Cómo evitar que cada mala cosecha arruine toda la economía argentina (spoiler alert: sin solución inmediata)
Cada vez que hay una sequía, la economía argentina derrapa. Sucedió en 1999, 2000 y 2001. Otra vez en 2009, cuando además el mundo sufría una crisis. Se repitió en 2012. Pasó en 2018. Ahora vuelve a suceder. El calentamiento global amenaza con tornar las secas más frecuentes y más graves. Quizá llega el momento de pensar de qué manera la suerte de la Argentina puede dejar de depender tanto de una mala cosecha, como le podía ocurrir a principios del siglo XX, con 7 millones de habitantes. Ahora hay que generar y distribuir riqueza entre 46 millones en un mundo en el que lo que más vale es la tecnología. Para pensar un país que no sufra escasez de divisas y caídas económicas cada vez que el clima nos castigue, elDiarioAR consultó a referentes económicos del oficialismo y la oposición: José Ignacio de Mendiguren, Itai Hagman y Eduardo Levy Yeyati.
En su último año de gestión, el gobierno de Alberto Fernández acaba de publicar “Argentina 2030. Un plan para el desarrollo productivo, industrial y tecnológico”. Fue elaborado por Daniel Schteingart, que renunció luego de presentarlo al dar por terminada su misión. El secretario de Industria y Desarrollo Productivo De Mendiguren, reivindica el programa como el instrumento para que la Argentina no dependa sólo de una cosecha.
Este no es un plan más. Es un plan productivo que plantea la hoja de ruta estratégica para que a nuestro país en unos pocos años le sobren dólares para crecer y desarrollarse
“Este no es un plan más. Es un plan productivo que plantea la hoja de ruta estratégica para que a nuestro país en unos pocos años le sobren dólares para crecer y desarrollarse. Y además, es algo que profundiza lo que estamos haciendo todos los días con cada programa que implementamos en la Secretaría de Industria. En los próximos dos períodos presidenciales -hasta 2030- tenemos una enorme oportunidad pero no cualquier política pública va a llevar a Argentina al desarrollo. Más que nunca en el mundo hay una lucha por dónde se agrega el valor, por dónde se produce y cómo se produce. No es cierto que no hay política industrial. Hoy un país como China invierte casi 2 puntos del producto en política industrial y los países centrales y los que están en vías de desarrollo hacen lo mismo. Solo vamos a ser protagonistas en lugar de víctimas de esta nueva globalización tecnológica, ambiental y moderna si también invertimos en industria y desarrollo”, sostiene De Mendiguren.
Schteingart, que llegó al cargo por impulso del ex ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas, inspiró el plan en el “enfoque de misiones”, es decir, el método de la economista ítalonorteamericana de moda, Mariana Mazzucato, de identificar problemas y sumar recursos públicos y privados para resolverlos de formas innovadora. Ella pone como ejemplo lo que fue la misión de enviar al hombre a la Luna. Es admirada por Fernández y sus pares de Colombia, Gustavo Petro, y Chile, Gabriel Boric, pero también ha asesorado gobiernos conservadores como el británico de Theresa May o el alemán de Angela Merkel.
Once “misiones”
El plan del Gobierno identifica 11 misiones:
1. Duplicar las exportaciones para volver macroeconómicamente sostenibles las mejoras sociales y económicas.
2. Desarrollar la economía verde para una transición ambiental justa.
3. Producir más bienes y servicios ligados a la salud para garantizar la seguridad sanitaria.
4. Impulsar la movilidad del futuro con productos y tecnologías nacionales.
5. Robustecer la defensa y la seguridad nacional a partir de desarrollos nacionales de alta tecnología.
6. Adaptar la producción de alimentos a los desafíos del siglo XXI.
7. Profundizar el avance de la digitalización escalando la estructura productiva y empresarial nacional.
8. Desarrollar el potencial minero argentino con un estricto cuidado del ambiente.
9. Modernizar y crear empleos de calidad en los sectores industriales tradicionales
10. Crear encadenamientos productivos a partir del sector primario para generar más trabajo y más desarrollo
11. Potenciar la actividad turística para el desarrollo territorial sustentable a partir de la gran biodiversidad local.
En la primera misión se apunta a exportar más agroindustria, pero también energía, minería, manufacturas, servicios basados en el conocimiento y turismo.
Todo muy lindo, pero el problema es cómo implementar las misiones. “El plan incluye múltiples recomendaciones de política pública, con propuestas a gran escala (proyectos de ley) y a pequeña escala (por ejemplo, programas más micro”, dice el programa y menciona:
“Normativas relevantes ya sancionadas que potencian el desarrollo productivo y la generación neta de divisas: leyes de economía del conocimiento (2020), de Fondo para la Defensa (FONDEF) (2020), del financiamiento de ciencia y tecnología (2021), de cannabis medicinal (2022), automotriz (2022), de nanobiotecnología (2022), nuevo régimen de bienes de capital (2022). Proyectos de ley relevantes pendientes que potencien a futuro el desarrollo productivo y la generación neta de divisas: de electromovilidad (enviada en 2021, aunque tiene espacios de mejora), promoción del hidrógeno (en elaboración), de promoción del gas natural licuado (GNL) (en elaboración), de promoción hidrocarburífera (en elaboración), de grandes inversiones (existe proyecto de 2019 a ser mejorado) que habiliten grandes proyectos en sectores como petroquímica, foresto-industria; ley agrobioindustrial (enviada en 2021, aunque tiene espacios de mejora); políticas productivas nodales de la gestión, financiamiento para inversiones en sectores ahorradores de divisas y/o estratégicos; infraestructura para el desarrollo productivo (por ejemplo, gasoducto Néstor Kirchner), digital (Plan Conectar) y obras públicas; capital emprendedor para generar capacidades en sectores estratégicos (salud, digitalización, industria 4.0, transición energética, movilidad sostenible, alimentos innovadores y saludables, industrias de la defensa); desarrollo de proveedores (para Vaca Muerta, minería, automotriz, agroindustria, defensa); destrabar potencial de hidrocarburos offshore; sustitución de importaciones en sectores estratégicos con alto potencial (por ejemplo, industrias de la salud); formación en competencias (Argentina Programa, centros de formación para oficios en sectores tradicionales); capacitación, asistencia técnica y financiamiento para pymes (por ejemplo, en mejora de la gestión, diseño, calidad, exportación, digitalización, mejora ambiental); simplificación administrativa y facilitación de trámites; esquema de retenciones y reintegros que incentive agregación de valor (por ejemplo, diferencial en oleaginosas o incremental en automotriz); fortalecer a la empresa estatizada IMPSA para ganar capacidades locales en la transición energética; promoción del turismo de naturaleza y turismo receptivo a partir del programa La Ruta Natural; mejorar la coordinación al interior del sector público y entre Nación y provincias para evitar esfuerzos duplicados o políticas contradictorias”. Pero el plan también aclara que todo esto no es posible sin dos palabras mágicas: “estabilización macroeconómica”, y agrega: “Sin la cual es imposible invertir y crecer sostenidamente”.
Más allá de las rencillas dentro del Frente de Todos, el diputado y economista Hagman, referente del precandidato presidencial Juan Grabois, comparte el plan planteado por Schteingart: “Con mayores o menos críticas que podemos tener, me parece que ahí hay una guía”. “Nuestro planteo frente a ese plan es incorporar la agenda de los sectores populares, pero la cuestión más propia de la matriz productiva está bien planteada”.
Los servicios basados en el conocimiento no se consolidan por el costo de un esquema antiexportador que obliga a liquidar por debajo del valor, llevando a que los argentinos vendan barato su trabajo por debajo del radar
En la oposición, Levy Yeyati elaboró también un Programa Argentina 2030 en el gobierno de Mauricio Macri, aunque poco tiempo después también dimitió. En Twitter se define como “economista obsesionado por el desarrollo”. Profesor de la Universidad Di Tella, se ha integrado a los equipos del radicalismo, que lleva como precandidato presidencial a Gerardo Morales. “Aclaremos algo desde el comienzo -arranca Levy Yeyati-. La Argentina depende de la oferta de divisas porque suelen faltar dólares: la inestabilidad macro genera una dolarización de ahorros que se refleja en una salida de dólares por la cuenta financiera. La oferta de divisas, a su vez, depende de la cosecha porque el resto de las exportaciones creció por debajo de su potencial: no se trata de que el sector agropecuario reduzca su incidencia, sino de que aumente la incidencia de otras exportaciones. ¿Cuáles? Energía y minería tienen un potencial no explotado. El turismo receptivo sufre por la mala conectividad aérea y terrestre y por el laberinto de controles. Los servicios basados en el conocimiento no se consolidan por el costo de un esquema antiexportador que obliga a liquidar por debajo del valor, llevando a que los argentinos vendan barato su trabajo por debajo del radar. Y la falta de acuerdos comerciales conspira contra la penetración de manufacturas de alto valor en mercados extranjeros”.
“Con estabilidad, sin brecha cambiaria, inversiones en recursos naturales e integración comercial, las exportaciones agropecuarias seguirían siendo un componente importante, pero con exportaciones más diversificadas el impacto de una sequía sería menor”, continúa Levy Yeyati. “Agreguemos a esto que la estabilidad abarata el costo de un seguro contra riesgos climáticos, lo que atenuaría el impacto secundario de la sequía sobre la capacidad de inversión y producción de pequeños productores endeudados o con poca espalda financiera”, concluye el economista ahora enrolado en la UCR, ex economista jefe del Banco Central en 2002.
AR
0