Cómo apurar los negocios antes de que se disipe el humo
La treintena de ejecutivos de multinacionales británicas, estadounidenses y canadienses que los escucharon juntos el 21 de marzo se fueron anonadados. Los diputados Oscar Zago y Juliana Santillán desplegaron tal nivel de superficialidad y cualunquismo que ni siquiera los más entusiastas del modelo Milei pudieron esconder alguna mueca de preocupación. Varios de los que se habían conectado virtualmente a la conferencia optaron por abandonarla discretamente apenas pudieron. Fue la avant première del papelón institucional que terminó esta semana con el jefe del bloque oficialista eyectado del cargo, justo cuando Guillermo Francos y Martín Menem acariciaban el consenso necesario para que la Ley Ómnibus ―aunque sea cercenada, en su versión “combi”― obtuviera media sanción en Diputados.
Fue al día siguiente del que Zago estuvo a punto de agarrarse a las piñas con José Luis Espert en pleno Congreso. Con esa adrenalina todavía en la sangre, soltó una frase inquietante ante los hombres de negocios. “Milei tiene esta agenda y va para adelante. Y si no puede, dice ‘yo me voy’. No tiene nada para perder”. El moderador le repreguntó si sugería que puede renunciar. “No, quiere decir que termina su mandato y se va a la casa”, aclaró. Santillán, a su turno, departió largamente sobre su “batalla cultural contra el comunismo en las redes sociales” y les contó cuando conoció a Milei, invitada una noche a ‘Intratables’, donde le propuso antes de salir al aire fingir que discutía sus puntos de vista para que él pudiera explayarse más.
Lo fake y las redes sociales son tan estructurantes para La Libertad Avanza que no debería llamar la atención de nadie que el ministro de Economía y el propio Presidente se guiaran por un bot trucho para pulsar el ritmo de la inflación. El blooper del Jumbot, sin embargo, no niega un hecho en el que todas las consultoras coinciden: los precios de muchos bienes se frenaron en seco desde fines de marzo. Los alimentos y bebidas, particularmente, acumulan cuatro semanas de incrementos semanales por debajo del 1% y tres de ellas decrecientes (0,7%, 0,8%, 0,4% y 0,2%, según LCG).
El problema, claro, es a qué costo. La recesión fulminante en la que se sumieron sectores clave de la economía como el comercio, la construcción y la industria preanuncia una ola de despidos de consecuencias sociales imprevisibles, justo cuando empiezan los tarifazos de servicios públicos regulados y mientras se desregulan otros, como la telefonía celular. Los alquileres, las prepagas y los colegios privados, liberados antes por el DNU 70/23, ya asestaron un golpe tal a la clase media que el propio Luis Caputo lo definió como una “guerra”, sin sonrojarse por haber dado inicio personalmente a las hostilidades. Según la consultora Equilibra, solo por la suba del 200% del agua y del 330% promedio del gas, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de abril tiene un piso de 6 puntos.
El 11% de inflación que registró el INDEC para marzo mantuvo la escalera descendente desde el pico de diciembre pero se mantiene en los dos dígitos y totaliza un 51,6% en el trimestre. El salario real formal privado promedio, que también se conoció esta semana, se ubicó en febrero ($609.007) por segundo mes consecutivo por debajo de la línea de pobreza para una familia tipo ($690.901). Ese sueldo medio ya perdió 19% de su poder adquisitivo entre noviembre y febrero, mientras las jubilaciones mínimas sacrificaron un 21% entre septiembre y marzo.
Las AFJP del siglo XXI
Cuando el freno de los precios depende tanto de una sola medida ―en este caso, clavar el dólar― todos los agentes económicos desconfían. La inestabilidad del armado político oficial y la velocidad con la que eyectó a personajes inicialmente protagónicos como Zago, Osvaldo Giordano, Carolina Píparo, Guillermo Ferraro, Ramiro Marra, Omar Yasín, Emilio Ocampo o Carlos Rodríguez empiezan a impacientar al mismo establishment que festeja la audacia del ajuste y los rendimientos inéditos de acciones y bonos, que vuelan como contracara de la depresión de la economía real.
A nadie le escapa que en 2017 los mercados vivieron la misma fiesta y que su final en 2018 fue tan abrupto como catastrófico. Por eso, así como los petroleros y mineros apuran el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) con el que insiste el nuevo proyecto de Ley Bases de esta semana, un puñado de cazadores de oportunidades procura asegurarse nuevos negocios o blindar los suyos por ley antes de que sea tarde. Mientras toda la política luce hipnotizada por los movimientos de Milei, el lobby está más activo que nunca.
Hay para todos los gustos. El dueño de Tabacalera Sarandí, Pablo Otero, consiguió por ejemplo que fueran removidos del proyecto oficial los artículos que ponían a sus marcas (Red Point, Master y Kiel) en igualdad de condiciones impositivas con las de la multinacional Phillip Morris, que desde hace ocho años batalla en Tribunales para que los cigarrillos producidos por la firma de capitales locales paguen el mismo Impuesto Interno Mínimo que ella, hoy de $792,73 por paquete. En ese lapso, con esa ventaja fiscal, Sarandí copó más del 40% del mercado. Francos aplazó el tema para “más adelante”, tal como recomendaron desde el macrista Cristian Ritondo hasta el kirchnerista Carlos Castagneto, receptivos con la posición de Otero.
También hay gremialistas atentos. Incluso mientras maduraba el llamado al paro general de la CGT del 9 de mayo, abogados de sindicatos como Sanidad y Comercio se reunieron con diputados del bloque Hacemos Coalición Federal y de la UCR para interesarse sobre los Fondos de Cese Laboral que podrían empezar a proliferar si prospera en el Congreso la reforma laboral que la justicia frenó del DNU. La idea del Gobierno es que reemplacen las indemnizaciones por despido sin causa, como ya ocurre en la UOCRA, y que el empleador aporte a esos fondos un 8% mensual de cada sueldo. Administrarlos puede llegar a ser tan rentable como las AFJP de los 90, un negocio al que ―como la salud y las ART― tampoco le hizo asco la desprestigiada dirigencia sindical.
Otro lobby que se activó es el de los laboratorios. El conflicto lo desató la vacuna contra la aftosa, cuya importación anunció el vocero Manuel Adorni que habilitará para abaratar los costos de los ganaderos. El autor intelectual es otra vez Federico Sturzenegger (¿lo blanquearán como funcionario en la recién creada Secretaría de Planeamiento Estratégico Normativo?) y quienes lo convencieron ―según contaron fuentes del sector a elDiarioAR― son el dueño de Tecnovax, Diego La Torre, y el extitular del SENASA durante el menemismo y la Alianza, Bernardo Cané.
Tecnovax quiere importar de Brasil las dosis que allá prácticamente se regalan porque la inoculación dejó de ser obligatoria, pero las vacunas brasileñas son bivalentes y no tetravalentes como las que producen los locales Biogénesis Bagó y CDV. Los dueños de hacienda protestan por el costo de la inmunización, que llevan adelante ONGs de productores y veterinarios en coordinación con el SENASA. El riesgo de relajarla es que Argentina pierda el status de “país libre de aftosa” que le abrió los mercados más cotizados de Europa.
Vientos de guerra
De esos costos hablaron los popes de la Sociedad Rural el martes al caer la noche con el secretario de Industria y Desarrollo Productivo, Juan Pazo, virtual número dos de Luis Caputo, por cuya omnipresencia en temas agrícolas y ganaderos podría terminar por renunciar también como secretario de Bioeconomía el desgastado exdecano de la Facultad de Agronomía de la UBA, Fernando Vilella. Los ruralistas le agradecieron a Pazo que haya activado la rebaja de aranceles para la importación de agroquímicos y fertilizantes, pero le aclararon que apenas representan un 3% de los costos en trigo, cuya siembra empieza en un par de semanas. Según el sitio especializado Bichos de Campo, técnicos como Javier Buján “predicen que el efecto desaliento puede ser tan grande que los niveles productivos del próximo verano podrían llegar a ser los que se lograban en los peores tiempos de intervención de Guillermo Moreno en ese mercado”.
El verano, igual, es el larguísimo plazo. La urgencia es que liquiden la cosecha de soja que ya comenzó. Los productores esperan un guiño y Caputo orejea una carta: desmantelar algunas restricciones de las que todavía rigen para la compra de dólares en el mercado financiero. Eso haría subir los dólares “bolsa” (MEP) y “contado con liquidación” (CCL) y, como los exportadores pueden liquidar un 20% de sus granos en este último mercado, mejoraría sus ingresos en pesos.
Los que saquen la cuenta en dólares no se van a tentar tanto porque lo que ganan por un lado lo pierden por el otro. Pero Milei siempre prioriza el impacto al contenido. Como en su tercera visita a Estados Unidos desde que asumió, donde cruzó piropos y selfies con Elon Musk y manejó un Tesla, sin que el magnate nacido en Sudáfrica anunciara ni la más mínima inversión en Argentina.
Lo de Musk tiene cada vez más de “vaporware”, como se refieren peyorativamente en EE.UU. a los lanzamientos que hacen desarrolladores con bombos y platillos para conseguir inversores y que después no llegan a comercializarse con éxito. No solo viene de enterrar a su última criatura, el sistema de transporte Hyperloop, sino que Tesla acaba de perder el primer puesto como vendedora de autos eléctricos a manos de la china BYD y la ex Twitter (que rebautizó X) facturó en 2023 la mitad que el año anterior, en gran medida por los anunciantes que lo abandonaron por las expresiones racistas, violentas y machistas de su comprador.
Más que el humo, un riesgo para el futuro inmediato son los vientos de guerra que soplan cada vez más fuerte en el mundo. Así tituló la charla interna que ofreció el martes para los gerentes de DirecTV de toda Latinoamérica su principal accionista, Adrián Werthein, también directivo del Congreso Judío Mundial. Es el primo de Gerardo, el embajador de Milei en Estados Unidos, quien se abrió hace un par de años del holding familiar.
Es lo mismo sobre lo que acaba de advertir el CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, en su carta anual a los accionistas del mayor banco estadounidense. “Ya no podemos mantener una falsa sensación de seguridad basada en la ilusión de que las dictaduras y las naciones opresivas no utilizarán sus poderes económicos y militares para promover sus objetivos, particularmente contra lo que perciben como débiles, incompetentes y desorganizadas democracias occidentales”, escribió.
Milei le dijo esta misma semana a Alejandro Fantino, antes de partir a Miami, que “Argentina ya está en el radar” de posibles atentados terroristas y que “la diferencia es si somos cobardes o nos plantamos del lado del bien”. La guerra puede estar más cerca de lo que parece.
AB/DTC
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