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La economía que dejó Guzmán: una recuperación en jaque, la mayor inflación en 30 años y un dólar paralelo récord

Martín Guzmán

Alejandro Rebossio

3 de julio de 2022 19:19 h

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El futuro ministro de Economía hereda un complicado panorama económico y financiero, pese a que el PBI venía creciendo al 5% hasta abril (último dato disponible) y no sólo había recuperado todo lo perdido por la pandemia sino también la caída de los últimos dos años del gobierno de Mauricio Macri. Por más que en abril el empleo privado aumentara al 1,8% interanual y que en el primer trimestre del año la desocupación se mantuviera en el 7%, después del salto al 13% en la cuarentena de 2020, la mayor inflación de los últimos 30 años, situada en el 60% anual y en ascenso, licúa los ingresos de la clase media y de los pobres, que suponen el 37% de la sociedad. Los salarios, que perdieron en 2018, 2019 y 2020, apenas se recuperaron un poco en 2021 y están perdiendo terreno otra vez a partir de la guerra de Ucrania.

En un mundo azotado también por el impacto inflacionario del conflicto bélico y con riesgo de recesión, en la Argentina el déficit fiscal del segundo trimestre del año terminó siendo mayor al previsto por el acuerdo original con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central acumuló menos reservas que las pactadas con ese organismo y por eso en las últimas tres semanas se hundieron los títulos de deuda en pesos y saltaron los dólares paralelos, un fenómeno que puede ahondarse este lunes tras la renuncia de Martín Guzmán.

Después del cambio de ministro, todos los pronósticos pueden empeorar porque sólo un poder político fuerte con un programa económico creíble puede revertir las expectativas de por sí negativas ahora agravadas por la dimisión de Guzmán y la consiguiente debilidad profundizada de Alberto Fernández. En el último informe del 14 de junio de la consultora FocusEconomics, que releva pronósticos de bancos y consultores, se esperaba que la Argentina creciera en 2022 un 2,9%, menos que el 4% al que aspiraba el Gobierno. Esa expansión del 2,9% implicaría que después de los buenos números de la primera mitad del año en la segunda parte se contraiga la actividad respecto del mismo periodo del año anterior, sobre todo a partir del mayor control de importaciones que el Central adoptó la semana pasada. Incluso la consultora Equilibra, que fundaron dos economistas de consulta de Sergio Massa, Martín Rapetti y Diego Bossio, hablaban ya a mediados de junio que el PBI se expandiría sólo el 1% en 2022. La falta de gasoil de los últimos meses ha dañado al campo y la industria y la Mesa de Enlace ha convocado a un cese de comercialización de granos y carnes el 13 de julio.

Inflación en alza

En cuanto a la inflación para fin de año, los analistas consultados por FocusEconomics preveían ya un 68,5%, pero tal vez se quedaban cortos porque el Banco Central relevaba a principios de junio entre bancos, consultores, universidades y centros de estudios una proyección del 72,6%. Entre los más pesimistas del sondeo de FocusEconomics figuraba la consultora británica EMFI, con una predicción del 90,5%.

Con el argumento de la guerra de Ucrania, que encareció las importaciones de energía y obligó a adoptar medidas de contención social, el déficit fiscal fue mayor al pactado en el primer trimestre, pero Guzmán había prometido al FMI corregir el desvío con ajuste en el segundo semestre del año, de modo de terminar el año con la cifra convenida de 2,5% del PBI. Economistas advertían, en cambio, que se superaría el 3%.

Tampoco se cumplió el objetivo de reservas del Central, que alcanzan los US$ 42.472 millones, por debajo de las 43.785 millones heredados de Macri. El ahora ex ministro también se había comprometido a revertir la caída y a sumar activos en el segundo semestre y por eso había impulsado el torniquete a la importación, más allá de que afectaría la actividad económica y la inflación. Muchos importadores que ya no pueden acceder al mercado oficial de cambios recurren al contado con liquidación (CCL) para traer la mercadería, pero al doble de precio.

En las últimas tres semanas cundió el pánico en el mercado de deuda en pesos. Así como en 2018, los inversores externos dejaron de prestarle dólares al gobierno de Macri por el abultado endeudamiento en esa divisa, se temía que lo mismo sucediera con la actual administración por el aumento del pasivo en moneda nacional y que terminara recurriendo a más emisión monetaria (por ahora está dentro de lo acordado con el FMI). Claro que los pesos de bancos, aseguradoras y otros inversores institucionales están encerrados por el cepo cambiario, sin opción de ir al dólar. Pero empresas e individuos sí se tiraron de cabeza al CCL, al MEP (Mercado Electrónico de Pagos) o al blue, según su grado de sofisticación y de legalidad de sus fondos. Por eso la semana pasada los dólares paralelos batieron récords.

Este lunes arranca una semana de alta tensión con un CCL a $ 252, un MEP a 247 y un blue a 239. El dólar oficial está a $ 130 y los pronosticadores relevados por el Central hablaban a principio de junio de $158 para fin de año. El riesgo país, que certifica la desconfianza en el repago de la deuda en dólares, está en un elevado nivel de 2.374 puntos básicos. Todas estas variables financieras amenazan con echarse a volar aún más alto a partir de la salida de Guzmán, no sólo por la partida del economista de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) que renegoció las deudas con los fondos de inversión privados del exterior y el FMI sino por la debilidad del Gobierno para ejecutar cualquier receta para doblegar a la inflación.

AR

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