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Raíces
Entrevista

Manu Sija presenta disco doble: “Hay que hacer música con convicción y que sea genuina”

Manu Sija

Claudia Regina Martínez

21 de septiembre de 2023 05:16 h

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A Manu Sija le brillan los ojos cuando habla de su nuevo disco, Ecléctica, su quinto trabajo, un álbum doble que contiene 22 canciones y que cuenta con la participación de 25 artistas invitados. Algunos son más conocidos, otros menos, pero todos son amigos del tucumano.

Se nota que este multiinstrumentista, compositor, productor y muchas otras cosas está contento con lo que hizo e ilusionado con la presentación el 8 de octubre en el Teatro Astros de la Ciudad de Buenos Aires.

Aunque, admite, un poco de temor tiene ante tamaña exposición. Porque, como cuenta en una charla con elDiarioAR, su música forma parte de ese amplio abanico de creaciones que no ocupa grandes espacios en los medios y por eso mucha gente ni se entera de que existe.

Pero está dispuesto a dar esa batalla. Tiene muy claro que hacer música es su pasión y que no podría hacer otra cosa. Y que forma parte de una generación de músicos que están dándolo todo para que su trabajo logre la visibilidad que merece.

Leon Gieco, Nito Mestre, Teresa Parodi, Liliana Herrero, Lalo Mir, Juan Falú, Kevin Johansen, Raly Barrionuevo, Ernesto Snajer, Ana Prada, Marta Gómez, Nadia Larcher, Flor Bobadilla Oliva, Hernán Jacinto y Santiago Arias son algunos de los invitados que aparecen en Ecléctica, que es tan variado en géneros y sonidos como indica su nombre.

Cuenta también con siete temas del propio Sija, quien en mayo de 2022 fue telonero de Pat Metheny en el regreso del guitarrista estadounidense a la Argentina.

¿Cómo fue el recorrido desde su Simoca natal hasta la calle Corrientes? Manu Sija, ahora de treinta y pocos años, arrancó cantando y tocando de muy chiquito. Con 11 o 12 años grabó su primer disco. Después vino un período largo, entre los 14 y los 23, en que fue solamente músico sesionista, hasta que finalmente inició su camino solista.

Desde muy pequeño tuvo devoción por los instrumentos. “Es algo que lo tengo innato. Pero lo que no tenía eran los instrumentos. Empecé a tocar entre los siete, ocho años bombo, guitarra, lo que iba apareciendo en mi casa. Mi instrumento principal siempre fue el violín, cuando llegó, porque costó conseguirlo en esa época. Pero después cada vez que tocaba con algún grupo, me quedaba en los momentos de pausa de los ensayos y agarraba la batería, el bajo. Después cuando he comenzado a trabajar como músico y a tener mi propia plata, empecé a comprarme los otros instrumentos”.

Además del violín y la guitarra, toca la batería, el bajo, los teclados, el acordeón, la flauta y el bandonéon. “El bandoneón es el último que he incorporado así como importante. Y después un montón de otros de otras cosas que las toqueteo. Tengo facilidad para agarrar en un primer momento un instrumento diferente”.

Y así como controla muchos instrumentos, también se mueve con comodidad en muchos géneros musicales. “Lo primero que he aprendido a tocar ha sido 'Luna tucumana', una zamba. Y ese es el punto de partida. Generalmente, siempre el punto de partida es el folklore argentino o latinoamericano. Pero nunca he sido impermeable a las músicas que están sonando en el ambiente”. Cuando empezó a tocar con otros músicos, su horizonte se amplió. Ni que hablar de cuando llegó el cable a su casa y empezó a ver MTV o Much Music. “Ahí entran el pop, el rock, el rock-pop”.

En ese mismo momento, empieza a escuchar mucho el Chango Farías Gómez, a Liliana Herrero, a artistas tucumanos como Lucho Hoyos, Juan Quintero o el Topo Encinar. “Hasta entonces nunca había escuchado esa manera de arreglar y de orquestar la música folklórica. Fue un quiebre y fue el momento en el que decidí que yo quería hacer ese tipo de música, con el folklore, con lo que yo sentía mi música, hacer esa mezcla que estaban haciendo ellos”.

Tiempo después empezó a estudiar en la Escuela de Música y en el Conservatorio. Y ahí se topó con compañeros de otros palos muy diferentes: la música clásica y el jazz y la fusión. “Ahí conocí a Jean-Luc Ponty, Stéphane Grappelli y a Pat Metheny y ese fue otro quiebre. Creo que la música es una combinación de toda esa data que yo empecé a consumir conscientemente como músico y toda la otra que está en el aire. La cumbia, el pop, todo lo que sea música, te va como atravesando. Y cuando uno decide hacer una canción salen todos esos destellos”.

Por eso es tan difícil encasillar a este artista, algo que para él no es un problema. “Algunas personas con las que he trabajado trataban de que siguiera un rumbo específico en género y estilo. Y la verdad que cuando he decidido jugármela el primer objetivo era tener libertad de hacer lo que tuviera ganas. Entonces cada vez que me encuentro con esa especie de limitante, no me gusta y me salgo de esos lugares. La verdad es que la música que hago es lo que siento, lo que me sale y lo que tengo ganas. Por eso el disco se llama Ecléctica, porque siempre me cuesta definir cuál es el estilo de música que hago o el género, y empiezo a nombrar un montón de cosas hasta que termino diciendo: es una música muy ecléctica. Y después lo conecté con lo que soy yo y con mi vida en general y me he dado cuenta que también mi forma de ser es bastante ecléctica”.

Entonces, Ecléctica es un disco en el que Sija hizo lo que quiso. Y los invitados accedieron todos gustosos a grabar porque son sus amigos. “Cuando he empezado a grabar he empezado a decir: esta canción me gustaría que la cante tal, esta, tal otro. Y todos decían que sí. Y así se han ido sumando canciones. En un principio era un disco normal, pensado como la continuación de Changosolo (2017),  porque en general, fuera de los invitados, toco todo yo y en ese formato de live looping. Pero después se empezaron a sumar y terminó siendo esto, que para esta época es muy raro que sacar un disco doble”.

La elección del repertorio fluyó de la misma manera. “Hay muchas canciones que las venía tocando ya. 'La nochera', que grabé con León Gieco y Nito Mestre, la venía tocando desde la pandemia, 'Como arbolito en otoño', con Raly Barrionuevo, también”. Durante el confinamiento, Sija se quedó encerrado en su departamento de Villa Crespo y se puso a tocar solo y a hacer vivos en YouTube e Instagram. “Tiraba canciones por tirar y las improvisaba. De esas han quedado varias. Las que son más conocidas o clásicos han quedado de ahí. Y después es el primer disco en el que grabo tantas canciones mías. También han ido surgiendo así en estos dos años y medio”.

Todo esto requirió sobre todo del despliegue de trabajo del propio Sija así como de la generosidad de todos los que participaron. “Gran parte de grabación de lo musical lo he hecho en el estudio que tengo en Tucumán, en la casa de mi mamá, porque toco todo solo. Después todos los invitados han ido grabando en su casa. Pero iba yo con el micrófono y la compu. Ellos me abrían la puerta de su casa, iba y grababa. O sea, hubo mucha, muchísima generosidad de parte de todos, porque la verdad es que es una relación de amistad muy linda la que tengo con todos ellos. Es lo que hace más especial el disco, porque no son uniones de las que se hacen en la industria musical, sino que son uniones por cariño y por admiración”.

Sí llevó un poco más de inversión la mezcla y la masterización, que estuvieron a cargo de Luis Bacque. “Es un argentino que vive en Nueva York y me hizo un precio para él muy, muy barato y para el trabajo que hizo, porque unir todos estos sonidos de diferentes grabaciones y cosas y tantos temas es un montón de trabajo también de ingeniería”.

¿Cómo será la presentación de Ecléctica en el Astros? “Igual al disco, imposible. Pero también es la magia de hacer música tocando solo: me puedo permitir hacer cualquier cambio en cualquiera de las canciones. Entonces siempre que toco suena diferente. Van a estar un montón de los invitados. Y voy a hacer también un par de cosas diferentes y tratar de darle una mirada que reproduzca un poco la tapa del CD, que es esta mezcla entre raíz, tierra y la calle Corrientes”. Después, la idea es llevarlo a todos los rincones del país que se pueda. “Ya lo empecé a hacer el año pasado, también como una decisión casi política de ir a lugares a llevar la música personalmente. Empecé a sentir que con esta cuestión de que la música te aparece a través de los algoritmos, no llega a todos los lugares y que era necesario ir por los pueblos. Salí solo en el auto con los instrumentos. Fui a La Rioja, Catamarca, Tilcara, Salta, Jujuy y a varios lugares que no había ido nunca y estuvo buenísimo. Y da igual si había diez personas o 100 o 50. Fue una experiencia de mucho crecimiento. Sé que cuando vuelva esa gente que me fue a ver, vuelve con algún amigo y se va armando una comunidad. Siento que es más real. Y tengo pendiente también armar una gira por Europa”.

A Sija no le gusta decir que vive de la música. “No me gusta la frase 'vivir de la música'. Y, por otro lado, no he visto a nadie preguntarle a un médico si vive de la medicina. Nunca me he cuestionado lo de ser músico o de hacer música para vivir. Para mí no hay otra opción. Digamos que yo vivo la música. De alguna forma, en la cuestión económica me voy acomodando. No tengo un apoyo atrás, ni familiar, ni nada. Para poder mantenerme tengo que tocar o producir o hacer algo. Pero toda mi vida, desde que trabajo, siempre he hecho algo para para vivir que tiene que ver con la música. Y el haber grabado con un montón de artistas conocidos o que se escuchan mucho genera un derecho que los músicos cobramos, que es AADI (Asociación Argentina de Intérpretes). Creo que la clave es no dejar de moverse y creer en uno mismo, en que lo que hace tiene el valor suficiente”.

“Cuando yo estaba empezando a trabajar de músico muchos consejos de músicos más grandes eran hacer música más comercial para ganar plata”, recuerda. “Te estoy hablando de 2005, 2006. Y la verdad es que no funciona así. Yo me he ido dando cuenta que si uno hace lo que tiene ganas y lo que le gusta y lo que es genuino dentro de uno, funciona en la medida que uno trabaje para eso. No creo que los artistas que son súper populares y famosos o que uno cataloga como comerciales no les guste lo que hacen y lo hagan solo por negocio. Creo que hay una cuestión ahí también de convicción y está buenísimo. Por eso funciona. Entonces, al revés, cuando uno hace una música que no es tan mainstream es lo mismo. Hay que hacerla con convicción y que sea totalmente genuina. Y creo que así va caminando eso, sin necesidad de otras cosas extrañas”.

En el disco también aparecen artistas más jóvenes, de los que se están abriendo camino en los últimos años. “A mis colegas de mi generación, los amo a todos, los quiero y me encantan. Y soy fan de todos”, asegura. Pero no es fácil darse a conocer. “Siento que todavía necesita un poco más de visibilidad lo que nosotros hacemos. A veces me encuentro aquí en Buenos Aires con algunos límites en cuanto a la comunicación de la música que tiene raíz folclórica. Es difícil llegar a los lugares donde uno podría tener más visibilidad y creo que es algo que tiene que ver con la Capital. No sé muy bien la razón, pero siento que en otras ciudades no pasa tanto. Incluso cuanto más al norte te vas yendo el folklore toma una relevancia mucho más grande. Pero, bueno, es una batalla que tenemos que dar nosotros: Nadia Larcher, Flor Bobadilla Oliva, Don Olimpio, Milagros Caliva, Noelia Sinkunas. Estamos todos en la misma. Algunos un poco más conocidos, otros menos. Pero creo que estamos todos tratando de pechar para que por lo menos nos vean un poco más y el público decida si le gusta. Creo que hay un montón de gente aquí que le encantaría lo que nosotros hacemos pero que no lo conocen”.

“Raíces” fue un programa radial dedicado a la música de raíz de Argentina y Latinoamérica que la periodista entrerriana Blanca Rébori condujo durante más de 30 años en diferentes emisoras. Titulamos esta columna con ese nombre en homenaje a su labor.

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