelable que la margina de cargos públicos. “En Juntos no todos opinan lo mismo sobre reperfilar ni sobre el cepo. Si Massa no es el candidato del Frente y es Cristina contra Bullrich, va a ser muy difícil renovar los bonos”, continúan en el banco. Laspina, principal asesor económico de la ex ministra de Trabajo y de Seguridad de los gobiernos de Fernando de la Rúa y Macri, es quien más alerta sobre la “bomba”. “Si en junio sabemos que los candidatos son Massa y Larreta, puede ser que se rolee (renueve) la deuda”, añade el banquero, que rescata la figura de Lacunza. “El mercado entiende todo este problema, pero en la sociedad hay fastidio por la pelea política. La gente sospecha que la van a joder”, concluye.
AR
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