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El lobby

Un rescate de los ciclistas financieros al estilo Cositorto

Con un mercado convulsionado y pese a la recesión, hay quienes encuentran algunas oportunidades rentables.

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Como cuando le dobló el brazo a su ahora colega de gabinete Federico Sturzenegger y convenció a Mauricio Macri de intervenir para frenar la suba del dólar en 2018, hasta que se le fue de las manos y terminó eyectado él también, Luis Caputo volvió a gritar all in. Esta vez su instinto de trader lo llevó a apostar las reservas del Banco Central a que el mercado no le quitará el respaldo a Javier Milei. Una decisión que tensó al máximo la relación con el Fondo Monetario y que volvió a empujar hacia arriba el riesgo país, mientras el consumo y la inversión en los sectores reales de la economía no encuentran piso. 

Quienes pasaron desapercibidos son los beneficiarios inmediatos de la decisión, los mismos fondos especulativos que entraron al país entonces y cuya huida disparó a los pocos meses la devaluación que enterró las chances de reelección de Macri. Esta vez, los que cambiaron dólares por pesos a $1.300 en los días siguientes a la aprobación de la Ley Bases, a fines de junio, y que habrían perdido como en la guerra si el ministro no hubiera anunciado que sacrificará la meta de acumulación de reservas en pos de mantener a raya en el cortísimo plazo la brecha entre el tipo de cambio oficial y los paralelos. 

Tal como se publicó en esta columna el 7 de julio, una modesta pero para nada despreciable marea de hot money bañó por esos días la plaza porteña, encabezada por bancos grandes como Goldman Sachs, que compró letras del Tesoro en pesos que vencen en los próximos 60 días. Venían a andar en bicicleta: aunque el 3,57% efectivo mensual que pagan letras como la S12L4 no compensa la inflación mensual, ese rendimiento se convierte en un apetitoso 3,57% en dólares si el inversor entra y sale de la moneda doméstica al mismo precio de la divisa. 

El anuncio de “emisión cero” y la ratificación del blend que permite liquidar 20% de la cosecha en el mercado paralelo apuntó a convencer el viernes 28 de junio a esos capitales golondrina de que la brecha no crecería más. Los más audaces apostaron por Toto, pero la brecha se disparó igual. Cuando el blue tocó $1.500, las alarmas en Wall Street se encendieron y Caputo recibió varios llamados coléricos desde líneas con el prefijo 212, de Manhattan, como los que todavía usan al menos dos miembros del equipo económico. 

Fue el puntapié inicial de la “fase Cositorto”, en la que Caputo se entregó a un frenesí parecido al que protagonizó el fundador de Generación Zoe antes de caer preso en abril de 2022. El mismo final abrupto de todas las estafas piramidales: desvestir un santo para vestir a otro. Primero avisó desde el retiro de magnates de Idaho al que acompañó a Milei que recompraría con reservas los pesos emitidos para comprar esas mismas reservas, pero en el mercado paralelo. Al día siguiente, el domingo, a una hora y media de la final de la Copa América y para intentar anticiparse al derrumbe de los bonos en dólares que sobrevendría el lunes, su incondicional Pablo Quirno improvisó otro anuncio: la adquisición anticipada de los dólares para pagar los intereses de los bonos Globales y Bonares que vencen en enero de 2025. 

Los ciclistas respiraron aliviados. Aunque el blue nunca perforó los $1.400 y cerró la semana a $1.445, el ‘contado con liqui’ y el ‘dólar bolsa’ se acomodaron en torno a los $1.300 previos al 28 de junio. Cuando venzan las letras que compraron, esos fondos podrán retirarse ganadores. La contracara fue una semana tétrica para las reservas: el jueves y el viernes el Central sacrificó U$S62 millones y U$S106 millones respectivamente más que nunca en el mes y la semana cerró con 659 millones menos. El riesgo país en torno a los 1.600 puntos reflejó la inquietud de los acreedores en moneda dura, que pretenden ―igual que el Fondo― cobrar de esas mismas reservas menguantes. Para peor, el número dos del Central, Vladimir Werning, admitió en Nueva York que están otra vez en terreno negativo neto.   

De huevo podrido a ruleta rusa

¿Cuánto aguanta un esquema así? La respuesta históricamente fue inversamente proporcional al interés de corto plazo que ofrece el mercado financiero. Quien compró bonos Bopreal (BPY26) esta semana, por ejemplo, aguarda un upside descomunal, del 17% en dólares, hasta su vencimiento. Quien hizo “puré” entre el blue y el ‘dólar bolsa’ (como hacían durante el gobierno de Alberto Fernández quienes compraban los U$S200 por persona que se permitían en el mercado oficial y los vendían en el paralelo) llegó a obtener $550.000 en un arbitraje de un día para el otro con U$S5.000 de capital inicial. 

Los que se sienten timados como por Cositorto son los que se ven obligados a vender al precio oficial. Lo escribió el divulgador liberal disidente Roberto Cachanosky, cuyo sobrino sonaba como funcionario cuando todavía vivía el sueño dolarizador de Emilio Ocampo: “El Banco Central estafa dos veces al exportador: 1) cuando le compra sus dólares a un tipo de cambio menor a la del mercado y 2) cuando usa sus dólares comprándole barato y vendiendo más caro”. No casualmente apenas fue liquidada menos de una cuarta parte de la campaña de soja, ya cosechada completamente. 

El envío de dos camiones blindados llenos de oro a Londres, que confirmó el propio Caputo el viernes por la mañana, es parte del mismo desenfreno apostador que vuelve a remitir a quienes mantenían su fe en Cositorto incluso cuando ya había llegado a los noticieros, empeñando las joyas familiares si era preciso. ¿Cuánto dinero fresco puede haber adelantado el Banco de Pagos de Basilea a cambio del envío de esos casi U$S500 millones en oro? ¿Qué riesgo de que lo embarguen en el futuro implica? ¿Y si quienes piden incautarlos son los mismos fondos que Caputo viene de rescatar ahora, u otros que puedan ver incumplidas mañana sus cuantiosas promesas de hoy? ¿No le embargaron acaso a Venezuela 30 toneladas de oro que tenía en Londres ayer nomás, en 2020?

Menos visceral que Cachanosky, desde la heterodoxia, el director de la consultora PxQ, Emmanuel Álvarez Agis, evaluó así las dos alternativas que se abren. “Si el gobierno opera agresivamente sobre la brecha con el objetivo de reducirla y así salir del control de cambios con un menor salto devaluatorio, esto será a costa de empeorar su posición de reservas, lo cual reduce su capacidad de estabilizar el mercado el día después de la salida. Si, por el contrario, el gobierno toma esta medida porque entiende que el horizonte de salida del cepo se extendió, la medida tiene patas cortas, puesto que en algún momento la reducción de las reservas reforzará la demanda de dólar paralelo, reduciendo los ingresos por el mercado oficial y afectando la capacidad del Central de hacer este nuevo ‘rulo’”.

Todo luce más confuso porque, además de vender cada parche como la solución a todos los problemas del país, el equipo económico presenta todas sus medidas de emergencia como parte del corpus teórico libertario y de una hoja de ruta prefijada. Quizá sea la manera en que Caputo convence a Milei de tomarlas. Lo seguro es que no fue el primero en soñar con domar la brecha manteniendo el cepo. El máximo exponente de esa política fue Sergio Massa, con todas las ediciones del ‘dólar soja’ y luego con el ‘blend’ para exportadores. También intentó el truco de poner el oro como garantía para más reservas pero retrocedió cuando le exigieron mandarlo físicamente.

Antes hubo otros intentos. El kirchnerismo le reclama a Martín Guzmán haber sacrificado reservas por U$S5.000 millones arbitrando entre bonos para bajar los paralelos. El discípulo de Stiglitz, a su vez, responsabilizó esta semana a Miguel Pesce y al interregno de Silvina Batakis por haber cedido al lobby de los bancos y creado el monstruo de los puts, que Caputo festejó tanto haber desactivado esta semana, al punto que vaticinó que “la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos”. Pesce nunca contesta, pero esta vez lo hizo: “El Banco Central es prestamista de última instancia. Lo que ocurre es que después del plan Bonex y el reperfilamiento toda credibilidad se deterioró. Y no te cuento qué pasa cuando un ministro está toda la semana pidiendo que las empresas y los bancos compren bonos y el sábado siguiente renuncia”, dijo a elDiarioAR.

No voy en tren

La economía real, mientras tanto, parece ofrecer todavía algunas oportunidades rentables pese a la recesión. El joven emprendedor Augusto Marini, quien ya supo usufructuar sus vínculos con el caudillo Carlos Rovira para venderle al estado de Misiones los servicios de telemedicina de AlegraMed (una plataforma con la que tentó también a sindicatos y prepagas pero que casi todos rechazaron por cara), está listo para aprovecharlas. Financista del canal de streaming Blender, acaba de lanzar una versión libertariaCarajo , donde brillan con sus diatribas el gutural Alex Caniggia y el troll Daniel Parisini, más conocido como ‘Gordo Dan’, cancerbero de funcionarios eyectados de sus cargos y hostigador de disidentes en redes sociales. 

No es el único negocio con el que aspira a multiplicar la herencia de su padre ―creador de los alimentos para mascotas ‘Kongo’― ni la única motivación que mueve a Marini. Anfitrión de fastuosas fiestas de la farándula en Punta del Este, dueño de una Ferrari que levanta suspiros incluso en ese exclusivo balneario, ahora le echó el ojo a la privatización de los trenes de pasajeros. Para eso contrató en Motora Argentina (la firma con la que compró la concesión de los embargados rusos de TMH en el taller de Mechita) a Javier Hibbert, un funcionario de Trenes Argentinos que entró con Guillermo Dietrich y quedó dando vueltas desde entonces en el mundillo del transporte. 

Hibbert fue gerente general operativo de la Sociedad Operadora Ferroviaria (SOFSE) y, hasta hace un par de meses, uno de los directores titulares de la firma estatal que administra casi todos los ramales de trenes metropolitanos. Tras la salida de Dietrich permaneció como asesor en la gestión del massista Martín Marinucci y fue ascendido al directorio por Adrián Luque, otro hombre de Sergio Massa al que Milei le dio continuidad e incluso sostuvo pese al choque del 10 de mayo del ramal San Martín en Palermo. 

Motora acaba de relanzar sus redes sociales y el grupo inversor Cale, la nave insignia de Marini y casa matriz de Blender y Carajo, recibió a Hibbert con los brazos abiertos en una reunión ‘town hall’, al mejor estilo de las multinacionales estadounidenses. En una pantalla gigante, proyectado en HD, relucía el lema del holding: “Mejorar la calidad de vida a través de inversiones eficientes, inclusivas y sostenibles, transformando por completo las industrias en las que participamos”. Cualquier parecido con Generación Zoe es pura coincidencia. 

AB/DTC

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