Los salarios van camino a pulverizarse con la inflación actual
“No pares, sigue, sigue”, cantaba el grupo de norteamericanos de ascendencia dominicana Proyecto Uno la canción 'El Tiburón' allá por la década del 90. En sintonía con esos tiempos y los actuales podría entonarlo ahora Javier Milei ante la huelga general que enfrentará el miércoles próximo. Como los pequeños y medianos empresarios ignotos que acaban de formar Pymes, Emprendedores y Productores (PEP), entre ellos Rodolfo Llanos, Gustavo Lazzari, Juan Gabriel Méndez y Alejandra Bada Vázquez, que harán un cacerolazo contra el paro. Este gobierno votado por el 55% de los argentinos, incluidos esos hombres y mujeres de negocios, quiere que los empleados sigan trabajando por más que sus ingresos se licúan a un ritmo tan acelerado que no se vio algo igual en los 40 años de democracia.
Estaba claro que cualquier plan de estabilización de precios para derrotar la inflación que dejó el gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, la mayor desde la híper de 1990, requería primero sincerar valores reprimidos, como los del dólar, los alimentos, los combustibles, las tarifas de gas, luz y agua, las prepagas y los productos importados. Pero hay dudas sobre el grado en que aumentaron y aumentarán. Además, por ahora se han olvidado de que cualquier programa antinflación exitoso a largo plazo requiere no sólo equilibrar los precios de bienes y servicios públicos y el tipo de cambio sino también los salarios, que ya venían atrasándose tanto como las otras variables mencionadas en las gestiones de Mauricio Macri y del peronismo.
Pero la receta inicial de la administración Milei es dejar que los sueldos se sigan hundiéndos. Por más que se corra el riesgo de la conflictividad social. Por más que se descuenten los días parados del salario, se quiera cobrar por protestar en la calle o se obligue a marchar por la vereda.
“El salto en el nivel inflacionario a partir de la devaluación de diciembre ha pulverizado el poder adquisitivo de los salarios en general”, arranca el informe que publicó este jueves la economista Mariana González, del Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), una de las convocantes al paro junto a la Confederación General del Trabajo (CGT). “Para cualquier persona asalariada cuya remuneración no se haya incrementado en diciembre, el aumento del IPC (índice de precios al consumidor) del 25,5% de ese mes implica una pérdida de poder de compra del 20,3%”, advierte González. Es decir, estos empleados pueden adquirir un quinto menos que en noviembre. Si se repite la inflación del 25% en enero y febrero, los trabajadores sin aumento salarial arrancarán marzo con la mitad del poder de compra que al final del gobierno anterior.
Empiria, la consultora del ex ministro de Hacienda macrista Hernán Lacunza, prevé un 25% de inflación este mes. Econviews, la firma de Miguel Kiguel, ex subsecretario de Financiamiento de Carlos Menem (1989-1999), calcula lo mismo, aunque para febrero anticipa una disminución al 15%. El banco Citi, 25% en enero y 20% el mes próximo. La consultora Econométrica, de Ramiro Castiñeira, calcula 20% en enero. La economista Melisa Sala, de LCG, pronostica 22% ahora y 25% en febrero.
El contador y senador provincial correntino por el peronismo Martín Barrionuevo advierte que desde el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) nunca un presidente arrancó con una caída semejante del poder de compra de los sueldos de empleados registrados como ahora sucede con Milei: -13% en diciembre. Luis Campos, investigador del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, calcula 12%. Y eso que la remuneración formal ya venía deteriorada: los datos oficiales evidencian que con Macri bajó 21% en sus cuatro años de gestión y con Fernández, 6% en el mismo lapso. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que dirige el kirchnerista Hernán Letcher y donde se desempeña la diputada Julia Strada, señala que el salario promedio desde el gobierno de Menem jamás había arrancado una presidencia cayendo tanto como 20,5% en el primer mes de Milei. Agrega que es más que la pérdida en toda la era Macri (-19%), la de Fernando de la Rúa (-16,5% entre 1999 y 2001) y la de Menem (-3,7%).
González, de Cifra-CTA, centra su análisis en el salario mínimo y advierte que en diciembre perdió 14,8% de su poder de compra pese a que subió $10.000, a $156.000, por el último aumento que dispuso el anterior gobierno. “Quedó así en un valor que resulta 25,9% más bajo que el de diciembre de 2019 y 42,9% más bajo que el del mismo mes de 2015”, compara la economista con las herencias de los gobiernos de Macri y Cristina Kirchner, respectivamente. Para mantener el nivel de hace ocho años, el sueldo básico debería ser $272.000. Pero ahora los $156.000 no alcanzan ni para cubrir un tercio de los $495.000 de la canasta que evita que una familia de cuatro integrantes sea pobre. Pero la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y el secretario de Trabajo, Omar Yasín, no pusieron fecha todavía para convocar al Consejo del Salario Mínimo, paso previo para aumentarlo.
El contador y senador Barrionuevo consignó qué incrementos consiguieron los diversos sindicatos en diciembre: todos por debajo del 25% de inflación, todos sus trabajadores perdieron capacidad de gastar. Los empleados de la industria del neumático, 17%; los bancarios y los del sector químico, 16%; los camioneros, 14%; la obreros de la construcción, 11%; los de comercio, las fábricas de alimentos y los colectivos de corta y media distancia, 10% y los metalúrgicos, 7%. Es decir, suba promedio de todas estas actividades registradas, 11%; pérdida real, 12%. En enero, lograron 25% los camioneros y colectiveros; 24% los de alimentación; 20% los de construcción –que vienen sufriendo 30.000 despidos por la paralización de la obra pública–; 17% los del neumático; 16% los bancarios y químicos; 13% los metalúrgicos y 9% los de comercio. Promedio total, 15%. Si la inflación repite el 25%, la capacidad adquisitiva bajará 8% en enero y acumulará 19% en los dos primeros meses del gobierno de Milei, según Barrionuevo. Pero, consultado por elDiarioAR, el jefe de los colectiveros reunidos en la Unión Tranviaria Automotor (UTA), Roberto Fernández, calcula que entre 2023 y el mes actual llevan perdidos el 30% y su colega de la Unión de Empleados de la Justicia (UEJN), Julio Piumato, estima 21,5% sólo el año pasado. Ahora debe agregarle enero. Peor les irá a los trabajadores estatales nacionales y a los jubilados, que sufrirán una poda real del 35% en diciembre y enero, según Barrionuevo. Consumirán un tercio menos que hace dos meses. Los informales retrocederían “seguro” 25%, según el contador y senador. La Fraternidad, el gremio de los maquinistas que dirige Omar Maturano, pidió reabrir las paritarias el 15 de febrero después de perder contra la inflación el 2,8% en noviembre y el 16,5% en diciembre. Ni hablar de enero.
“Es muy heterogéneo, pero lo que te puedo decir es que muy pocas actividades podrán recomponer los salarios en este trimestre”, admite a elDiarioAR uno de los tres jefes de la CGT, Héctor Daer. ¿Por qué no podrán recuperar el sueldo? “Porque son actividades desfinanciadas por el ajuste. Algo podrán recomponer, pero se va ha perder, salvo en algunas actividades industriales donde el costo salarial es bajo y mantengan actividad. El plan económico, lejos de ser progresivo, lo que hace es socializar la pobreza, caen los ingresos y los activos, los únicos que no caen son los financieros”, opina Daer. Claro que además de licuarse los salarios y las jubilaciones también lo hacen los plazos fijos con sus tasas de interés bajas. Ya lo advirtió el 13 de diciembre el consultor Carlos Melconian apenas empezó el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció su programa: “Han canjeado la motosierra por la licuadora”.
Lorenzo Sigaut Gravina, director de análisis económico de la consultora Equilibra, admite que había que sincerar precios tras la herencia recibida, pero advierte que el ritmo de suba ha sido mucho más veloz que el de los ingresos y considera que se podría haber evitado tanta angustia entre los que menos tienen. A diferencia de otros colegas suyos que pronostican despidos por la caída de ventas que se agravó por la mayor inflación, Sigaut Gravina apunta que, como el sueldo se ha licuado tanto, para los empresarios la prioridad de bajar costos no pasa por la masa salarial.
Pero González, de Cifra-CTA, advierte que el empleo informal sí caerá. “Si los sectores medios ven muy licuados sus ingresos, ¿quién va a poder pagar el servicio doméstico, el jardinero, la manicuría, el gimnasio, los arreglos en la casa, el paseo de perros, las salidas?”, se pregunta la economista. Hay quien conoce un profesor de un gimnasio que militaba a Milei entre sus alumnos de pesas, pero admitía que su padre le advertía que el primer gasto que iban a podar ellos eran sus horas de musculatura y ahora está complementando el ingreso vendiendo rascadores para gatos.
Los trabajadores pobres caen al subsuelo, pero por ahora no hay desborde social. Por ejemplo, en la villa 1-11-14, se repiten aquí y allá las colas de personas que piden alimento en los comedores populares, por más que no reciban comida del Gobierno nacional. “No se puede comprar nada, está todo muy caro, la suba es constante, no sé dónde vamos a parar”, cuenta una vecina militante de una organización social que prefiere el anonimato. “No se encuentran piezas para alquilar porque mucha gente que vivía afuera se está metiendo a vivir a la villa y ellos ofrecen pagar más. La garrafa está a $1.200 y la carne, ni hablar, todo está a $10.000 el kilo. Es un desastre. Se come arroz con huevo, hígado con puré o alitas de pollo con verduras. Lo que se multiplicó es el narcotráfico: los fisuras vinieron de otros lados y armaron casitas precarias en el paredón de la cancha de San Lorenzo. Y eso que la bolsita (de paco) subió a $1.500. Como no les alcanza la plata, rompen autos o se meten en las casas a robar. Hay tiroteos por las noches. Es demasiado: el lunes a la madrugada en la puerta de la iglesia Madre del Pueblo los fisuras le pegaron a un gendarme. Salieron todos los vecinos, quemaron todas las casas de los fisuras, que nos amenazaron con cuchillos y fierros. La policía no hizo nada: nos dijo que son enfermos”, relata la doña. Por allí ya no suena 'El tiburón', como hace 30 años, sino el remix “No hay plata”, aunque no sea tan cierto.
Es que también hay ganadores de esta crisis. Por un lado, los exportadores que recuperaron rentabilidad con la devaluación, aunque habrá que ver si la vuelven a perder por la inflación y por la suba de retenciones que plantea el proyecto de ley Bases. Por otro, ganan los empleadores de trabajadores con salarios licuados, siempre y cuando no dependan de un mercado interno en contracción. Están los millonarios que pagarían menos impuesto a los bienes personales si se aprueba esa ley ómnibus. Otros ilusionados son los Eskenazi, que conocieron en persona a Milei a principios de la campaña y que ahora se entusiasman con la intención del Presidente de pagar el juicio en EE UU por US$16.000 millones al estudio británico Burford por la nacionalización de su 25% en YPF en 2012. Cuando Burford cobre, la familia que era amiga de Néstor Kirchner –fallecido en 2010– pero no de su viuda podrá saldar su deuda por la compra de ese 25% en 2007 con la española Repsol y bancos internacionales. Milei propone crear una “tasa Kicillof” para abonarle al estudio británico, dado que fue el actual gobernador bonaerense quien impulsó la reestatización como viceministro de Economía. Y eso que el ex procurador del Tesoro en el gobierno de Macri, Bernardo Saravia Frías, recomienda seguir apelando en la justicia de EE UU. Por algo Milei lo prefirió a Rodolfo Barra y no a Saravia Frías para ese cargo. Barra designó como su número dos a un abogado que asesoró a los Eskenazi, Andrés de la Cruz, según publicó Carlos Pagni en La Nación.
AR/MG
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