Un nuevo documental sobre Stan Lee enfurece a los herederos del dibujante Jack Kirby
Cinco años después de su muerte, la figura de Stanley Martin Lieber (1922-2018), más conocido con el nombre artístico de Stan Lee, sigue siendo objeto de controversia y debate en torno al verdadero alcance de sus méritos creativos. La ocasión más reciente se debe al estreno en la plataforma Disney+ de Stan Lee, un documental dirigido por David Gelb que repasa la vida de Lee, con especial atención a la primera mitad de la década de los 60, años fundacionales del Universo Marvel, en los que vieron la luz superhéroes tan populares como Los Cuatro Fantásticos, Spiderman, Iron Man o los X-Men y se sentaron las bases del universo multimedia que hoy forma parte del emporio de Disney. La película sustenta la versión más amable de los hechos para Lee, y da por buena su paternidad sobre los personajes, mientras que pasa de puntillas por la fuerte polémica en torno a la cuestión de la autoría que historiadores y expertos llevan años dilucidando.
Las reacciones al estreno no se hicieron esperar, pero la más relevante de todas ellas fue la de Neal Kirby, hijo de Jack Kirby (1917-1994), el que fuera principal colaborador de Stan Lee en los primeros años de Marvel, y que abandonó la editorial en 1970. Desde los años 80, Kirby mantuvo una lucha legal contra Marvel, primero por la devolución de sus páginas originales, y después por el reconocimiento de su participación en la creación de personajes que generan millones de dólares en sus diferentes productos derivados. El hijo de Kirby, tras ver el documental sobre Stan Lee, emitió un extenso comunicado a través de la cuenta de Twitter de su propia hija, Jillian Kirby, dedicada a honrar la memoria de su abuelo y a apoyar a la organización sin ánimo de lucro Hero Iniciative, consagrada a ayudar a autores de cómic en dificultades económicas; una situación muy habitual en una industria como la estadounidense.
Un documental corporativo
Lo cierto es que Stan Lee no suma nada nuevo a lo que ya se sabe sobre la figura del guionista y editor, y consiste, más bien, en una aproximación muy superficial, con un ánimo puramente corporativo. En su crítica para Rolling Stone, David Fear lo calificó de “penoso infomercial”. El documental se construye casi exclusivamente sobre la voz del propio Lee en diferentes entrevistas y declaraciones, para apuntalar la imagen que él mismo cultivó durante gran parte de su vida de genio creativo, original y atrevido, lleno de ideas de éxito. El relato pasa rápidamente por sus primeros años de vida hasta llegar a los 60, pero se detiene lo suficiente como para reforzar el mito americano del hombre hecho a sí mismo, del emprendedor con una visión que cumple a base de esfuerzo hasta alcanzar la cima.
El problema con los mitos es que no casan bien con la historia: así, Stan Lee evita los muchos fracasos de Lee y todas sus creaciones previas a la Era Marvel que pasaron sin pena de gloria. Cuando llega a sus años de más éxito, reproduce la propia versión del editor sobre cómo se pusieron los cimientos de la editorial, al menos una de ellas, porque el guion del documental obvia las muchas contradicciones en las declaraciones de Lee sobre el proceso creativo y el origen de los superhéroes de Marvel.
Lee reconoce la contribución creativa de Steve Ditko (1927-2018) y Jack Kirby, aunque en el documental no se menciona a los dibujantes Bill Everett, Dick Ayers, Wally Wood o Don Heck, también participantes del lanzamiento de varias series. Ni siquiera al escritor Larry Lieber, hermano menor de Lee, tan solo citado por su vínculo familiar al comienzo del filme, que dedica también mucho espacio a la relación de Stan Lee con los medios y los fans, así como a su intención de ofrecer productos orientados a un público un poco mayor del habitual, como estrategias clave en la construcción de Marvel y de su propia figura.
Hay que reconocer que Stan Lee no evita reproducir declaraciones del protagonista en las que reconoce que, en la mayor parte de los casos, se limitaba a dar una idea muy general del argumento, o simplemente aportaba el nombre de un nuevo ‘villano’, que después el dibujante desarrollaría por su cuenta. Incluso se abordan las diferencias creativas con Ditko, quien, a partir de 1965, desarrollaría las historias de Spiderman en solitario, de forma que Lee solo rellenaría los bocadillos de diálogos. También hay espacio para el desencuentro con Kirby, mediante la reproducción de una conocida conversación en la radio de 1987 en la que ambos se enzarzan a cuenta del mérito de cada uno en sus obras.
Sin embargo, el problema es que el documental, en estas polémicas, solo aporta la visión de Stan Lee de los hechos, que manipula mediante la elección de sus declaraciones para presentarlo como alguien generoso que consintió en considerar a los dibujantes como coautores de las obras, y a estos como personas complicadas y caprichosas, a las que no les bastaba con eso.
El documental tampoco hace referencia a las demandas que el propio Lee interpuso a Marvel para lograr una compensación económica por lo que él entendía que eran sus creaciones, aunque sí introduce una sutil queja: “Nunca pensé que debería registrar algo a mi nombre”, escuchamos en los minutos finales de Stan Lee.
La clave del documental y la principal crítica que debe hacérsele es que, en sus concesiones al mérito de los dibujantes y otros creativos de Marvel Comics, marca una línea roja en la paternidad de los personajes. “Fue idea mía” es, probablemente, la frase más repetida en boca de un Stan Lee que siempre se arrogó la creación de los conceptos, que luego habrían sido desarrollados en colaboración con los diferentes dibujantes. Muchos de ellos, a su vez, siempre mantuvieron que la principal queja es que Lee se acreditara a sí mismo como escritor en solitario, y cobrara unos guiones que nunca hacía solo.
Una realidad compleja
Sin embargo, el mérito en la creación de Hulk, Spiderman o Thor no está tan clara. Stan Lee consagra la versión simplista del propio Lee, pero las cosas son mucho más complicadas. Jack Kirby pasó sus últimos años asegurando que él fue el creador de todos los personajes, y aunque esto también es probablemente muy exagerado, hay evidencias de que muchos personajes surgen por su propia iniciativa, y el papel de Lee se limitó a un mero encargo orientativo, como en el caso de Pantera Negra, el primer superhéroe negro de la editorial, o incluso de los Cuatro Fantásticos, fuertemente inspirados en los Challengers of the Unknown, creados en solitario por Kirby en 1957 para DC Comics.
El caso de Spiderman es paradigmático, ya que su origen está totalmente enmarañado en un buen número de versiones diferentes. Tal y como relata el periodista Abraham Riesman en Verdadero creyente. Auge y caída de Stan Lee (Es Pop, 2022), además de las diferentes versiones que ofreció Stan Lee sobre la chispa que hizo que se le ocurriera el personaje, está la versión de Kirby, que aseguró que fue una reelaboración de dos personajes suyos anteriores, la Mosca y la Araña Plateada, y la versión de Ditko, que en una de las pocas entrevistas que concedió en vida, habló de dos sinopsis y unas páginas realizadas por Kirby que sirvieron de base para lo que luego él dibujaría y desarrollaría completamente. En el documental de Disney+, todos estos matices se eliminan y el relato resultante es que Lee tuvo la idea original y luego un taciturno Ditko se negó a reconocerlo.
La lucha legal de Jack Kirby y sus herederos
El comunicado difundido por los herederos de Jack Kirby lamenta el tono hagiográfico del documental, así como su abuso de la voz de Lee y la visión que ofrece de él como creador principal de Universo Marvel, señalando cómo el editor y guionista usó el “megáfono corporativo y de los medios” para crear “su propio mito”. El hijo de Kirby también afirma que, al contrario de lo que se observa en el documental, Lee apenas tenía conocimientos sobre historia, mitología o ciencia, que su padre sí tenía, y que habrían sido claves para la creación de las historias. También critica el hecho de que Lee asegurase ser el responsable de todas las ideas de nuevos personajes, y ofrece un símil muy revelador: “En 1501, la Ópera del Duomo encargó a un Miguel Ángel de 26 años que esculpiera una estatua de David para la catedral de Florencia: su idea, su dinero. A la estatua la llamamos ‘el David de Miguel Ángel’: su genio, su visión y su creatividad”.
Tras el fallecimiento de Jack Kirby en 1994, su familia continuó con la batalla legal para que se reconociera su autoría sobre los personajes y Marvel cesara su explotación. En varias ocasiones, los tribunales han fallado en contra de la versión de los Kirby, al considerar que el trabajo de su padre fue por encargo y que no se podía considerar una cesión de derechos por su parte. Así lo dictaba una sentencia de 2011, en la que el testimonio del propio Stan Lee a favor de la versión de Marvel fue determinante. En 2013, una nueva demanda tuvo idéntico resultado. Sin embargo, la familia Kirby no desistió y continúa su lucha legal y mediática para que se reconozca el trabajo de Jack Kirby y la responsabilidad que tuvo en la creación de decenas de superhéroes, hoy conocidos mundialmente como marcas de valor millonario que triunfan en el audiovisual. En el terreno de la batalla simbólica por ese reconocimiento, el estreno del documental Stan Lee y su confirmación de la versión corporativa de los hechos no podía pasarse por alto.
0