El Gobierno anticipa que, por la guerra, la inflación en los próximos meses será peor de lo previsto
Febrero arrojó un dato horrible de inflación, y eso que para entonces ya se había anunciado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), Máximo Kirchner lo había rechazado, los dólares paralelos habían comenzado a bajar y a fines de ese mes había estallado la guerra de Ucrania, con el consiguiente encarecimiento de la energía y los alimentos en el mundo. El Gobierno anticipa que la situación de precios empeorará en los próximos meses.
“La realidad es que la guerra de Rusia y Ucrania llegó a la Argentina con más aumento de precios. Y no sólo a la Argentina”, se justifican en el Ejecutivo. “Los próximos meses están muy afectados por todo esto y la inflación va a estar más alta de lo previsto antes de la guerra”, reconocen.
“Hoy, la invasión rusa de Ucrania está desencadenando el mayor shock de materias primas desde 1973 y una de las peores interrupciones en el suministro de trigo desde la Primera Guerra Mundial”, analizan en los pasillos de las oficinas gubernamentales. “Rusia y Ucrania, ambos países, conforman un bloque que es el principal proveedor mundial de trigo, del cual dependen en gran medida los países del norte de África y los del sudeste asiático. Juntos representan el 29% de las ventas internacionales anuales. Entre Rusia y Ucrania producen además a nivel mundial el 20% del maíz y el 80% del aceite de girasol. La falta de este último impulsó a la suba del precio de todos los aceites vegetales, como el de soja. En cuanto al aluminio, Rusia es el tercer productor mundial, detrás de China e India. Exporta gran parte de su producción a países como China, Estados Unidos, Japón, Turquía y la Unión Europea.”
“Está claro que hoy no se trata sólo de atacar los problemas domésticos para contener la inflación”, concluyen en el Ejecutivo. “Hay una variable que no se controla que es la guerra y la volatilidad de los precios. Y a ello se le suma la incertidumbre”, agregan mientras Alberto Fernández anticipa que lanzarán esta semana un plan antiinflacionario. Varios funcionarios vienen reclamando para que se lo anuncie, desde los ministros de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, de Trabajo, Claudio Moroni, de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, y de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, hasta las secretarias de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco, y de Empleo Público, Ana Castellani.
Aunque la cabeza del programa está en el ministro de Economía, Martín Guzmán, Fernández está ocupándose personalmente y el titular de Agricultura, Julián Domínguez, también se ha involucrado. Esta semana, Domínguez concretará la suba de retenciones a la harina y el aceite de soja, según fuentes oficiales. Lo negoció el lunes con la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA). Pero esa será una medida de varias que integren todo un paquete antiinflacionario.
En el Gobierno analizan la inflación desbocada de alimentos en febrero y advierten de que “una toma de ganancias anticipada en mercados muy concentrados” amplificó la suba de precios, aunque reconocen que “no es la causa última”. En realidad, algunos de los alimentos que más subieron el mes pasado corresponden a mercados con pocos jugadores (leche, huevos, cerveza, carne vacuna, manzana, limón) y otros son de plazas atomizadas (naranja, papa, cebolla, lechuga, tomate). En el Ejecutivo insisten en que la guerra, que comenzó el 24 de febrero, ya impactó en los precios de ese mes de forma inmediata.
Desde el cristinismo apuntan contra el plan de Guzmán y el FMI. La economista Fernanda Vallejos twitteó: “1. Urge un esquema adecuado de derechos de exportación. 2. La regla cambiaria del FMI es INVIABLE. Los pueblos no se suicidan”. Es decir, pide subir retenciones, algo que el Gobierno quiere acotar a dos subproductos de la soja, dejando sin cambios a las exportaciones de granos de esa oleaginosa, de trigo, maíz y girasol. Y además Vallejos critica que el dólar vuelva a subir a la par de la inflación, como en 2020, y no menos, como en 2021. Por último, disparó contra la prevista suba adicional de tarifas de luz y gas para la clase media, de un 20% adicional al 20% aplicado en marzo: “En este contexto, más que nunca, aumentar el precio de los regulados, tarifazos, como pretende el FMI también es descabellado desde lo económico e inmoral desde lo social. Bue... el FMI es inmoral”.
En un banco internacional reconocen que la invasión rusa de Ucrania ya impactó en los precios argentinos de febrero: “La cotización del trigo empezó a impactar en febrero y debería ser mayor en marzo”. Juan Pablo Paladino, de la consultora Ecolatina, analiza los datos del mes pasado: “En febrero volvió a subir fuerte estacionales (+8,4%), al igual que en enero, por aumentos en verduras, frutas y, en menor medida, indumentaria. Pero, a diferencia de enero, subieron más carnes y lácteos. Esta conjunción llevó a que alimentos suba 7,5% a nivel nacional. También incidieron las subas en naftas, bebidas alcohólicas y alquileres”.
“Tuvimos fuertes aumentos en muchos rubros, obvio para destacar alimentos”, observa Juan Luis Bour, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). “Los regulados crecieron por debajo. Ahora en marzo van a estar bien arriba (por luz y gas). Primera semana ya mostró que marzo apunta a 5% o algo más. La guerra no influyó en febrero más que en panificados, de modo que la explicación es por un lado fuerte emisión monetaria en verano para cubrir déficit fiscal alto, la retroalimentación de una inflación alta y la previsión de que habría saltos en tarifas en marzo y abril”, completa Bour.
Juan Miguel Massot, de la Universidad del Salvador, opina que el dato de febrero “entierra varias ideas poco razonables en materia de política económica”: “El gradualismo, el expansionismo fiscal con emisión monetaria y la falta de un ministro de Economía fuerte con un amplio equipo son tres de ellas”. Su par Hernán Hirsch, de FyE Consult, considera que el alza del mes pasado “es la consecuencia de la política económica hiperexpansiva adoptada en los últimos cuatro meses del año pasado, que terminó con un diciembre con un financiamiento monetario al fisco del 25% de la base monetaria”. Eran los tiempos electorales, cuando Cristina Fernández de Kirchner acusaba de ajuste a Guzmán, antes de que este cerrara el acuerdo con el FMI, que implicará un fuerte recorte de la emisión. “Hay que sumar los componentes del actual proceso inflacionario que incluyen la propia inercia, una paulatina salida a los programas de precios reprimidos del año pasado (el congelamiento que impuso en la campaña el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti) y el debilitamiento de las anclas cambiarias y tarifarias”, concluye Hirsch.
AR
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