Pronostican una sequía que podría afectar a la cosecha de soja y maíz de 2022 y al ingreso de dólares
El año próximo puede volver a quedar en evidencia la falta de desarrollo en la Argentina de sectores económicos que no dependan de las condiciones climáticas. Una sequía puede reducir la cosecha de soja y maíz y así agudizar la escasez de divisas que sufre el país.
En un informe del jueves pasado de la Bolsa de Comercio de Rosario, se advirtió que “la NOAA (siglas en inglés de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, de Estados Unidos) ha vuelto a subir la probabilidad de La Niña para el próximo verano, pasando de un 67% a un 70%” y “en los últimos 35 años, hubo tres campañas con Niñas consecutivas: fueron tres de las peores campañas de soja y maíz de la Argentina”. La Niña es un fenómeno climático frío que puede agravar las sequías o las inundaciones en determinadas partes del planeta.
“La NOAA deja claro que hay una firme tendencia a que se instale una Niña que condicionaría las lluvias que recibe la Argentina, sobre todo entre los meses que van de noviembre a febrero”, advierte la bolsa que monitorea la operatoria de granos desde el puerto sojero y maicero por excelencia del país. Entre octubre y diciembre se planta la soja y desde marzo se la cosecha.
“Lo que resta ahora es responder cuál será la intensidad del evento. En los años Niña, las regiones agrícolas de la Argentina reciben entre un 20 a un 30% menos de lluvias que las normales dependiendo de la intensidad del evento. Pero hay algo que agrava esta situación: sería por cuarta vez en 35 años otra campaña gruesa (la de soja y maíz) afectada por dos Niñas consecutivas. Y para los cultivos de soja y maíz eso tiene muy malos antecedentes. En los últimos 35 años, hubo tres campañas afectadas por dos Niñas consecutivas: 2008/2009, 2011/2012 y la 2017/18. Para soja, los números nacionales muestran, en la primera un rinde de 18,6 qq/ha (quintales por hectárea) y que se perdió el 38% de la cosecha. En la segunda, 22,6 qq/ha y fue un 23% la pérdida. La reciente 2017/18 terminó con 21,5 qq/ha y se obtuvieron sólo 35 Mt (millones de toneladas) de los casi 52 que se esperaban (32% de pérdida). Para maíz, los rindes nacionales para dichas campañas son: 55,2 qq/ha; 53,4 qq/ha y 59,76 qq/ha, respectivamente, cuando el promedio del maíz a nivel país está en los 80 quintales”, advirtió la bolsa.
No obstante, Julio Calzada, el economista a cargo de los estudios de la Bolsa de Rosario, considera que aún resulta “muy temprano para calcular” cómo se reduciría la cosecha y el ingreso de dólares al país. “Sería temerario porque todavía no está definido. Lo de La Niña responde a modelos de proyección que marcan una posibilidad”, aclara Calzada.
Su colega Nicolás Zeolla, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), también se muestra prudente: “Quizá pueda impactar a la baja en las cantidades de soja y maíz, pero es algo pronto para evaluarlo. Si se atrasa la siembra de soja, no te dar para hacer soja 'de segunda' y eso bajaría la superficie sembrada total”. La soja de primera es la que se siembra en octubre y noviembre y la de segunda, la que se cultiva en tierras donde en diciembre se levanta la cosecha de trigo.
“Sequía o caída de precios internacionales es game over”, alerta Emmanuel Álvarez Agis, de la consultora PxQ. “Con la soja a US$ 600 estamos contando los dólares... Imagínate a 400... o con una sequía equivalente”, agrega el ex viceministro de Economía. Lo mismo opina Nicolás Pertierra, del Centro de Estudios Económicos Scalabrini Ortiz (CESO): “Una sequía sería muy complicada porque el saldo comercial no es mucho. Este año serán unos 11.500 millones de dólares. El año que viene, si se sigue creciendo, eso va a hacer que sean menos de 10.000 millones. Y una sequía te puede significar unos 5.000 millones, tranquilamente. Sería un escenario que obligaría a reducir la actividad para importar menos por falta de dólares”.
“Dado que la Argentina es un productor importante de soja, una sequía puede provocar alguna compensación en cuanto a suba de precios internacionales, pero en líneas generales el efecto neto es bastante negativo”, analiza María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos. “Por ejemplo, en 2018 fue fuerte el impacto en la actividad económica y sobre todo en la disponibilidad de divisas. Por el contrario, años como 2021, en los que la cosecha no fue tan buena pero tuviste una suba brutal de precios, tuviste un impacto muy positivo en cuanto a divisas”, evalúa Castiglioni. La economista además señala que el país de por sí se encuentra en un “contexto de pocas reservas, con un tipo de cambio oficial que está atrasándose bastante respecto de la inflación, con presiones para corregirlo una vez pasadas las elecciones, en el verano”. Una sequía podría agravar esas tensiones, según ella. Sin embargo, admite que un eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tras los comicios podría contener la demanda de divisas.
Tanto Daniel Artana, economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), como Fernando Marull, de la consultora FMyA, también recuerdan el impacto en 2018. Marull advierte que el efecto se sentiría esta vez también en el segundo trimestre, justo cuando ocurre la cosecha y se esperan más ingresos de dólares. Martín Rapetti, de la firma Equilibra, describe un escenario así como “muy malo”.
Daniel Marx, de Quantum Finanzas, considera que aún es prematuro formular pronósticos y apunta a que será clave un eventual programa con el FMI que postergue los vencimientos de deuda y, por tanto, la salida de dólares por esa vía. Ese acuerdo debería firmarse antes de marzo próximo, fecha en que la Argentina debería empezar a devolver la mayor parte del megapréstamo que tomó el gobierno de Mauricio Macri. Sería justo antes de la cosecha, remarca Marx. Solo entonces podrá advertirse el impacto en el dólar, según el ex secretario de Finanzas.
Pablo Repetto, de GRA Consultora, también teme un 2022 “complicado” si cae la cosecha. “Suponiendo que hay un acuerdo con el FMI, es de imaginar que, aunque permitan control de cambios, este debería tener mucha menos discrecionalidad. -analiza Repetto- Con eso solo ya es un factor de presión sobre el dólar. Si a eso le sumas una sequía, el FMI te va a pedir que no actúes contra la tendencia: 'Si tenés menos oferta de dólares, tenés que dejar que suba'. Así que provocaría tensión cambiaría y quizá discusiones con el FMI de cómo afrontarlo. Sin acuerdo con el Fondo, me imagino una tensión permanente con más represión a dólares libres, más brecha”, se refiere a los tipos de cambio paralelos, tanto el ilegal blue como los legales contado con liquidación (CCL) y MEP (siglas de mercado electrónico de pagos).
AR
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