Bolsonaro, en campaña contra Lula desde el primer día de su regreso a Brasil
“Lula no va a hacer lo que quiera”. Esa fue la primera declaración de Jair Bolsonaro cuando aterrizó en Brasilia procedente de Estados Unidos, donde se refugió a fines de diciembre, luego de perder las elecciones de 2022. Algunas decenas de políticos que lo aguardaban en el local del Partido Liberal, la actual agrupación del ex mandatario, gritaron entonces: “Mito, mito”, la consigna que había dominado durante la primera campaña electoral bolsonarista, en 2018. Otros entonaban: “El capitán volvió”.
El huidizo ex gobernante había planeado un “regreso triunfal”, con decenas de miles de seguidores que irían a esperarlo en el hall del aeropuerto. Pero sobrevino una gran frustración, cuando las medidas de seguridad impidieron semejante manifestación en la terminal aeroportuaria.
Su plan tuvo que ser archivado: el desembarque ocurrió por una puerta lateral y sin presencia de partidarios. Bolsonaro afirmó que esa fue una “tentativa de humillarlo” por parte del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y apuntó como responsable a su ministro de Justicia, Flavio Dino. Desde su salida de la presidencia, la imagen de Bolsonaro no quedó intacta. Pocos dudan ya de su incidencia en los desmanes del 8 de enero, cuando el Palacio del Planalto, el edificio del Congreso y las salas de la Corte Suprema fueron arrasados literalmente por hordas enfurecidas. Peor aún es la historia del obsequio en joyas que le hizo llegar el reino de Arabia Saudita a cambio de negociaciones sospechosas por la privatización de una refinería de Petrobras. Recibió tres cajas sucesivas de tesoros que incluyeron relojes, lapiceras y collares, todos confeccionados con gran cantidad de brillantes, con un valor estimado en más de un millón de dólares. Esos “presentes sauditas” son patrimonio del Estado brasileño, pero Bolsonaro intentó apropiarse de ellos en forma particular. Ahora tendrá que devolverlos o enfrentará un juicio por contrabando. El próximo 5 de abril tendrá que asistir personalmente a la sede de la Policía Federal para declarar sobre el ingreso y apropiación ilegal de las alhajas regaladas por el reino saudí.
El regreso del “Mito” tiene una intención aviesa: “No dar sosiego al gobierno de Lula”. Así lo dijeron directivos del Partido Liberal (PL) donde Bolsonaro tendrá su oficina. Las intenciones de esta congregación política son las de ganar fuerza en las elecciones de intendentes y legislaturas municipales de medio término (en octubre de 2024). Y así fortalecer la presencia nacional de esta sigla.
El ex capitán del Ejército no estará solo en la tarea. En los tres meses que permaneció en territorio norteamericano, su mujer Michelle tomó la delantera, al punto de ser elevada a la categoría de presidenciable en los comicios nacionales de fines de 2026. A su marido no le gustó semejante competencia, pero no le quedó otro remedio que aceptar la propuesta del titular del PL, Valdemar Costa Neto, a quién llamó “nuestro jefe”. Por decisión de este político, tanto Jair Messias como Michelle emprenderán viajes por el interior del país, por separado. Ese núcleo partidario espera conquistar dentro de un año y medio 60% de las intendencias del país (son 5.570 municipios). Si consiguiera cumplir con esa meta, el PL lograría constituirse en la mayor fuerza nacional opositora.
Hay otro detalle en el retorno del ex jefe de Estado: este viernes se cumplen 59 años del golpe militar de 1964, un hecho de la historia que Bolsonaro siempre reivindicó. A diferencia de los cuatro años precedentes, en esta oportunidad no habrá ningún tipo de reivindicación. “Será un día cualquiera” se encargó de subrayar el ministro de Defensa del gobierno Lula, José Múcio Monteiro.
También se cumplen los tres primeros meses de gobierno de la alianza del Partido de los Trabajadores con las organizaciones de centroderecha. Y como era de prever, Lula enfrenta dificultades para llevar adelante su proyecto de mayor equidad distributiva en su país.
EG
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