La ultraderecha creció como nunca y la derecha ganó como siempre
Muchos periodistas deportivos anticiparon que el clásico del domingo no lo iba a ganar Pakistán. Un partido contra la India en un Mundial de cricket es casi el partido con más público del mundo. Lo que nadie anticipó era por cuánto iba a perder en Nueva York, nadie vio por cuántos runs iba a ser la victoria india, ni qué violenta. Los pronósticos políticos de las elecciones de las últimas semanas tuvieron la misma forma que este pronóstico deportivo. En México, la India y Sudáfrica iban a ganar los oficialismos, se sabía. Pero no se sabía cuán avasallador iba a ser el triunfo de MORENA, no se sabía que Narendra Modi iba a perder la mayoría y quedar a la merced de sus aliados, no se sabía cuán humillante iba a ser el resultado para el African National Congress (ANC), el partido de Nelson Mandela. Según el mismo patrón se comportaron las elecciones parlamentarias de la Unión Europea (UE) celebradas el mismo domingo 9 de junio en los 27 países miembros.
La ultraderecha, primera fuerza en París y segunda en Berlín
El avance de la ultraderecha fue vertiginoso. El ex Frente Nacional de Marine Le Pen dejó en minoría al presidente Emmanuel Macron en Francia y el partido post-nazi Alternativa para Alemania (AfD) se convirtió en la segunda fuerza política del país dejando en tercer lugar al Partido Social Alemán (SPD, socialdemócrata) del canciller Olaf Scholz.
Ante el riesgo que ve para su gobernabilidad, Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones anticipadas para el 30 de junio con balotaje una semana después. La celeridad de la respuesta recuerda la velocidad del reflejo del socialista Pedro Sánchez en España que en 2023 disolvió las Cámaras y llamó a votar después de la histórica victoria de la derecha en unas elecciones regionales y locales en las cuales el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) perdió su feudo de Andalucía, que siempre había votado a la izquierda. La decisión la permitió retener la jefatura del Gobierno.
El póker electoral de Emmanuel Macron
Es más incierto el resultado electoral francés. Los diarios parisinos titulan calificando la brusca pero calibrada niciativa política de Macron con la metáfora lúdica de ‘jugada de póker’.
No es en absoluto imposible que dentro de tres o cuatro semanas Macron deba cohabitar con Marine Le Pen. Para ser elegida primera ministra, su partido debe replicar en la Asamblea Nacional de París la proporción que ya ganó en el Parlamento Europeo de Bruselas. Puede contar con los votos de otro partido de ultraderecha, el más reciente Reconquista de Éric Zemmour. Con Macron jefe de Estado y Le Pen jefa de Gobierno, nacionalización y proteccionismo aumentarán y se consolidarán. La firma de un tratado de libre comercio UE/Mercosur ingresará en un nuevo período de postergaciones indefinidas.
Polarización, fragmentación, participación, derechización
La elección del domingo quedó marcada por una intensa polarización política, con las ventajas comparativas más significativas ganadas por los partidos de extrema derecha y euroescépticos. Fueron las elecciones europeas con más alta participación total de los últimos veinte años.
El ascenso de estas formaciones y su ocupación de más bancas en el Legislativo comunitario es un reflejo directo de la insatisfacción con la política democrática tradicional de la UE y la opción por alternativas que prometen sacudirse todo gradualismo moderado y operar cambios y giros drásticos en las normas migratorias y económicas del bloque.
La derecha del Partido Popular (PP) europeo retuvo su también tradicional mayoría y ganó 184 bancas. La ultra derecha está dividida en varias listas y grupos en la UE. En los países donde alguna versión de las derechas extremas está al frente del gobierno, el voto europeo no castigó a los oficialismos nacionales.
El grupo Conservadores y Reformistas, liderado por Giorgia Meloni, primera ministra italiana del partido post-fascista Fratelli di Italia que se presentó a estas elecciones europeas como candidata testimonial a una banca de diputada, progresó y obtuvo 72 bancas.
El grupo Identidad y Democracia, que incluye al partido Reunión Nacional (RN) de Marine Le Pen, ganó 58. Sumados, los grupos de Marine y de Giorgia (que así, sin apellido, hizo inscribir su nombre de candidata) llegan a 130 bancas. El total del Parlamento son 720.
El escenario color negro-pardo
Los grandes perdedores fueron los partidos centristas, los verdes, y los liberales. A la polarización estas elecciones añadieron como rasgo y tendencia sobresaliente la fragmentación. La formación de coaliciones estables y la implementación de políticas sustentables sufrirán. El característico equilibrio de Bruselas entre centro-derechas y centro-izquierdas luce como el recuerdo de una época a la vez cercana e irrecuperable. Nuevas alianzas deberán formarse para dar gobernabilidad a la máximas autoridades comunitarias y para gobernar.
Entre todos los escenarios, el más temible no es el más improbable. El Partido Popular, la derecha mayoritaria, a falta de volumen entre sus consuetudinarios aliados del centro, podría decidir coligarse con la ultra derecha. Ya Giorgia Meloni está buscando como rebajar su perfil ultra para volver más amigable ante los populares a su grupo. Y después de todo, esa alianza ya existe en España. Donde no pudo fomar gobierno, pero selló la coalición electoral del PP y de Vox.
AGB
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