Los debates presidenciales que cambiaron la historia
A menudo evaluamos los debates presidenciales actuales bajos la sombra del ágora griega o el senado romano. Estos ejemplos clásicos proyectan una sombra imponente y establecen un estándar extraordinariamente alto para los debates políticos contemporáneos.
Sin embargo, para comprender la génesis de los debates políticos tal como los conocemos hoy, debemos alejarnos del Mediterráneo y dirigir nuestra atención hacia la tradición anglosajona que, gracias a su sistema parlamentario, permitió el desarrollo temprano de las primeras sociedades de debates en el siglo XVII.
Algunas menciones clásicas ineludibles son el primer debate “moderno” (supeditado a ciertas reglas y con cobertura mediática) ubicado en la serie de debates de Abraham Lincoln y Stephen Douglas por una banca en el senado en 1858. Por otra parte, tradicionalmente se destaca la enorme importancia y popularidad que tuvo el debate Nixon-Kennedy en la televisión, pero en rigor de verdad, Suecia fue el país pionero en los debates al organizar el primero en 1934 a través de la radio que luego migró a Televisión en las elecciones en las elecciones de 1948.
Incluso tuvo lugar un debate televisado para las presidenciales de Brasil de 1960, en el programa Gotea-Fuego en TELEtupi, once días antes del debate entre Nixon y Kennedy. Pero uno de los motivos por los cuales no tuvo la trascendencia del debate norteamericano fue que no asistió el favorito Jânio Cuadros, quien finalmente ganó la elección. Lo mismo sucedería en el primer debate televisado en Venezuela en 1963 organizado por Radio Caracas, donde se enfrentaron dos candidatos sin la presencia del favorito, y finalmente vencedor, Raúl Leoni de Acción Democrática.
Es frecuente hacer un recuento de los debates presidenciales recurriendo a EEUU y Francia; pero, al día de la fecha, en América Latina se han celebrado más de 60 debates presidenciales que recordamos con menor frecuencia.
Primeros debates de los retornos democráticos americanos
Los debates presidenciales latinoamericanos están atravesados por las intermitencias propias de la inestabilidad democrática de la región, por lo que, pese a algunos hitos anteriores que son destacables, podemos encontrar que recién en la tercera ola de democratización los debates latinoamericanos crecen sostenidamente y empiezan a consolidarse.
Ecuador 1978: el primer debate de América Latina
El primer debate presidencial televisado de América Latina al que asistieron todos los principales candidatos fue realizado en Ecuador para las elecciones del 16 de julio de 1978, en el marco de una campaña electoral teñida por la salida de la dictadura militar y con el foco en la vuelta a la democracia.
El debate se realizó para la segunda vuelta electoral y los participantes fueron: el finalmente vencedor Jaime Roldós Aguilera, del CFP, y Sixto Durán Ballén, de Democracia Popular. El debate fue moderado por el periodista Carlos Vera, y se centró en temas como la economía, la política exterior y los derechos humanos.
Uno de los intercambios más memorables del debate ocurrió cuando Roldós respondió a la acusación de ser un radical diciéndole a Ballén “él es un títere de los intereses económicos de la oligarquía. Él es el candidato de los banqueros, de los terratenientes, de los grandes empresarios. Él no representa a los intereses del pueblo ecuatoriano.” A lo que Ballén ofuscado respondió: “Eso es una mentira. Yo soy un candidato independiente que representa los intereses de todos los ecuatorianos. Yo no soy un títere de nadie.”
Estos fuertes cruces fueron luego superados por el debate de 1984 en el que Febres-Cordero y Rodrigo Borja se enfrentaron en un formato de mesa redonda con poca intervención periodística. Muy atípico en su estilo para la región, emulando la escenificación de los debates franceses pero más descontracturado, se lo podía ver a Febres Cordero fumando constantemente durante el debate. Según la revista Vistazo, el debate tuvo 132 insultos hacia el aspirante (Izquierda Democrática) Rodrigo Borja. Este encuentro dio lugar a la largamente recordada frase “¡Míreme a los ojos, doctor Borja, no me baje la mirada!”
Chile 1989: la transición en debate
En países que habían vivido muchos años en silencio político y con la libertad de expresión cercenada, los debates expresaron principios fundamentales de la democracia como la posibilidad de la libre expresión, la tolerancia y el disenso pacífico. En un sentido, el debate representa el reemplazo de la violencia como medio para zanjar las diferencias políticas. Esto es particularmente cierto para el caso de Chile
Tras el plebiscito de 1988 y la victoria de la campaña del “No” que derrotó al general Pinochet y su plan de continuidad se celebraron las primeras elecciones presidenciales desde 1970. En este proceso, la Corporación de Televisión de la Universidad Católica (Canal 13), canal de mayor audiencia y el único independiente del gobierno militar, llevó a cabo el primer debate político televisado del país.
Pinochet aún contaba con gran parte del poder institucional y el respaldo mayoritario de las FF.AA la transición chilena se iniciaba ajustándose a una Carta Fundamental que consagraba los llamados “enclaves autoritarios”, que otorgaban privilegios y funcionaban como garantías de poder para el régimen saliente. Ese clima enrarecido se siente en el debate.
El debate presidencial fue posible gracias a la conjunción de los intereses de los actores políticos: la oposición a Pinochet buscaba acceder a la televisión, mientras el candidato oficialista intentaba desafiar al favorito.
El 9 de octubre de ese año se encontraron, en el estudio de Canal 13, Patricio Aylwin, de la Concertación, y Hernán Büchi, el candidato oficialista del pacto Democracia y Progreso. Las estrategias de cada lado eran claras: mientras que Aylwin intentaba asegurar la gobernabilidad al país y poner en duda las credenciales de Büchi, el candidato de derecha intentaba relacionar a su contrincante con el gobierno de Allende.
Uno de los momentos más tensos del debate fue cuando Büchi acusó a Aylwin de saludar públicamente a Volodia Teitelboim (ex líder comunista) a lo que Aylwin respondió “Mi tarea es unir a los chilenos (…) Por eso, no tengo problemas en saludar al señor Teitelboim, como no tengo inconvenientes en saludar a cualquier chileno sin importar su pensamiento”.
En relación al bloque temático “Derechos Humanos”, Büchi afirmó: “Hay que aprender de los errores y olvidar de los rencores”. Mientras que Aylwin al ser preguntado por el accionar de las organizaciones clandestinas respondió “Condenamos toda la violencia. Tanto la revolucionaria como la violencia represiva, innecesaria e injustificada”
Brasil 1989: El recorte de Globo.
En la elección de 1989, los brasileños acudieron a las urnas en la primera elección presidencial por voto directo después de 29 años. Desde entonces los debates en este país mantuvieron una tradición bastante consistente.
Para esa elección se decidió realizar un total de tres debates: uno antes de la primera vuelta, y dos antes del balotaje. Por la cantidad de candidatos (22 en total), el debate de la primera vuelta tuvo menor atractivo e intensidad. Pero, para la segunda vuelta que tuvo lugar el 17 de diciembre entre Fernando Collor de Mello y Lula da Silva, los debates fueron motivo de largas polémicas. De estos, sobre todo el segundo, televisado por la red Globo. En la retransmisión del día siguiente, la cadena realizó una edición del debate que muy claramente favorecía a Collor. Casi 20 años después, la Red Globo hizo un mea-culpa sobre la parcialidad de esta edición.
En esta elección es sabido que ganó Collor de Mello y, si bien esto no es prueba inequívoca de la influencia de los debates en las elecciones, al menos sí mostró la importancia de buscar mecanismos que garanticen la ecuanimidad en la moderación y distribución de los debates
Perú 1990: La emergencia de un outsider.
El primer debate presidencial en la historia de Perú fue celebrado entre el intelectual Mario Vargas Llosa y Alberto Fujimori antes del balotaje de 1990. El enfrentamiento de estas dos celebridades de ámbitos fuera de la política generó codazos entre los periodistas para tomar las mejores fotos del suceso y se destacó por la confrontación de estilos.
Mientras Vargas Llosa acudió como a una discusión intelectual, Fujimori fue dispuesto a ganarse al electorado a cualquier precio. Fujimori atacó de manera personal a Vargas Llosa mediante anécdotas de su vida y presentándose como el candidato de los ricos y el favorito de los medios. El perfil intelectual de Vargas Llosa fue usado en su contra y Fujimori se ubicó en el debate como “el candidato del pueblo”. Si bien al día siguiente, los diarios dieron como ganador al Nobel, la percepción generalizada de los televidentes decía otra cosa, que luego se constataría en las urnas.
Colombia 1994: la irrupción del M19.
El primer debate en Colombia fue organizado en 1994 por un medio privado que seleccionó a los principales contendientes: Ernesto Samper Pizano, del Partido Liberal, y Andrés Pastrana, de Nueva Fuerza Democrática. El argumento del medio fue que realizar un debate con todos los candidatos inscriptos (18) sería inviable.
La decisión no estuvo exenta de imprevistos. En el medio del debate, con una audiencia de siete millones de espectadores, Antonio Navarro Wolff, candidato de Compromiso Colombia, excombatiente del M19 y ex ministro del presidente César Gaviria, irrumpió en el estudio de televisión reclamando el derecho de las minorías a exponer sus ideas en el marco de una democracia plena. Los candidatos participantes quedaron atónitos y los conductores pidieron una pausa comercial tras la que se reanudó el debate sin Navarro.
Los debates en las democracias
Aunque los debates actuales no estén a la altura de su ideal, su faceta simbólica no debe ser menospreciada. Como hemos visto, al dejar atrás una matriz de gobierno autoritaria, los debates fueron episodios de representación de un disenso abierto y una discusión libre entre diferentes candidatos. Después de todo, una de las ideas que funda la democracia liberal es que el debate debe reemplazar a la violencia como medio para zanjar las diferencias políticas. Cuando diferentes candidatos cumplen el compromiso público de debatir pacíficamente, están escenificando este principio, jerarquizando lo que tenemos en común y reforzando el ritual democrático. Sin importar cuál sea la intensidad de las diferencias políticas, siempre será posible “estar de acuerdo en estar en desacuerdo”.
AR
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