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Opinión
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Milei se encomienda al Chanchito de Yeso y al Coloso para evitar la profecía de Keynes

Caputo y Sturzenegger, durante el acto en Tucumán.

Alejandro Rebossio

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A Javier Milei le gusta crear apodos. A su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, El Jefe. A su principal asesor de imagen, el sospechoso monotributista Santiago Caputo, Arquitecto y Rockstar. A su jefe de Gabinete, Guillermo Francos, Rulo de Estatua. A la vicepresidenta Victoria Villarruel, Bicho Cruel. A su ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, Desarmadora de Curros. Al de Economía, Luis Caputo, Chanchito de Yeso, porque “para sacarle un mango hay que romperlo todo”. Y al de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, Coloso. A estos dos últimos ha encomendado su apuesta a bajar la inflación como sea y a que la demorada recuperación económica se desate por las fuerzas, no del cielo, sino del mercado libre.

Su desafío es evitar la profecía del Botón, como defenestraban sus seguidores a su economista más odiado, pese a ser a uno de los referentes desde el siglo XX, el británico John Maynard Keynes. El presidente y autor del libro Desenmascarando la mentira keynesiana seguramente debería haber leído que el fundador de la macroeconomía moderna reconocía que las economías pueden mantenerse en desequilibrio por más tiempo de lo pensado pero un día terminan equilibrándose más rápido de lo que los economistas prevén. Los banqueros que negocian con el Chanchito de Yeso y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, las medidas previas a la salida del cepo están entusiasmados con la baja del gasto público y la inflación, pero advierten que crece un desequilibrio cambiario que puede ordenarse por fuerzas del mercado que lleven el dólar al cielo.

“A lo largo del último mes otros dos temas comenzaron a generar ruido en el mercado: 1) la menor capacidad de acumulación de reservas por parte del Banco Central y 2) vinculado a ello las críticas realizadas por el FMI (Fondo Monetario Internacional) hacia la política cambiaria y monetaria del gobierno”, advierte el reporte de julio de la consultora Dynamis, de los analistas políticos Ignacio Labaqui y Ana Iparraguirre.

“El FMI ha sido particularmente crítico del ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial y de la tasa real negativa que mantiene el Banco Central. El Gobierno por su parte teme que un levantamiento prematuro del cepo ponga en riesgo el único logro que puede mostrar ante la sociedad: el descenso de la inflación. El problema es que, sin un nuevo arreglo con el FMI y sin certezas respecto del levantamiento del cepo, parece difícil que se sostenga la baja en el riesgo país que el Gobierno necesita para recuperar el acceso al crédito internacional y poder despejar las dudas sobre una eventual reestructuración de deuda en 2025”, continúa Dynamis, que advierte sobre el incremento de la brecha entre el dólar financiero y los paralelos del 20% hace tres meses al 50% actual.

Después el informe advierte sobre la reacción negativa del mercado a la fallida conferencia que el Chanchito de Yeso Bausili ofreció hace dos semanas con Bausili bajo la mirada controladora de su sobrino el Arquitecto Rockstar. Allí no se precisó la fecha del levantamiento del control cambiario y se ratificó que el dólar oficial subirá 2% mensual, pese a una inflación que más que duplica ese ritmo. Allí sólo se anunció algo ya sabido: uno de los pasos previos que Milei se impuso antes de salir del cepo, el traspaso de la deuda del Banco Central, en manos de los bancos, al Tesoro, de modo de dejar de emitir moneda para remunerarla y reemplazarla por más esfuerzo fiscal. Los otros pasos son la negociación banco por banco del reemplazo de los puts, o seguros de recompra por parte del Central de los bonos que emitía el Tesoro en el anterior gobierno, lo que supone otra canilla de emisión; la liberalización del giro de ganancias de las multinacionales a sus casas matrices y el estrechamiento de la brecha cambiaria.

Dynamis señala “la disyuntiva que enfrenta el gobierno entre: a) sostener el actual esquema cambiario a riesgo de no acumular reservas y demorar la recuperación económica; y b) salir del cepo, lo cual traería aparejado un rebote en la inflación (que para algunos economistas sería moderado debido al ancla fiscal) y un probable costo en términos de aprobación”.

“Ninguna de las dos alternativas está libre de riesgos. El empecinamiento en mantener el esquema cambiario actual puede terminar siendo altamente perjudicial para el Gobierno, tanto en materia económica como política, si la incapacidad de acumular reservas mina la credibilidad del equipo económico. La preocupación por la gobernabilidad y la tolerancia social al ajuste es hoy menor entre los inversores, que más bien están poniendo bajo la lupa la consistencia y sustentabilidad de la política económica. Las dificultades en este frente pueden sin embargo complicar: 1) si bien la aprobación es elevada y estable, comienza a notarse un mayor pesimismo en la sociedad, particularmente en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) y 2) la oposición dialoguista probablemente se muestre menos contemplativa en el futuro con el Gobierno”, concluyen Labaqui e Iparraguirre, que ponen en duda que tras la aprobación de la ley Bases y el paquete fiscal el Congreso le apruebe al Coloso su norma para barrer con las hojarascas, reglas muertas que supuestamente entorpecen el funcionamiento económico, o toda la reforma electoral que pretende El Jefe y su asesor Eduardo “Lule” Menem.

Tras la conferencia de prensa del Chanchito de Yeso y Bausili, ambos recibieron tres días después a los banqueros y, mientras ocurría la reunión, uno de los principales bancos del país, el Macro, de Jorge Brito, ejecutaba el put para hacerse de $2 billones. La jugada del también presidente de River cayó mal en el Gobierno, pero señalan que se trató de un caso aislado. Sin embargo, en el mundo de las entidades financieras no descartan que otras sigan sus pasos en la medida en que necesiten liquidez.

Justamente, el presidente del Central y su segundo, Vladimir Werning, están negociando con cada banco para el traspaso de la deuda al Tesoro, que igualmente ofrecerá un seguro de liquidez, aunque no le llamen put, y también la reconversión de los puts en otros instrumentos menos generadores de emisión monetaria. No será un trabajo de resolución rápida, pese al entusiasmo con que los periodistas amigos del presidente libertario venden un pronto acuerdo.

“No hay una actitud de plantarse a pedir 'quiero mi liquidez'”, se diferencian fuentes de la banca extranjera. “Hay predisposición de respaldar a Caputo, sobre todo porque fue una alternativa para evitar la dolarización que quería Milei el año pasado. Hay coincidencia en la no emisión. Pero hay que dar más pasos para salir del cepo de los que menciona el Presidente: el campo debe liquidar la cosecha y el Gobierno debe hablar con el FMI. Caputo nos prometió que hablará con el Fondo y le pedirá ayuda porque están siendo excesivamente duros, mientras al Gobierno anterior les daban waiver sin conseguir resultados fiscales. Mientras, los economistas de la City nos dicen que compremos ahora dólares porque están baratos...”, describen en la banca foránea. El blue está a $1.450, pero el MEP, a $1.373, el contado con liqui, a $1.392 y el oficial, a $937.

En un banco nacional, un ejecutivo destaca que el Chanchito de Yeso “la viene llevando relativamente mejor de lo esperado, dado que su fuerte es ser trader, pero tiene obstáculos importantes para avanzar, incluso desafiando preceptos, eso de que el Estado no se mete, pero él patea aumentos de tarifas y pagos de deudas” a las energéticas.

“Primero hizo lo que había que hacer, achicar deficit, independientemente de si fue en serio o con maquillaje. Pero las multinacionales se siguen yendo aun con la promesa de apertura económica porque la inflación sigue altísima: la última fue Procter & Gamble, pero antes se fueron HSBC o Prudential. Las inversiones no llegan, no hay acceso a los mercados de deuda internacional, sólo algunas empresas de energía o agro que se financian localmente. Nada se va a corregir si no hay rumbo claro sobre cuándo levantar el cepo y cómo, que no te levante otra vez la inflación”, continúa el ejecutivo que antes se whatsappeaba con los funcionarios del equipo económico, pero en los últimos meses le empezaron a clavar el visto. A quien le teme es al Coloso: “Hay que ver qué hace Schwarzenegger”, lo confunde con el actor de Terminator, otro modelo de Milei. “Es un mono con navaja y lo demostró cada vez que fue funcionario. Difícilmente pueda encontrarse a alguien con menos cintura política”, alerta.

En los gremios de empleados estatales, hasta la moderada Unión Personal Civil de la Nación (UPCN), que dirige Andrés Rodríguez, teme que el Coloso venga a “romper todo”. En la industria aeronáutica se dividen aguas ante la desregulación que ya decretó el nuevo ministro. Fernando Dozo, experto en derecho aeronáutico, lo celebra, pero aclara que es “más programático que operativos” y no implica “cielos abiertos”, es decir, que cada quien puede venir del extranjero a operar con su personal y sin autorización local en el mercado aéreo. “No avanza sobre los regímenes laborables aplicables”, explica Dozo.

En cambio, el sindicalista Ricardo Cirielli alerta: “Es una demostración de que quieren terminar con Aerolíneas. Decir que la quieren privatizar es falso: sólo quieren cerrarla al desregular el mercado, permitir que cualquiera pueda abrir una empresa aérea y obtenga derechos a volar donde quiera. ¿Quién va a querer comprar una empresa si ya la va a tener y gratis?”. Quien fuera director de comunicación de Aerolíneas en los últimos gobiernos peronistas, Carlos Figueroa, coincide: “Es un paso más de los que viene dando el Gobierno en la entrega del negocio aerocomercial a los grandes jugadores globales. Ya ni siquiera hablamos que armen compañías argentinas, como fue LAN Argentina, con aviones matriculados acá y personal matriculado acá. Hablamos de que por ejemplo Avianca pueda venir con sus aviones y personal a operar rutas domésticas”.

Aunque mantengan diferencias operativas que después se ocuparon de negar, el Chanchito de Yeso y el Coloso han sabido trabajar juntos en tándem en el gobierno de Mauricio Macri. Los dos tomaban deuda alegremente entre 2015 y 2018, uno emitiendo bonos como ministro de Finanzas y el otro, las Letras del Banco Central (Lebac) cuando dirigía este organismo. Así fue entraron capitales especulativos que atrasaron el tipo de cambio. Hasta que un día los inversores financieros extranjeros se dieron cuenta que ya le habían prestado demasiado de Argentina y empezaron a irse en en manada, lo que provocó un salto del dólar. Ninguno de los dos sobrevivió en el equipo económico de Macri.

¿Lograrán que ahora lleguen inversiones, pero no de corto plazo sino de largo? La mano derecha del Chanchito de Yeso para las cuestiones en las que no le interesa meterse, el secretario de Planeamiento y Gestión para el Desarrollo Productivo y la Bioeconomía, el empresario Juan Pazo, pisa cada vez más fuerte. Esta semana se cargó al secretario de Agricultura, Fernando Vilella, demasiado identificado con la Agenda 2030 de la ONU, con sus objetivos verdes adentro, más allá de que como decano de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires fue un paladín del agronegocio.

La semana anterior acordó con un fondo de inversión norteamericano, IAF, y una empresa del mismo origen, ARC Energy, un preacuerdo para privatizar sin licitar la fabricante de turbinas hidroeléctricas y molinos eólicos Impsa. El Ministerio de Economía justificó la urgencia en la necesidad de “sanear la deuda de la compañía, que asciende actualmente a US$500 millones, y garantizar la continuidad de sus operaciones, que genera más de 700 empleos y alimenta a una extensa red de proveedores pymes”. Pero el exsecretario de Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, niega su estado crítico: “Ni bien asumí (en 2022) la dimos vuelta, le dimos contratos, ganamos una licitación de un puente para la Armada norteamericana, le bajamos la deuda, no tomamos a nadie de más. Por supuesto, si después no le pagan los contratos, no tiene sentido...”.

Habrá que ver si Pazo se mueve para contrarrestar la ola de inversiones por US$20.000 millones que está llegando a la industria automotriz brasileña para reconvertirse hacia la electromovilidad. Aquí, en la Argentina, este sector ni siquiera se incluyó en el Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI). En las fabricantes de vehículos consideran que se necesita que el Congreso vote una ley específica que las apoye. No corrieron la misma suerte que el único de los siete sectores apoyados por el RIGI que es industrial: la siderurgia, donde actúa uno de los grupos económicos con más exejecutivos como funcionarios libertarios, Techint.

AR/JJD

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