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OPINION

La Patria arde

Registro de la provincia de Río Negro, azotada por devastadores incendios forestales.

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Y juegan con un fuego que a ellos no les quema

Llevamos casi 200.000 hectáreas arrasadas en el norte y en el sur del país. 

Hay personas que están dejando todo en la primera línea de combate. Entre los que combaten el fuego están, desde luego, los bomberos, pero también los trabajadores de la Administración de Parques Nacionales y de otras instituciones nacionales, provinciales y locales. Los que sobrevivieron a la motosierra.  

El mayor ejemplo de heroísmo y compromiso con la patria, el prójimo y la naturaleza, es el de los brigadistas voluntarios. Muchos compañeros nuestros, amados compañeros y compañeras, pertenecientes a los pueblos originarios mapuche y guaraní, ahí, como pueden, mal vestidos, mal comidos, mal equipados, quemando su vida. Muchos criollos también. Muchos compañeros del Movimiento de Trabajadores Excluidos, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular; de tantos movimientos sociales… ellos, los peores, siempre al frente. Los admiro y los amo. Gracias. Algún día se sabrá la verdadera historia. Quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Por ahora, a aguantar el parche. 

En la Patagonia, los integrantes de las comunidades mapuches, además del fuego que les pisa los talones a sus rukas y veranadas, tienen que sufrir la persecución y el desprecio del poder que pretende culpabilizarlos de la crisis climática y la impericia del propio Estado. No es nada nuevo en la historia. El incendio del Reichstag (1933) fue atribuido a una conspiración judeo-bolchevique. Los de ahora, a una conspiración zurdo-peronista-mapuche; nada nuevo bajo el sol. 

El poder siempre necesita un chivo para expiar sus propios pecados; el chivo expiatorio de todos los males pueden ser los judíos, los mapuches, los zurdos, los putos, los hippies, los peronistas… todo menos el “hombre común”. Es que el poder necesita al hombre común de su lado para seguir acaparándolo todo. En el corazón del hombre común, lo saben, está la madre de todas las batallas. Si el hombre común está frustrado y desesperado, ellos avanzan. Si tiene esperanza y sentido de propósito, ellos retroceden. Son los oportunistas de la desesperanza y mientras más les das, menos les alcanza.  

Así, lo que la solidaridad del pueblo une, el poder lo divide. Mientras bomberos y brigadistas, sin importar su ideología, combaten el fuego; mientras organizaciones sociales y eclesiales hacen llegar las donaciones, el poder divide a los patagónicos entre “viejos pobladores y hippies faloperos”, “criollos y mapuches”; el poder llega a detener brigadistas sin prueba alguna, el poder planta pruebas, pública videos ridículos, amenaza, allana domicilios por la noche. 

El poder llega a enviar patotas a caballo que usurpan las facultades excluyentes del Estado (el monopolio de la violencia física) para reventar impunemente a rebencazos a mujeres y pibes ¿Cómo puede ser esto? Es evidente que la ideología anarcocapitalista está cundiendo; la destrucción del estado republicano es inminente si se privatiza el uso de la fuerza. Lo estamos viendo en la Patagonia, en la Costa Atlántica, lo vemos con el Brazo Armado y las Fuerzas del Cielo, lo vemos en el conurbano cotidianamente 

En Bariloche fueron detenidas seis chicas al boleo. Todas liberadas. Una de ellas, la hija de un famoso abogado del Grupo Clarín. Que suerte tuvieron las otras cinco de estar con ella. 

Lo que arde en el sur y en el norte no arde porque un mapuche tenía una botella de vidrio. En Corrientes no hay mapuches. Los mapuches no prenden fuego su propio territorio, no incendian su casa. Paradójicamente, la estancia de Lewis nunca arde. Por qué será. 

He tenido la suerte de pisar cada una muchas de esas comunidades y conocer a su gente. No las puedo nombrar para que no sean objeto de represalias. Eso me han pedido mis compañeros de allí. Que triste. Tampoco puedo nombrar a los brigadistas de Parques Nacionales ni a los voluntarios por el mismo motivo. 

Ojalá los gobernantes recorrieran las comunidades. Verían el amor profundo, atávico, de los pueblos originarios por su tierra. Su Ñande Yvy, su Ñuke Mapu. Se sacarían unos cuantos prejuicios, entenderían como el Papa Francisco que “los pueblos originarios son los principales defensores de la naturaleza”; o tal vez no sean prejuicios y efectivamente es una forma deliberada de desviar la culpa y crear paranoia colectiva. 

También es cierto que lo que arde en el sur y en el norte no es producto de una decisión deliberada de ningún gobernante. No fue la mafia de Lewis, no fueron las mineras ni Eidico. No fue la mafia inmobiliaria. No fue ni Torres ni Weretilneck ni Figueroa. No fue ni siquiera Patricia Bullrich más allá de sus pulsiones pirómanas genéticas.

No fueron ninguno de estos actores aunque, finalmente, es muy probable que algunos de ellos se beneficien del fuego y logren incorporar territorio que estaba “fuera del comercio” a la esfera de sus negocios. 

Naomi Klein lo describía muy bien al explicar la doctrina del shock. El capital sabe aprovechar un evento traumático (huracán, terremoto, tsunami, pandemia, crisis económica, incendios forestales) porque genera desorganización social y debilitamiento del Estado. Sucedió en Nueva Orleans con la apropiación de las tierras de las comunidades urbanas pobres tras el Huracán Katrina, sucedió en el sudeste asiático con la apropiación de las zonas de pescadores por los inversores turísticos. Coinciden en esos ejemplos un elemento fundamental: el desplazamiento de la población y la necesidad de “regenerar” en clave mercantil lo que se perdió: megaproyectos turísticos, inmobiliarios o agroindustriales remplazando viviendas sociales o comunidades humildes. Ojo con eso. No se olviden del incendio de humedales en el litoral. No fueron los mapuches.

Podríamos y debemos decir que el decreto 1136/2024, publicado en diciembre de 2024, transfirió todas las competencias relacionadas con el manejo del fuego desde la Subsecretaría de Ambiente al Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich. La ministra estaba en Disney cuando se iniciaron los incendios. No se privó de nada. Alguna responsabilidad tendrá en esta situación ¿no? Tal vez un poquito más que un señor borracho, un grupo de brigadistas y seis chicas que veraneaban en bariloche. Javier Milei no apareció por la Patagonia ni por Corrientes… se fue a Estados Unidos para actuarle de foca aplaudidora a otro negacionista como Donald Trump.  

Lo que hay detrás de los incendios es una crisis de naturaleza más profunda que la incompetencia e insensibilidad de los gobernantes. Se trata de una crisis socioambiental que está cambiando la faz de la tierra. Los protofascistas de hoy eligen relegar lo que indica la más objetiva evidencia científica a un artilugio del marxismo cultural o del wokismo. El fuego parece decir otra cosa. Los glaciares desprendidos, el derretimiento de los polos, el aumento de las temperaturas, el crecimiento del nivel del agua, parecen desmentirlos… pero la lógica de la posverdad oscurantista es poderosa cuando cuenta con el apoyo de los más sofisticados medios digitales de comunicación.

Este es el problema de fondo y no podemos negar los problemas de fondo. El fuego es el problema del frente y tampoco podemos descuidar los problemas del frente. El problema para los que buscamos cambio estructural es que tenemos que estar atajando penales en todos los terrenos de lucha mientras ellos se cagan de risa de todo y de todos.    

Entre los problemas del fondo y los problemas del frente hay algunas cuestiones que quienes no estamos combatiendo al fuego tenemos que preparar para que cuando la crisis amaine y todos los compañeros estén agotados, no suceda lo que ya vimos en ocasiones anteriores: la veloz avidez del capital. Por ese motivo, nos toca elaborar un programa de poscrisis que garantice al menos estos puntos. 

  • Cumplir con las leyes de bosques y manejo del fuego, actualizando el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos y prohibiendo la especulación inmobiliaria en zonas incendiadas.
  • Implementar políticas de manejo forestal comunitario, con participación de las comunidades afectadas, para prevenir incendios y recuperar los ecosistemas destruidos.
  • Frenar el avance del negocio inmobiliario sobre la naturaleza y la vida de las personas estableciendo una zonificación que priorice la conservación del patrimonio natural, la vivienda social y la agricultural sustentable sobre los megaproyectos turísticos, inmobiliarios y extractivos. 
  • Planificar las acciones para el repoblamiento comunitario garantizando el acceso a la tierra para la clase trabajadora, viviendas seguras en áreas urbanas o periurbanas, custodiando particularmente la seguridad en zonas de interfase de alto riesgo.
  • Garantizar el cumplimiento del artículo 75 de la constitución que, antes de la ilegal derogación del gobierno anarcocapitalista, se regía por la Ley 26.160 pero que aún ahora garantiza protección constitucional al territorio de las comunidades y pueblos originarios.
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