Brecha salarial: las mujeres ganan 14% menos que los varones por realizar las mismas tareas
No es algo que no se sepa, pero los números sorprenden. Pese a tener un nivel educativo más alto, las mujeres ganan 14% menos por cumplir las mismas tareas laborales que los varones y acceden a puestos de trabajo menos calificados. De hecho, casi el 30% de las mujeres se inserta en puestos no calificados, mientras que esa proporción se reduce a la mitad en el caso de los varones. Además, la maternidad y el mayor compromiso con las tareas del hogar y de cuidados continúan siendo un ancla para el desarrollo laboral de las mujeres.
Un informe del Centro de Estudios para la Producción (CEPXXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo, que dirige el sociólogo Daniel Schteingart, evidencia que las mujeres ganan 24% menos por mes que los varones, a pesar de tener un mayor nivel educativo. Si bien parte de esa diferencia se explica por la menor cantidad de horas trabajadas, si se mira sólo el salario por hora en personas con el mismo nivel educativo y la misma edad, la mujer gana 14% menos. Eso es la famosa brecha salarial de género: la diferencia en la remuneración laboral derivada exclusivamente del género de la persona.
El informe fue presentado en el marco de una reunión del Gabinete de Género de la cartera productiva y fue realizado por Martin Trombetta y Julieta Cabezón Cruz en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec. Según se desprende del texto, hay una diferencia importante en la cantidad de horas trabajadas remuneradas a la semana: mientras que las mujeres trabajan en promedio 30 horas a la semana en tareas remuneradas, los varones trabajan 40 horas. “Esta diferencia se explica por la mayor cantidad de tiempo que las mujeres dedican a las tareas dentro del hogar, y es uno de los factores que agrava aún más las diferencias en el salario mensual entre géneros”, apunta.
Los analistas interpretan que el hecho de que las mujeres, particularmente las más jóvenes, deban realizar mayor cantidad de trabajo dentro del hogar que los varones limita o demora su inserción en el trabajo remunerado. También reduce las posibilidades de acceder a una carrera laboral ascendente y alcanzar posiciones jerárquicas y puestos mejores pagos, lo que está muchas veces condicionado por la disponibilidad para trabajar jornadas largas.
El factor de la maternidad también aparece, todavía, como una limitante del desarrollo profesional de las mujeres. Si bien ha habido cambios en los últimos años, los esquemas de licencias parentales vigentes se centran casi exclusivamente en la mujer, lo que implica una mayor reducción de su dedicación laboral en los meses posteriores al nacimiento de los hijos en relación con la de los varones. Así, frente a la opción de una trabajadora joven debidamente calificada para un puesto y un trabajador de las mismas características, los empleadores suelen privilegiar al segundo.
Mientras que las mujeres trabajan en promedio 30 horas a la semana en tareas remuneradas, los varones trabajan 40 horas
Por otra parte, el estudio destaca que la brecha salarial de género es especialmente alta en el cuentapropismo, donde las regulaciones laborales tienen poco peso. En cambio, la brecha en el salario por hora es considerablemente menor en el sector público, un ámbito más regulado de la economía.
En diálogo con elDiarioAR, Trombetta señaló como un hallazgo del informe el haber detectado que la brecha de género aumenta muy fuertemente con la edad. “Creemos que esto esconde un fenómeno conocido como de segregación vertical, que muestra que las mujeres tienen muchas más barreras y mayores dificultades para acceder a los puestos jerárquicos, de toma de decisiones y mejor remunerados, a los que suele accederse a partir de cierta edad”, explicó. “Esto nos introduce en una discusión hoy muy instalada en la agenda pública, que es la del techo de cristal”, añadió.
Si bien el acceso a la educación fue menor en mujeres que en varones durante la mayor parte del siglo XX, esto cambió en las últimas décadas y hoy se observa la situación contraria: el 45% de las mujeres en el mercado laboral posee estudios terciarios completos o incompletos, mientras que esa proporción es inferior al 30% en varones. Que las mujeres tengan en promedio un mayor nivel educativo que los varones sugiere que el mercado de trabajo no “premia” esa mayor educación en términos de acceso a puestos más calificados, lo cual constituye en sí mismo otra brecha de género.
De hecho, cuando se analiza la composición por calificación del puesto se observa que 28,7% de las mujeres se inserta en puestos no calificados, mientras que esa proporción es de 15,3% en varones. De acuerdo con la investigación de Trombetta y Cabezón Cruz, esto responde a distintos fenómenos. Por un lado, la existencia del sector servicio doméstico, casi completamente feminizado. En segundo lugar, el sesgo de género en la industria manufacturera —en la que el 71% de los trabajadores son varones—, un sector de tamaño considerable donde abundan los puestos con calificación de operario.
Las mujeres también están más afectadas por la informalidad, lo que genera que aun con el mismo nivel salarial esto sea una fuente relevante de discriminación contra la mujer en el mercado de trabajo, porque recorta el acceso a derechos laborales fundamentales y socava posibilidades de acceder a puestos mejores en el futuro.
Que las mujeres tengan en promedio un mayor nivel educativo que los varones sugiere que el mercado de trabajo no "premia" esa mayor educación en términos de acceso a puestos más calificados
Más allá de este punto, el informe muestra que la inserción sectorial de las mujeres no es un factor explicativo de diferenciales salariales. Si bien la proporción femenina es baja en ciertas ramas de buenas remuneraciones, como el sector energético, el transporte aéreo o la industria automotriz, también hay sectores con salarios elevados en los que el nivel de feminización es alto, como enseñanza o salud, o cercano al 50%, como intermediación financiera, investigación y desarrollo. Según los investigadores, esto podría evidenciar cierto “comportamiento estratégico” por parte de las mujeres, que preferirían insertarse en puestos en los que su género representa una desventaja menor.
La mitigación de la brecha salarial de género aparece como un objetivo social sobre el cual existe amplio consenso, no solo por la mejora social que resultaría en términos de una sociedad más justa, sino también por las ganancias económicas que reportaría. El informe asegura que remunerar a los individuos de la misma manera independientemente de su género conduciría a una asignación de recursos más eficiente y, por lo tanto, a un mejor resultado económico a nivel general.
MT
0