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Opinión

¿Quién ama a Martín Guzmán?

Alejandro Rebossio Panorama económico rojo

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Dos semanas después de que el presidente que ama por ahora a Martín Guzmán, Alberto Fernández, lo sentara a su lado para anunciar que repartirían un bono para compensar el alza de la inflación, comenzó en los últimos días una ola de críticas cristinistas y hasta massistas, desde Andrés “Cuervo” Larroque, Juliana Di Tullio, Teresa García y Hugo Yasky hasta Cecilia Moreau, contra el ministro de Economía. Encima el jefe del Palacio de Hacienda viajó el viernes a Bariloche al Foro Llao Llao y no paró de escuchar reproches de los dueños de las principales fortunas de la Argentina: que baje los impuestos, que recorte más el déficit fiscal, que termine con la emisión monetaria, que basta de acuerdos de precios, que doblegue la inflación, que no a las retenciones, que ajuste las tarifas de servicios públicos, que con cepo cambiario nadie trae dólares para invertir, que la renegociación de la deuda pública fue mal hecha porque no bajó el riesgo país. Guzmán debió responderles uno a uno: que los impuestos se mantendrán y que incluso aboga por gravar la renta inesperada en los alimentos y la energía por la guerra de Ucrania, con un aliciente a los que reinviertan utilidades; que el rojo de las cuentas públicas está descendiendo “fuerte” (que no se entere la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner), que él también quiere aplacar la maquinita de imprimir billetes pero que eso solo no soluciona la inflación y hay que complementar con otras medidas, que se podaron retenciones a bienes industriales, que se disminuirán los subsidios a las tarifas -este mayo, que comienza con la celebración del Día del Trabajador, también incluirá audiencias públicas para encarecer la luz, el gas y el agua a las clases media y alta- y que no le crean a quien promete solucionar los problemas eliminando el cepo de un día para el otro porque miente. Es curioso porque en Juntos por el Cambio vuelven a creer en esa idea de salir rápido del control cambiario, pese a que en su libro Primer tiempo Macri admite que fue un error, uno de los pocos que reconoce de su gobierno.

Llao Llao

Entre los empresarios que lo oían había varios que emigraron de la Argentina en el gobierno de Alberto Fernández, como Marcos Galperin (Mercado Libre), Martín Migoya y Guibert Englebienne (Globant) y Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó), de tres empresas pujantes del país. Galperin confesó a Financial Times que se había ido por el cambio de reglas de juego. Justo se fue dos veces del país: cuando cayó la convertibilidad en 2002 y cuando volvió el kirchnerismo -en coalición- al poder en 2016. Por eso, más que el aumento del impuesto a los bienes personales y el aporte extraordinario a las grandes fortunas ha influido más la política en el éxodo. Quizás si Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta o Javier Milei, los tres presidenciables que también disertaron en el Llao Llao, se ponen la banda presidencial en diciembre del año próximo, algunos millonarios vuelvan, confiados tal vez en que otra vez, como en 2016, les bajarán la imposición a sus patrimonios, sobre todo en el exterior, donde acumulan más.

Pero en el auditorio también había muchos más empresarios que no se han mudado del país, como Eduardo Elsztain (IRSA) -que ha formado un fondo para invertir en una Argentina que considera barata en dólares, aunque algunos de sus amigos advierten que siempre se ilusiona con lo mismo-, Carlos Miguens Bemberg (San Miguel y Central Puerto), Agustín Otero Monsegur (San Miguel), Federico Braun (Galicia y La Anónima), Andy Freire (SoftBank), Máximo Cavazzani (Etermax), Roberto Murchison (Grupo Murchison), Alberto Arizu (Luigi Bosca), Verónica Andreani (del correo Andreani) y Alexia Keglevich (Pax Assistance), dos mujeres que simbolizan el pequeño pero emergente avance femenino a la cabeza de los negocios argentinos. Entre los empresarios, uno admitía que Guzmán -entre rumores de que Fernández lo quiere reemplazar por Roberto Lavagna- enfrenta una difícil situación. Pero, según el interlocutor, no es un problema solo del ministro de Economía: “Yo quiero que le vaya bien al gobierno que esté, pero a este, con la interna que tiene, le va a costar generar credibilidad. Queda demasiado poco tiempo para que termine y no veo que vaya a resolver sus peleas de acá a las elecciones”. En cambio, un secretario de Estado que responde al ala peronista del Ejecutivo espera que las luchas intestinas se resuelvan pronto para llegar a 2023 unidos, único modo de enfrentar a Juntos por el Cambio y a los libertarios.

El empresario citado en el Foro Llao Llao, que prefiere guardar el anonimato, descree que Macri, Larreta o Milei en sí mismos representen la solución a los problemas a la que él aspira: “No se trata de nombres sino de que quien llegue al poder tenga un consenso interno en su coalición y con gran parte de la oposición para crear reglas y mantenerlas en el tiempo”. En ese sentido, si bien celebra que Milei haya instalado en la discusión pública argentina una reivindicación del sector privado en un país “con un 70% de estatistas”, según su visión, también advierte que el diputado libertario, por su forma de ser, difícilmente podría construir acuerdos en el caso por ahora remoto de llegar a la Casa Rosada. “Soy bastante optimista con la Argentina, país pobre, con potencial de ser razonable -analiza el hombre de negocios en off the record-. Con inversión, la Argentina puede ser un jugador en el mundo en minería, energía, petroquímica, energías renovables... en agro ya es un jugador en el mundo. Si se ordena, tiene de qué agarrarse. Pero debe resolver tres problemas: las importaciones de energía, los subsidios a la energía y lo social. Lo energético se puede solucionar con los incentivos correctos, porque tenemos las segundas mayores reservas de gas no convencional del mundo -de hecho, Guzmán viene negociando en secreto con varios países europeos que quieren reducir su dependencia de Rusia, que esta semana cortó el suministro a Polonia y Bulgaria-. Las grandes empresas están sanas, sin deudas, el gran problema es la confianza. Macri puso todo en su gobierno y se enojó porque los empresarios no invirtieron y no lo hicieron porque la confianza no vuelve con una ley, un decreto ni un proyecto político sino con mucho tiempo, sin vaivenes entre mercado y Estado, apertura y proteccionismo, aunque hay países con mucho Estado a los que les va bien, como los nórdicos, y a otros no, como a nosotros.”

Otro dueño de empresas pero que se quedó fuera del encuentro de Bariloche opina que tanto el oficialismo como la oposición están apurándose mucho por las elecciones de 2023, mientras en el mundo de los negocios preocupa la inflación y se apuran a remarcar antes de las paritarias, que están cerrando con alzas de entre el 45% y el 60%, según el poder de fuego del gremio. Igualmente, el empresario que se quedó en el Río de la Plata aspira a una unidad entre Juntos por el Cambio y Milei, a quien critica por sus formas poco republicanas pero a quien apoya por su idea de dolarización. “No queda otra porque no se puede seguir imprimiendo moneda”, opina el ejecutivo, que destaca que entre los suyos la adopción del dólar gana más simpatías que entre los economistas de Juntos por el Cambio, que advierten que los países dolarizados reemplazan la emisión monetaria por la de deuda, como ocurrió en Ecuador. El empresario rescata que Guzmán frene las ideas del cristinismo, pero opina que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se incumplirá y que tanto el ministro como el organismo “lo saben y usarán la guerra como excusa para el fracaso”. Eso sí, admite que la recuperación económica continúa, pese a todo, aunque la atribuye a lo que él considera defectos de la política oficial, como el atraso del tipo de cambio oficial, que abarata las importaciones que el Banco Central permite comprar, y el fomento del consumo, con el bono, el adelanto de paritarias o el plan Ahora 12.

“La economía crece”

En el Gobierno celebran que el crecimiento de 2021 continúe en 2022, aunque sin dejar de reconocer los problemas políticos internos y de inflación. En febrero pasado, la economía creció al 9%, aunque eso también afecta en un alza de importaciones. En sus recorridas por fábricas, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, no detecta problemas de caída de consumo sino de falta de dólares para insumos, de gas para el invierno o de personal capacitado para contratar. También empujan las obras de la construcción. En el Ejecutivo atribuyen las mayores ventas a que la masa salarial sigue expandiéndose porque, aunque la inflación daña el salario, también aumenta la cantidad de empleados, muchos de los cuales deben conseguir más trabajos para afrontar los gastos cotidianos. Curioso dato para el festejo del Día del Trabajador. En el oficialismo admiten que la inflación de abril también fue alta, superior al 5%, y sueñan con que en mayo comience a aplacarse porque aspiran a que pase ya el shock de la guerra.

El 12 de mayo, cuando el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), anuncie el índice de precios al consumidor (IPC) de abril será otra parada en el vía crucis de Guzmán por el Ministerio de Economía. Es posible que para entonces se renueven las críticas de un cristinismo que busca un rebalanceo del gabinete a su favor, mientras el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, avanza, como siempre, con su “medio mundo”, según describen los albertistas. En el entorno del Presidente defienden su gestión: “No es una maravilla, pero la economía crece, el empleo también, baja un poco la pobreza, menos de lo que nos gustaría. Los que piden un shock distributivo, ¿con qué dólares quieren hacerlo? Esto no es como 2010, cuando tenías dólares, los pusiste en la calle, ganaste en 2011, pero después tuviste que meter el cepo, empeoraste la macro... Pero hoy no tenés dólares. ¿Querés ser más duro con los monopolios? ¿Pero cómo evitás que sectores no monopólicos trasladen el aumento de costos a los precios? ¿Estás en contra del ajuste del FMI? Pero no hay ajuste, deberías haber llenado la Plaza de Mayo para festejar el acuerdo. ¿Acaso Augusto Costa como ministro de Economía haría algo muy distinto -se refieren al ministro de Producción de Axel Kicillof-? Acá lo que hay es una disputa de poder, no un debate franco. Y el desgaste de Guzmán no ayuda a resolver una situación macroeconómica de riesgo. Tampoco ayuda que Guzmán haya dicho que quiso primerear a Cristina con el impuesto a la renta inesperada. Eso la calentó más”. Como se ve, también los albertistas critican la falta de cintura política del ministro.

Jóvenes y no tan jóvenes peronistas, sobre todo del interior, quisieron acercarse a Guzmán para respaldarlo frente al chubasco de La Cámpora, pero el ministro se mostró reticente. Son los de la agrupación Re Innovación Peronista, que nuclea a Espartaco Marín (hijo del ex gobernador pampeano Rubén Marín y jefe del bloque de diputados provinciales del peronismo en su provincia), Federico Martelli (secretario general del Movimiento de Unidad Popular, MUP), Coti Bossio (secretaria general de la Federación Universitaria Argentina, FUA), Diego Abatecola, Federico Salcedo y Fernando Gril, entre otros. Finalmente, organizaron este martes una conversación por podcast de Spotify con el politólogo asesor de Guzmán, Pablo Salinas, en el que se reivindicó al ministro. De todos modos, algunos de los “reinnovadores” del peronismo temen que el economista de la Universidad de Columbia no sobreviva a una eventual tregua que algún día deberían sellar Fernández y Cristina Kirchner para llegar unidos y con posibilidades de victoria a 2023. “La inflación no se va a ordenar sin la política porque los sindicatos y las empresas buscan morder más mientras haya incertidumbre y porque con certidumbre habría más inversión, habría un salto exportador en energía y minería”, analizan. Por eso, hay quienes vuelven a hablar de Emmanuel Álvarez Agis o de Martín Redrado en Economía y ven a Guzmán como un eventual ministro de Energía. Pero observan que Fernández primero quiere que el Banco Central refuerce sus reservas con la demorada liquidación de la cosecha de soja y maíz, en mayo y junio, para, con una mejor situación económica y social, sentarse a negociar con una posición de mayor fortaleza ante la vicepresidenta sobre el futuro del Frente de Todos.

AR

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