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50 años del camarógrafo que grabó su propia muerte

El disparo del final, la imagen quedó registrada en la cámara de Leonardo Henrichsen cuando fue atacado por soldados chilenos en el intento de golpe de estado contra Salvador Allende.

Leonardo Castillo

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El compromiso por retratar la realidad y trabajar con los hechos, lo llevó a mantener firme la cámara y continuar con la toma, en medio de una rebelión militar que se desarrollaba en pleno centro de Santiago de Chile, donde encontró su propia muerte, mientras filmaba al asesino de uniforme que le disparó a quemaropa. Así terminó medio siglo atrás la vida del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, en plena cobertura informativa del “Tanquetazo”, un intento de golpe de Estado llevado a cabo por efectivos del Ejército chileno contra el gobierno de Salvador Allende y que sería el preludio del derrocamiento que semanas más más tarde lideraría Augusto Pinochet. Aunque hoy el crimen de Leonardo sigue impune, sus familiares impulsan la reapertura de una investigación ante el sistema interamericano de Justica.   

A los 33 años, Leonardo era en 1973 un experimentado cameraman que trabaja para la televisión pública de Suecia en la cobertura de la realidad latinoamericana. Estaba casado y tenía tres hijos muy chicos cuando realizó su última cobertura en las calles de Santiago. Había iniciado su carrera en el noticiaron “Sucesos Argentinos”, donde se destacó rápidamente por su profesionalismo y los riesgos que tomaba cada vez que salía con la cámara en mano a cubrir las escenas de la realidad.

Tomó imágenes de la rebelión militar de Azules y Colorados a principios de los ’60 en Argentina, retrató a presos Tupamaros en Montevideo y supo trabajar en Bolivia cuando Ernesto “Che” Guevara cayó en combate y se destacó particularmente durante la cobertura del “Cordobazo”. 

Por todos estos trabajos, su sensibilidad y el manejo fluido del idioma inglés que poseía le permitieron ingresar a trabajar para la televisión sueca a principios de los años ’70. Además, se desempeñaba como camarógrafo de Canal 13, donde trabajo en el registro de telenovelas filmando escenas de exteriores y otros programas, además de procesar el material que registraba. 

En junio de 1973 se trasladó a Chile con un equipo de la TV sueca que tenía la información que “algo podía pasar” en medio del asedio que soportaba el gobierno de Allende por parte de la derecha y los sectores económicos concentrados. El 29 de junio de ese año, el teniente coronel Roberto Souper se ponía al frente de una división de tanques y blindados que avanzó sobre el palacio presidencial de la Moneda para derrocar al gobierno constitucional.

El centro de Santiago se llenó de tanques patrullas militares insurrectas que amenazaban a una multitud que era dispersada en ese viernes invernal. Un camión con soldados se detuvo en la calle Agustinas. Uno de ellos bajó del camión con una pistola en la mano y apuntó en dirección a Leonardo. Los otros soldados también abrieron fuego. El camarógrafo cayó gravemente herido pero la secuencia del ataque que sufrió quedó documentada. Un soldado de la patrulla se acercó a Leonardo y le quitó de sus manos la cámara que llevaba. “Milicos de mierda, no me toquen”, alcanzó a gritarles a sus agresores, que arrojaron el equipo a una alcantarilla en la esquina de Morandé y Agustinas.

El periodista Eduardo Labarca presenció la escena del descarte y alertó a las tropas leales sobre el lugar en el cual había sido descartada la cámara. La rebelión resultó finalmente sofocada por el general Carlos Prats –asesinado un año después en Buenos Aires en el marco del Plan Cóndor— y un Pinochet que aún se mantenía subordinado al orden constitucional. Henrichsen moría poco después en un hospital de la capital chilena. Labarca fue citado a la residencia presidencial, donde Allende tomó conocimiento de la existencia del registro de los hechos en los cuales había sido asesinado Leonardo. 

El Presidente ordenó que se revelara el contenido de la cinta, pero como no existía la tecnología disponible para hacerlo y el material se trasladó a Buenos Aires. El 23 de julio de 1973, el noticiero cinematográfico Chile Films lo exhibió en los cines del país, pero inmediatamente, un juez militar ordenó su secuestro porque la difusión de esas imágenes entorpecía la instrucción del sumario que se seguía a los militares que habían participado en la intentona golpista. Pero la película del crimen recorrió el mundo y la noticia del camarógrafo que retrató su propia muerte adquirió fama internacional. 

El 11 de septiembre de 1973, Allende fue derrocado y murió en medio de un golpe de Estado que lideró Pinochet. Se inició así una prolongada dictadura que se extendió hasta 1990. Once días después de la asonada, todos los involucrados en el “Tanquetazo” fueron sobreseídos por la justicia militar y del asesino de Henrichsen, retratado en esas imágenes quedó resguardado en anonimato y el olvido forzado por régimen feroz que dejó miles de muertos, desaparecidos, encarcelados y exilados.

El realizador trasandino Patricio Guzmán dedicó su documental “La Batalla de Chile” a Henrichsen y compiló en esa obra las imágenes que Leonardo tomó el día de su muerte.  

El periodista Ernesto Carmona se propuso muchos años después dar cuanta de la vida y legado de todos los trabajadores de prensa que habían sido víctimas de la dictadura de Pinochet en el libro “Morir es la Noticia”. En ese trabajo publicado en 1997, periodistas evocaban a sus compañeros, víctimas del régimen militar.

El nombre de Leonardo aparecía en esas páginas, Carmona y quienes participaron en las investigaciones de ese libro notaron que nada se sabía de los autores de su asesinato. La identidad del militar que disparó ante la cámara era un misterio. Recién en 2005, el autor logró acceder a los expedientes del juicio militar por el “Tanquetazo”, y allí, en ese fárrago de papeles pudo hallar al autor de varios de los disparos que se hicieron ese 29 de junio en la calle Agustinas. El cabo Héctor Hernán Bustamante Gómez era el nombre de quien aparece apuntando a cámara y disparó en dirección a Henrichsen. Era ese suboficial que estaba al frente de esa patrulla que buscó dispersó a la multitud y cometió el asesinato.

Con este dato, los hijos del camarógrafo se presentaron ante la Justicia chilena para que el caso sea reabierto, pero la magistrada Romy Grace Rutherford Parentti declaró que el crimen estaba prescripto. Bustamante Gómez fue reconocido, su domicilio identificado y los organismos de derechos humanos lo escracharon ante sus vecinos. En diciembre de 2007, el suboficial del Ejército chileno murió de cáncer, en un hospital militar. El reclamo ante instancias internacionales para que Chile asuma acciones de reparación por este crimen impune sigue abierto en instancias internacionales. “Tenemos identificados a quienes dieron órdenes y a otra de las personas que disparó y vamos a seguir reclamando para que la causa se reabra”, aseguró a elDiarioAR Josephine Henrichsen, hija de Leonardo que sigue en la lucha por lograr Justicia.   

Al otro lado de la cordillera, en su país natal, documentalistas e investigadores se encargaron de mantener vivo su legado. “Haciendo un trabajo sobre Sucesos Argentinos me encontré con una película de 16 milímetros que era una copia de esas últimas imágenes que había tomado Leonardo. Así fue como empezamos a investigar y colaborar con Carmona para dar con la identidad de Bustamante Gómez”, señaló a este medio Andrés Habegger, director del documental “Imagen Final”, en el cual se narra la historia de esa imagen y las indagaciones que se llevaron a cabo para identificar al autor de esos disparos que silenciaron la vida de Leonardo.

Desde 1989, todos los 29 de junio se conmemora en Argentina el día del camarógrafo, en homenaje a Leonardo Henrichsen. En Santiago, una placa lo recuerda en el lugar donde cayó baleado. Las imágenes que tomó en ese frío Santiago constituyen un testimonio vivo de la historia y un alegato contra el olvido.

LC/MG

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