Esequibo, ‘Malvinas’ venezolanas
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Análisis
Caracas firma la paz, Londres envía un buque de guerra
El 14 de diciembre se reunieron los presidentes Nicolás Maduro y Mohamed Irfaan Ali para explorar vías pacíficas de solución al conflicto limítrofe que enfrenta a Venezuela y Guyana por Esequibo. De una población guyanesa que asciende a 791 mil personas, 25 mil viven en estos 160 mil km2. Un territorio pródigo en petróleo, en recursos minerales (como la bauxita, materia prima del aluminio), forestales, e hídricos, y reivindicado como propio por Venezuela desde hace más de un siglo. El encuentro en la insular nación caribeña de San Vicente y las Granadinas fue el primero entre los mandatarios después del referéndum celebrado 3 de diciembre en la República Bolivariana, cuando el 95% de los votos respaldó la soberanía venezolana del Esequibo. El pacto de los Ejecutivos de Caracas y Georgetown fue criticado después por el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri). Y el día anterior a Navidad se supo del envío de un buque de guerra de Gran Bretaña hacia su ex colonia imperial de Guyana, cuya joven independencia como República data de 1970.
La cumbre bilateral, promovida por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC) y la Comunidad del Caribe (CARICOM), contó con la presencia del Primer Ministro de Dominica y Presidente Pro-Témpore de la Caricom, Roosevelt Skerrit; y en carácter de observadores, el asesor de asuntos internacionales del gobierno de Brasil , Celso Amorin, con atribuciones de garante de la cumbre bilateral; el canciller de Colombia, Antonio Leyva Durán; el Vicecanciller de Honduras, Gerardo Torres Zelaya, y sendos enviados del Secretario General de la ONU, António Guterres.
Declaraciones protocolares y documento conjunto
El presidente Maduro, quien en los últimos meses ha acusado a Ali de ser un “títere provocador” de la petrolera estadounidense ExxonMobil, de haberse “puesto a la orden” de EEUU y de ser un “instrumento del Comando Sur”, agradeció al mandatario guyanés por “su disposición al diálogo amplio en todos los temas” que abordaron “de manera directa”. A su vez, Ali declaró a la prensa que en la reunión había sostenido “posición clara de Guayana de que somos un país un pueblo respetuoso de la paz” y enfatizó: “Dejamos en claro que Guayana no es el agresor, Guyana no busca la guerra; pero se reserva el derecho de trabajar con todos nuestros socios para garantizar al defensa de nuestro país”.
Ambos mandatarios se comprometieron a abstenerse, “ya sea de palabra o de hecho, de intensificar cualquier conflicto o desacuerdo de cualquier controversia”, según el comunicado conjunto difundido. Y acordaron “establecer, inmediatamente, una comisión conjunta” con sus respectivos ministros de Exteriores y técnicos para “tratar los asuntos mutuamente acordados”, que deberá presentar una actualización a Maduro y Ali “en un plazo de tres meses”. Los gobiernos de Caracas y Georgetown tienen previsto celebrar en el próximo trimestre, o “en otro momento acordado”, una reunión en Brasil, para abordar “cualquier asunto con implicaciones” para Esequibo.
Tregua de paz sin solución al conflicto territorial
El delegado del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, Celso Amorín definió la reunión como una “victoria” diplomática. Sin embargo, agregó “no me hago ilusiones, no estoy diciendo que el acuerdo significa una solución al problema, pero establece nuevas coordenadas”. Una preocupación por muchos compartida: que el acuerdo solo sea una tregua y la cuestión derive en una confrontación bélica, por ahora poco probable pero no imposible.
La región desde la breve guerra del Cenepa, librada entre Ecuador y Perú, a principio de 1995 ocasionada por la ausencia de fronteras claras y definidas, se ha mantenido como zona de paz con una larga tradición de encausar este tipo de conflictos a través de la diplomacia y la mediación. Sin embargo, el académico del Instituto Leibniz de Investigaciones de Paz, de Fráncfort, Jonas Wolf advierte que “ha habido pocas guerras, pero sí las ha habido, y entonces no se puede descartar esa posibilidad tampoco. Yo diría que sí hay un riesgo real, porque esos conflictos territoriales son difíciles de solucionar y, obviamente, si son territorios que tienen valor estratégico por recursos naturales, como en este caso, el asunto se vuelve aún más difícil”.
Las reclamaciones por determinados territorios en América Latina han mostrado un uso y costumbre visitado con frecuencia, en virtud de lo establecido en el Pacto de Bogotá (1948), sobre resolución pacífica de conflictos, que contempla mecanismos como mediaciones, arbitrajes o recursos judiciales. Aun así se ha constatado que hay gobiernos que en búsqueda de liderazgo o de su consolidación no guardan estricta observancia de estos parámetros y buscan el papel de árbitro para lograr inclinar en un potencial balance a favor de los beneficios antes que perjuicios ocasionados en caso de no evitar el uso de las armas
América Latina, zona de paz
El presidente Lula de Brasil, el país de mayor peso económico, político y militar en la región, declaró el 7 de diciembre en la cumbre del Mercosur, celebrada en la ciudad de Río de Janeiro, “Nosotros queremos que América del Sur sea una zona de paz. Y pedimos también que junto con la CELAC y la Unasur, podamos intervenir para crear un diálogo entre las partes. No precisamos de guerra en nuestra región”.
En puntual referencia al conflicto del Esequibo, Brasil tiene una posición clave por ser vecino directo de Guyana y por mantener relaciones con el gobierno de Maduro, con quien restableció la confianza diplomática que interrumpida durante el gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022) y con su determinación de enviar a Amorín al encuentro que sostuvieron Maduro y Ali del 14 de diciembre.
Tensiones internas en la República Bolivariana
La comparación del conflicto venezolano del Esequibo y el argentino por las Malvinas acaso es exagerada. Pero sirve para explicar el resultado del voto en el referéndum del domingo convocado por el gobierno de Caracas. Cuando un gobierno argentino convocara una consulta popular para preguntar al electorado si las Malvinas son argentinas y si el Estado nacional puede proceder a la organización administrativa de las islas del Atlántico Sur como provincia n°25 de la República Federal, los votos afirmativos serían arrolladora mayoría. Otro tanto le ha ocurrido al gobierno de Maduro. Tanto en un caso como en el otro, el tema ayuda a consolidar la identidad nacional. “El tema de la Guyana Esequiba me remite un poco al tema de las Malvinas, cuando la junta argentina empieza a sufrir una deslegitimación por parte de la población argentina, y entonces se retoma ese tema, un tanto para consolidar la identidad nacional. Y el Gobierno de Caracas ante las próximas elecciones, enfrenta un panorama que será el más complicado. Para nadie es un misterio que Maduro viene pasando ya varios períodos de problemas en el ámbito interno” sostiene Hugo Harvey, doctor en estudios internacionales y profesor titular de la Universidad de las Américas, en Santiago de Chile, en clara referencia al autoproclamado presidente interino Juan Guiadó y , ahora, con la emergencia de la lideresa opositora María Corina Machado.
Del acuerdo y de sus contradicciones
El mismo día 14 de diciembre, cuando el presidente guyanés recibió a su par venezolano en el aeropuerto Argyle llevaba en su muñeca una pulsera que tenía la imagen del mapa de Guyana, con el Esequibo incluido. El gesto fue objeto de airada crítica del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri) presidido por Kenneth Roddgers Ramírez Domínguez, doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad Central de Venezuela : “en forma contundente la inmadurez y hostilidad hacia varias generaciones de venezolanos que han estado involucrados en la reclamación de la Guayana Esequiba y hacia el espíritu del Acuerdo de Ginebra de 1966, exhibida por Mohamed Irfaan Alí al presentarse con una pulsera irrespetuosa y provocadora con una versión espuria del mapa de Guyana. Asimismo, lamentamos profundamente que Nicolás Maduro haya aceptado retratarse con este elemento irrespetuoso, lo que supone haber permitido una humillación a Venezuela Toda, denotando la triste situación de debilidad estratégica a la que ha llevado al país”.
Si bien Covri deja en claro que recibieron con beneplácito que todos los Estados asistentes hayan reiterado su compromiso de que América Latina y el Caribe siga siendo Zona de Paz, así como la labor de moderación constructiva que hizo la Celac, Caricom y el gobierno de Brasil, consideraron “que Brasil ha sido el gran ganador del Encuentro de Argyle, el cual le permitirá mostrar a otros actores el éxito de su política de diálogo y normalización de relaciones con Venezuela, aumentar su influencia en la región del Caribe, así como exhibirse a nivel global como una ‘potencia emergente responsable’ que ha logrado mantener la paz y estabilidad regional”.
Con todo, en el documento donde se califica de “imprudente” el referéndum del 3 de diciembre se manifiesta la preocupación por las medidas tomadas por el gobierno de Maduro después de la consulta que califican más de “efectivistas” que de “eficaces”. Y respecto a la nota del desacuerdo persistente entre Guyana y Venezuela sobre el proceso judicial seguido en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), afirma que Guyana “está comprometida con los procesos y procedimientos de la Corte Internacional de Justicia para la resolución de la controversia fronteriza”. De acuerdo a la interpretación del Covri, el Ejecutivo venezolano ha aceptado formalmente retroceder en su intento de presionar al gobierno de Guyana para que acepte volver a las negociaciones directas como mecanismo para resolver la controversia de la Guayana Esequiba, mientras que la posición de Guyana no se ha movido ni un ápice.
Covri ratifica ante la opinión pública que “no estamos ante una vuelta de las negociaciones directas respecto a la controversia de la Guayana Esequiba, sino ante el establecimiento de un mecanismo peculiar de diplomacia preventiva que combina los buenos oficios y el diálogo político directo”. La pregunta implícita que persiste es si se logrará el propósito de lograr un desescalamiento de las tensiones y a la vez una paulatina normalización de las relaciones bilaterales, que son dos cuestiones muy diferentes.
Horizonte global
El damero del sistema internacional presenta otros actores. Ante este cambio, China muestra expectación y “EEUU no tiene la capacidad material para estar presente en la región”, analiza Wolff. Una de las consecuencias de estas mudanzas en el orden global es un debilitamiento del derecho internacional que puede facilitar o aun justificar agresiones militares.
En América Latina, según Wolff: “Me parece todavía bien claro que en la región va a haber poco apoyo a agresiones militares. Entonces, un Gobierno que decidiera tomar esa ruta se enfrentaría a mucho rechazo. La pregunta es si eso importa”, recordando la invasión rusa a Ucrania. En los hechos, una guerra que todos los actores del ajedrez político tienen como claro objetivo evitarla parece poco probable, pero no imposible.
Las alarmas se han encendido con la información, divulgada por gobierno de Venezuela el domingo de Nochebuena, de que Gran Bretaña anunció el envío de un buque de guerra a Guyana, su ex colonia. “Seguimos alertas ante estas provocaciones que ponen en riesgo la paz y estabilidad del Caribe y nuestra América”, expresó en X (antes Twitter) el ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino López, quien cree que este anuncio amenaza el acuerdo suscripto en San Vicente y las Granadinas entre ambos países.
AGB
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