Rossana Castiglioni, politóloga: “Los chilenos quieren un cambio, pero no este cambio”
El rechazo a la propuesta de una nueva Constitución en Chile ha sido rotundo. “La victoria al 'rechazo' fue categórica, se impuso por 24 puntos, un escenario que nadie anticipó”, dice Rossana Castiglioni, doctora en Ciencia Política de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos, y decana Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales de Chile. Para Castiglioni, el resultado abre un nuevo escenario que exige “generosidad” por parte de los distintos actores políticos para crear una amplia coalición el Congreso, que posiblemente derive en un “texto constitucional más moderado”, que el que presentó la convención constituyente para la votación de este domingo.
¿Qué lectura hace del resultado?
Lo que puedo concluir de este proceso, considerando que en el plebiscito de entrada casi el 80% de quienes fueron a las urnas apoyaron el proceso constituyente, es que los chilenos quieren un cambio, pero no este cambio. Hay que tallar más con los contenidos.
¿El rechazo es al contenido pero no a una nueva Constitución?
Sí, exacto.
¿La sorprendió el resultado?
No es del todo sorprendente que haya ganado el rechazo, porque todas las encuestas de opinión pública daban por ganador. Lo que sí es impactante es la contundencia. La victoria del “rechazo” fue categórica, se impuso por 24 puntos, un escenario que nadie anticipó. Lo segundo que resulta impactante es el alto nivel de participación. Más allá de que cambió el sistema, pasamos al voto obligatorio con inscripción automática que era algo que Chile no había tenido, la participación del 85% estuvo muy por encima de lo que se esperaba. Los expertos proyectaban a lo sumo un 70% de participación. Y tercero, fue demoledor que el “rechazo” gane en todas las regiones del país y en el 98% de las comunas.
No hubo lugar para las típicas variaciones ideológicas entre regiones.
No, esta vez ha sido en todos lados: “Rechazo”. La diferencia fue la magnitud, pero no el resultado. Es muy impactante.
¿Qué explicación encuentra?
Por un lado, tenemos que reconocer que esta elección era muy incierta. En primer lugar, porque se habían cambiado las reglas de juego, es decir, el voto pasó a ser obligatorio. El voto era obligatorio en la Transición pero solo para los inscriptos en el padrón y la inscripción era voluntaria. Por eso, en la práctica era obligatorio solo para quienes se habían registrado. Después, en el Gobierno de Michelle Bachelet, pasamos a tener un sistema de elección voluntaria pero con inscripción automática. Y en la elección del domingo tuvimos la novedad de pasar al voto obligatorio con inscripción automática.
¿Por qué la obligatoriedad del voto generó incertidumbre?
Porque si tú miras las últimas elecciones de Chile, la participación electoral había rondado el 50%. Había una mitad de chilenos y chilenas que decidían no participar de estos procesos, una mitad que no conocemos tan bien, no sabemos muy bien qué piensan, qué quieren, cuál es su comportamiento político.
¿Qué lectura hace de la alta participación?
La ciudadanía salió a participar en un país en el cual todo indicaba que vivíamos en medio de una apatía. ¡Pero no! La ciudadanía tiene opinión y la dejó en claro. Entonces, sin ser extremadamente institucionalista, lo queda claro es que las reglas del juego tienen un efecto en el comportamiento de las personas y también en los factores políticos. Por eso, me parece que debemos repensar un poco más las reglas del juego democrático para ver cómo podemos hacer para que los partidos se fortalezcan.
¿Cuáles son los motivos que explican el resultado?
Hubo varias razones por las cuales este resultado se materializó. Uno es que Chile llegó a esta convención constituyente producto de una crisis de legitimidad muy profunda. Pero la convención que redactó la Constitución tampoco logró capturar el apoyo de la sociedad. Esa baja legitimidad también traspasó a la convención. Las encuestas muestran cómo, conforme pasaba el tiempo, los ciudadanos y ciudadanas encuestados decían no sentirse representados por la convención y los convencionales.
Chile llegó a esta convención constituyente producto de una crisis de legitimidad muy profunda. Pero la convención que redactó la Constitución tampoco logró capturar el apoyo de la sociedad
En respuesta a la falta de confianza en los políticos tradicionales, una gran cantidad de independientes, sin experiencia previa en política, fueron electos como miembros de la convención. ¿Ese elemento terminó jugando en contra?
La composición de la convención fue muy celebrada al inicio, porque renovaba a la clase política. Pero para echarse al hombro un proceso de esta relevancia se requieren competencias para negociar, para ser capaces de escribir una Constitución común, pero con un grupo tan diverso notamos problemas enormes, además de mucha estridencia. Esto sin hablar de los contenidos de la Constitución.
¿En qué sentido?
Hubo estridencia de algunos convencionales que por sus características, por su comportamiento, no contribuyeron a cimentar la confianza. Por ejemplo, tuvimos un convencional que juró con una plataforma a favor de la salud, porque estaba enfermo de cáncer, y después resultó que no tenía cáncer. Ese tipo de cosas le hacen mucho daño a la república, más cuando la confianza pública pende de un hilo.
Boric convocó a un encuentro este lunes con los presidentes de ambas cámaras del Congreso. ¿Cuáles son los próximos pasos?
Primero, el Gobierno va a tener que hacer dos cosas de manera inmediata. Una, procurar cohesionar a la izquierda, que está altamente fragmentada y que han mostrado un alto nivel de indisciplina. Para este proceso se requiere cierta disciplina y un nivel de cohesión interna para poder avanzar de manera exitosa. Y por el otro lado, lo que va a tener que hacer el Gobierno es concretar algunos cambios en su gabinete. Este momento exige tener gente con mucha capacidad de negociación y con mucha experiencia política. El otro actor clave en este proceso va a ser el Congreso y los partidos políticos, porque la negociación que se viene ahora requiere mucha generosidad y una coalición amplia, porque nadie controla el Congreso. Probablemente tengamos un texto constitucional más moderado que el que vimos ahora.
¿La nueva convención constituyente pasará a estar integrada por miembros del Congreso?
No se sabe aún. Todavía no queda claro cuál va a ser el mecanismo. Por un lado, se preparó el terreno para que la discusión se dé en el interior del Congreso. Por otro lado, el presidente dio a entrever que habría una una nueva convención. Tenemos que esperar a ver cómo se desenvuelven los próximos días. De todos modos, las cosas no van a ser como eran antes. Pero no vamos a volver al statu quo previo. Es evidente que tanto en la derecha como en la izquierda están dispuestos a promover cambios. Lo que no queda claro es dónde está el límite de lo posible, es decir, hasta dónde se va a llegar.
Teniendo en cuenta la crisis de representación que vive la sociedad chilena, ¿el rechazo muestra que los representantes independientes tampoco estuvieron a la altura de las expectativas de los chilenos?
Nada de esto resolvió la crisis de representación que vive Chile. Y esto en parte porque los partidos siguen siendo débiles y las instituciones representativas también. Los cambios y ajustes que se hicieron recientemente no fueron en la dirección correcta. Espero que ese sea el aprendizaje que de lo que pasó.
Nada de esto resolvió la crisis de representación que vive Chile. Y esto en parte porque los partidos siguen siendo débiles y las instituciones representativas también
¿Puede el resultado ser leído como una derrota del presidente Gabriel Boric?
Esto a Boric no le viene bien. Puede traer complicaciones a su programa de Gobierno, que estaba anclado en una fuerte agenda de cambios, muchos de ellos que iban muy en sintonía con el texto que se redactó. Entonces, Boric tiene ahora que avanzar, en paralelo, por un lado con la transformación constitucional y por el otro con la agenda de cambio, la reforma previsional, tributaria y del sistema de salud, que son parte del nudo crítico. No lo va a tener fácil.
Las últimas nuevas Constituciones en América Latina han sido impulsadas por el Ejecutivo. Chile intento algo diferente, de abajo hacia arriba, pero no funcionó en esta primera etapa. ¿Qué lectura hace?
Chile ha sido un laboratorio desde siempre. Lo fue cuando eligió al primer presidente socialista que llegó a la presidencia a través de las urnas. Fue un experimento cuando los Chicago Boys durante la dictadura implementaron las reformas liberales más radicales. Ahora, a partir de este estallido social, que ha llevado a este cambio constitucional con un plebiscito de entrada y de salida, también es y seguirá siendo un experimento. Porque lo que sigue es inédito. Por lo tanto, Chile va a seguir siendo un caso interesante de estudiar y de seguir, porque no existen experiencias previas de un país que contundentemente apoyó una nueva Constitución y contundentemente rechazó lo que se le propuso.
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