Solo es progreso si progresamos todos
Carla Barranco se pasa cuatro horas por día recibiendo un no como respuesta. Cada vez que, con su simpática sonrisa, pide a un ocasional transeúnte un minuto de su tiempo, 9 de cada 10, ni siquiera le contestan. ¨Es solo un minuto¨, insiste acompañando el paso apurado de la persona que mira para otro lado, y entonces, recibe un corto y seco ¨no, gracias¨. Carla, desde la esquina de Consell de Cent y Balmes, en Barcelona, pide aportes de dinero para la Cruz Roja, ACNUR y Médicos sin fronteras. Descontando tiempos muertos entre transeúnte y transeúnte, descansos y conversaciones con colegas, encara a 140 personas por día y consigue el aporte de media. Si, capta un aportante cada dos días. Para conmover a su interlocutor, Carla maneja un pitch con los proyectos más importantes realizados por las ONG´S, pero nunca habló ni conoció a ninguna persona de esas organizaciones. Es que ella realmente no trabaja para esas organizaciones, lo hace para una empresa de marketing que recauda por y para ellos. La rotación de los captadores (así es como se llama a las personas que ponen el cuerpo y la cara en el negocio de la solidaridad) es de dos meses. El 25% abandona durante la primera semana. Carla, como miles de argentinos, partió desde Ezeiza a procurarse un futuro mejor.
Juan Diego Botto escribió junto a la periodista de elDiario.es Olga Rodríguez el guion de la película En los márgenes, en el que Penélope Cruz, la protagonista, encarna la historia de una madre que lucha contra el desahucio. La frase con la que titulé esta nota me representa, pero no es mía. Se trata del slogan de una campaña publicitaria de Caixabank, el banco español cuyo director general tuvo que “retractarse pública y sinceramente” por haber declarado que los desahucios son una leyenda urbana. Según una investigación de la organización Sevilla Acoge casi uno de cada cinco inmigrantes ha sufrido o está en vías de sufrir un desahucio.
Según el informe de la OIM/ONU Migración a junio de 2019 se estimaba que el número de migrantes internacionales era de casi 272 millones en todo el mundo, 51 millones más que en 2010. Casi dos tercios eran migrantes laborales. Los migrantes internacionales constituían el 3,5% de la población mundial en 2019, en comparación con el 2,8% en 2000 y el 2,3% en 1980.
Podemos discutir si lo mejor para una persona es crecer y desarrollar su vida en la tierra donde nació, o no. Si desde el jardín de uno, los otros siempre parecen más verdes, o no. Si la clase política en otros países es menos corrupta, o no. Si el aprendizaje por la experiencia de quien tiene la opción de emigrar es incomparable, o no. Si conocer otras culturas, otra gente, otra manera de vivir abre la mente, o no. Todas estas cuestiones son tan personales como subjetivas y no existe una verdad ni una respuesta única. También resulta que la mayoría de las personas que se pueden plantear estas cuestiones, tienen la posibilidad de, en el peor de los casos, comprarse un pasaje de regreso. Pero para una buena parte de los habitantes de nuestro planeta, no hay otra opción que emigrar. En sus lugares de origen su vida, lisa y llanamente, corre peligro.
La contracara de la emigración es la inmigración. “El Conurbano no puede seguir creciendo con pobres latinoamericanos que no paran de entrar. Hay que cambiar la ley migratoria y el pensamiento cultural de los argentinos”, señaló Miguel Angel Pichetto, titular de la Auditoría General de la Nación, en una entrevista en Perfil.
Según el informe LEDA confeccionado por la UNSAM en junio del 21, el 29% de los encuestados estaban de acuerdo con prohibir el ingreso de inmigrantes a nuestro país. Por regiones, el rechazo lo encabezaba el NOA con un 43% de los encuestados. Por edad, el 33% de los centenials (16 a 24 años) estaban a favor de prohibir la entrada a inmigrantes. Finalmente, el 36% de las personas con primario incompleto estaban a favor de la prohibición.
Como puede apreciarse, las declaraciones de políticos como Pichetto no son casuales. Se inscriben en el marco de una muy elevada tasa de rechazo al inmigrante que, al mismo tiempo, impulsan.
Este artículo de Micaela Cuesta y Lucía Wegelin, publicado por Anfibia analiza, en profundidad y con datos, los mitos y prejuicios sobre los que se construye este discurso en nuestro país: “La narrativa económica inscribe a la inmigración como un problema asociado a la distribución tanto de recursos públicos como de puestos de trabajo: los migrantes vienen a competir por oportunidades laborales escasas, pero también a disputar lugares (también limitados) en la educación o la salud pública. Poco importa que el dato de extranjeros en las universidades públicas no alcance el 3% o que el aporte de migrantes a la economía a través del IVA, por ejemplo, supere los 1500 millones de dólares por año”.
Percibo un cierto enmudecimiento de la política a confrontar con estos prejuicios. La aparición de un personaje caricaturesco de extrema derecha, sea fugaz o no, ha inducido un corrimiento de los conservadores moderados hacia posiciones también extremas. No tardará en aparecer -por un planificado exabrupto de un político, una noticia de un medio malintencionado o el comentario de algún conductor/influencer- este asunto como tema de campaña. El 33% del público centenial es demasiado tentador como para que estos pescadores se priven de pescar en esa pecera. Tal vez sea el momento de que otros se pongan a estudiar el tema a fondo, elaboren argumentos sólidos basados en datos reales y concretos y se lancen con convicción a ese ruedo. Tal vez sea el tiempo de reafirmar, con voz clara y potente, que solo es progreso, si progresamos todos.
MS
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