Massa y Pesce sueltan los dólares financieros para dejar de perder reservas mientras piden al FMI divisas para reforzarlas
Desde que hace una semana el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó que la inflación ascendió al 8,4% en abril, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) reforzó sus intervenciones para evitar un salto de los dólares financieros y sacrificó unos US$ 50 millones diarios de reservas hasta que este jueves puso punto final. Es que los inversores habían armado un rulo para ganar plata comprando barato dólar MEP (Mercado Electrónico de Pagos) a $ 434 y vendiéndolo caro en el blue a $ 487 (ayer cerró a $ 488). “No queremos una brecha grande entre el oficial (ahora a $ 241) y los financieros (que saltaron el jueves a $ 473 el MEP y a $ 495 el contado con liquidación, CCL), pero tampoco queremos gastar muchos dólares ni que el mercado piense que los financieros están baratos”, explican en el equipo económico, en el que coordinaron la movida el ministro de Economía, Sergio Massa, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce. El objetivo de la autoridad monetaria es que la brecha no supere el 100%, pero ahora está 105% con respecto al CCL, que es el que usan los grandes inversores para girar dinero al extranjero.
“En este nuevo nivel de los dólares financieros, quizá empiecen a parar la demanda”, esperan las autoridades. “Con una tasa de interés efectiva anual que subimos al 155% para las Leliq (Letras de Liquidez, que el Central coloca a los bancos para que estos remuneren los plazos fijos) y un dólar MEP a 473 pesos, la tasa se vuelve tentadora. Porque, ¿quién puede creer que el dólar se va a ir a $ 1.000 en un año?”, agregan. En el Gobierno calculan que la moneda norteamericana podría dispararse a $ 9.000 si Javier Milei ganara las elecciones presidenciales e intentara dolarizar, pero al mismo tiempo leyeron su plataforma electoral que relegó a “reforma de tercera generación” la idea de eliminar el Banco Central. Sólo pocos países, y con economías pequeñas, carecen de esta institución: Andorra, Micronesia, Islas Marshall, Kiribati, Nauru y Panamá.
Abril suele ser un mes de fuerte superávit comercial por la cosecha de soja y maíz, pero este año dio déficit porque la sequía redujo las toneladas levantadas en un 37% y 27%, respectivamente, según un informe que manejan en el plantel de Massa. También cayeron las recolecciones de trigo 43%, algodón -insumo clave de la ropa- 36%, yerba mate 23% o uva 25%. La sequía y la gripe aviar explican en parte por qué en la Argentina los alimentos suben más que la inflación, según reconocen economistas como Hernán Hirsch y Ricardo Delgado, no sólo en el despacho del secretario de Comercio, Matías Tomboloni. Con la caída de la cosecha y el alza del dólar paralelo, el dólar soja 3 a $ 300 apenas recauda reservas y lo que entra se va en intervenciones en la plaza cambiaria.
En el mercado esperan que cuando termine el dólar soja 3, el 31 de mayo, se lance la versión 4 a un precio mayor. También especulan que, para cuidar sus activos, el Central también eleve más el precio de ciertas importaciones que no afecten la canasta básica, aunque por ahora las autoridades han optado por desalentarlas postergando sus plazos de pago. A su vez, critican que la suba de tasas, que ubica el rendimiento del plazo fijo en el 8% mensual, aún corre por detrás de la inflación, por lo que resultaría insuficiente para calmar los impulsos hacia el dólar. El encarecimiento del dinero que decidió el equipo económico el pasado sábado, como reacción al 8,4% de inflación, fue realmente heterodoxo porque al mismo tiempo que subió el precio a los depósitos a plazo y las Leliq, lo abarató para las pymes y las tarjetas de crédito en el marco del plan Ahora 12 con la idea de expandir la oferta ante la inflación y alentar el consumo ante las primarias de agosto. “Somos peronistas y nos gusta ganar elecciones”, se justifican en el Gobierno, mientras se multiplican los precandidatos tras el renunciamiento de Cristina Fernández de Kirchner, desde Massa, Daniel Scioli, Eduardo “Wado” de Pedro, Agustín Rossi, Juan Grabois hasta el tapado Axel Kicillof. Pero en el equipo económico reconocen que la suba de tasas para desincentivar el dólar paralelo también pone un piso a las expectativas inflacionarias y, a la vez, puede resultar un día insuficiente si cualquier evento como un buen resultado de Milei impulsa un pánico que desarme plazos fijos para correr hacia la moneda estadounidense. En cambio, no los inquieta la salida de depósitos en dólares. Tampoco a los bancos, que consideran que en su mayoría son fondos de empresas para sus transacciones. Hacen oídos sordos a las advertencias que lanzó el ex ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, que esta semana quedó en la mira por los incumplimientos normativos en la toma del crédito récord que el gobierno de Mauricio Macri consiguió en el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018.
En el organismo que dirige la búlgara Kristalina Georgieva comprenden que esta vez no es culpa de la Argentina que se haya descuajeringado todo el programa acordado en 2022. El año pasado se cumplieron las tres metas del acuerdo: las de ajuste fiscal y monetario y la de acumulación de reservas. Pero ahora se incumplieron todas por la sequía, que redujo la recaudación tributaria, elevó el rojo de las cuentas públicas, que a su vez debió ser asistido con más emisión de pesos -el mercado de deuda local tiene un límite y el extranjero quedó vedado otra vez a la Argentina ya en tiempos de Macri-, al tiempo que cayeron los activos del Central. El FMI entiende que en esta oportunidad el calentamiento global fue el responsable y que la función para que la que fue creado en 1944 radica en asistir a países con crisis de balanza de pagos, como la que padece ahora la Argentina.
“La pregunta es cómo y en qué magnitud nos ayudará el Fondo”, reconocen en el equipo económico. “No te la hacen fácil. Algo vamos a tener que hacer. Siempre piden devaluación, aunque no desbocada porque explota todo, pero esta vez piden sobre todo ajuste fiscal. El Gobierno no va a aceptar pérdidas de salario real de los más humildes, por lo que será necesario compensar cualquier impacto de una devaluación”, añaden. El equipo negociador, que integran Gabriel Rubinstein, Leonardo Madcur, Marco Lavagna, Raúl Rigo, Eduardo Setti, Jorge Carreras y Germán Feldman, pretende que el FMI adelante todos los giros comprometidos para 2023 y 2024 por US$ 13.000 millones. Con ese dinero se abonarían los 10.000 millones que vencen este año del préstamo de Macri y se destinarían 3.000 millones para reforzar las reservas y compensar así sólo en parte la caída de 20.000 millones que provocó la sequía. Estos 3.000 millones podría usarse para contrarrestar corridas de los dólares financieros en la campaña electoral y para financiar importaciones, de modo de seguir sosteniendo el notable crecimiento industrial.
¿El Fondo le dará dinero a la Argentina para usar con un fin que no es devolverle el financiamiento de 2018? En el Gobierno confían en que sí porque vaticinan que los US$ 3.000 millones de vencimientos de 2024 se podrán abonar con los recursos extra que traigan una cosecha normal, una balanza comercial energética que pasará del déficit al superávit por el gasoducto Néstor Kirchner -que se inaugura dentro de un mes- y las nuevas exportaciones de litio -en junio, una de las dos minas que ya producen en el país triplicará su producción tras una fuerte inversión-. Habrá que ver qué responden en el Fondo. El staff del organismo está bastante disgustado con la Argentina por el incumplimiento de todas las metas, pero en el directorio -donde pesan sobre todo Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido- decide la geopolítica en un mundo cada vez menos multilateral y más polarizado. “Washington no quiere más kilombos en la región: ya los tenés en Ecuador con elecciones anticipadas, Perú con el presidente depuesto, Chile con una asamblea constituyente en contra del gobierno”, analizan en el equipo económico. De todos modos, fuentes diplomáticas aseguran que Estados Unidos estuvo hace poco a punto de dejar el “grupo de países favorables a la Argentina”, pero el gobierno de Joe Biden fue convencido de seguir en esa posición por un aliado inesperado para nuestra nación, Reino Unido, que suele sostener la opinión de que debe darse prioridad a “garantizar la estabilidad”. China, en tanto, siempre se muestra de manos abiertas: ahora aceptar elevar la libre disponibilidad del swap de 5.000 millones de dólares a 10.000 millones, de modo de usar más yuanes y menos dólares en el comercio bilateral.
“La negociación a nivel técnico va bien por ahora, ya que el equipo de Massa entiende muy bien las condiciones y la necesidad de tomar medidas para asegurar la estabilidad financiera”, comentan otras fuentes diplomáticas. “El Fondo ve que es muy importante que el Gobierno muestre el compromiso político al programa y ejecutar las medidas necesarias antes de la reunión de ejecutivos del FMI”, agregan. Es decir, el organismo pretende que, antes de recibir desembolsos, el Gobierno acelere el ajuste del gasto. Por eso en abril lo recortó 14% en términos reales al licuar jubilaciones y partidas sociales por la elevada inflación y eliminar los subsidios energéticos al 35% de la población de mayores ingresos. En cambio, la depreciación del peso oficial va con atraso respecto del índice de precios al consumidor (IPC), no porque así lo busque el Central, sino porque se guía por el indicador del mes pasado, que se difunde dos semanas después de finalizado, y el problema es que este termina siendo peor a lo esperado. Para mayo, el equipo económico aguarda otro 8 y pico por ciento, como en abril, y descarta que trepe al 9% o 10%, como temen algunos operadores del mercado.
“Por ahora los integrantes del directorio tienen poca información porque todavía el gobierno argentino está conversando con el staff del Fondo: todavía no les presentaron nada sobre posibles cambios o adelanto de desembolsos”, comentan diplomáticos. “Parece que lo más probable es que sigan siendo flexibles con el cumplimiento de metas, pero que a cambio el Fondo pida a Massa algunos ajustes. Desde la visita de Alberto Fernández y Massa a Washington, Estados Unidos está siendo más amigable que antes”, agregan. En junio estaba previsto un giro del FMI para repagar la deuda de Macri. El incumplimiento de las metas del acuerdo impediría en teoría la transferencia, pero se descuenta que el organismo dará un waiver (exención) teniendo en cuenta el duro impacto de la sequía y, por tanto, el dinero comprometido llegaría. La duda es si además se anticiparán los fondos agendados para septiembre, diciembre y 2024. Pero está claro que al FMI no le interesa que este año la Argentina caiga en un atraso, que bloquearía otros créditos multilaterales y agravaría la crisis económica del país. En el peor de los casos, algunos economistas de contacto con el Fondo especulan con que se caiga en impagos en 2024 y que eso obligaría al próximo gobierno a ir a pedir financiamiento al Tesoro de Estados Unidos para salir de esa situación. Advierten que así Washington se aseguraría tener al futuro presidente en sus manos, lo que se da por descontado tanto con un triunfo opositor como si llegaran a ganar varios de los aspirantes oficialistas como Massa o Scioli.
AR/MG
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