Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
OPINIÓN

Ricos, bellas, desiguales

La 71.ª edición del certamen Miss Mundo se llevará a cabo este año en Emiratos Árabes Unidos.

0

En los años 70 surgió en Inglaterra un movimiento feminista que se oponía a los concursos de belleza. Eran, aquellas mujeres, un grupo disruptivo y contracorriente que no censuraba a las concursantes, sino al propio concurso. Hoy, más de 40 años después, comprobamos que el concurso Miss World, maquillado de modernidad, es el evento más visto a nivel planetario después del Mundial de Fútbol. 

Hace pocas semanas la revista Forbes publicó, como lo hace cada año, el ranking de los hombres más ricos de la Argentina. Y, como cada año, los medios de todo el país se hicieron eco de la noticia. 

El asunto de los concursos, rankings y premios, que a simple vista resulta trivial o superficial, me genera cierta inquietud: ¿Qué se premia? ¿Para qué se premia? Hay cientos de ellos que están orientados a valorar y fomentar el trabajo, el descubrimiento, la investigación, el invento, la escritura, el arte, la ciencia… Pero, ¿la belleza? ¿Qué belleza? ¿La riqueza? ¿Qué riqueza?

El éxito de una empresa y por ende de un empresario se traduce en la generación de riqueza, que a su vez debería ser el comienzo de un círculo virtuoso que beneficia a empleados, clientes, proveedores, que mejora las condiciones de vida de la comunidad en la que esa empresa se desenvuelve y también, que genera recursos al Estado. La mayor recaudación, finalmente, redunda o debería redundar en mayor y mejor infraestructura, bienes, ayudas y servicios públicos para toda la sociedad. 

Aclarado esto, me pregunto: ¿Qué pasará por la cabeza de los hombres más ricos de la Argentina cuando se leen en esa revista formando parte del mencionado ranking? 

Tal vez no haya una única respuesta. Tal vez no a todos los hombres más ricos se les pasa lo mismo por sus cabezas. Permítanme hacer un ejercicio de extremos. En uno de ellos, me imagino a los hombres más ricos que se sienten merecidamente reconocidos. Piensan que la publicación hace honor a sus logros monetarios y disfrutan el triunfo de haber ingresado o ascendido en tan reputado ranking. En el otro extremo, imagino a los hombres más ricos de la Argentina que se sienten incómodos leyéndose en la publicación. Se saben hombres ricos, saben que por mérito propio o por herencia, han sabido construir o mantener sus fortunas, pero sienten al mismo tiempo que es ofensivo, en un país con más de un 40% de pobres, publicar cifras que a la mayor parte de la población le resulta difícil imaginar. 

Arriesgo que, si esa lista hubiera sido publicada por un diario de izquierda, todos, los de un extremo y del otro, lo hubiesen vivido como un escrache. 

Claro, usted tiene razón, el problema no es el ranking de los H+R, el problema es la desigualdad. 

Quienes se han dedicado a investigar y pensar el problema de la desigualdad en el mundo aseguran que todas las sociedades necesitan justificar sus desigualdades. Tomas Piketty, por ejemplo, en una de las 1250 páginas que conforman su Capital e ideología afirma que: “Así como en las sociedades antiguas las desigualdades estaban basadas en las clases sociales, decididas de manera rígida, arbitrarias y a menudo despóticas, en las contemporáneas el relato dominante es que la desigualdad deriva de un proceso libremente elegido en el que todos tenemos las mismas posibilidades de acceder al mercado y a la propiedad. Todos obtenemos un beneficio espontáneo de la acumulación de riqueza de los más ricos, que son también los más emprendedores, los que más lo merecen y los más útiles”. 

Ese relato de justificación de la desigualdad, como cualquier relato, tiene una serie de puntos de apoyo que le dan verosimilitud al todo. Que obtenemos un beneficio espontáneo de la acumulación de riqueza de los más ricos, es relativamente cierto, pero que todos tenemos las mismas posibilidades de acceder al mercado y a la propiedad, es inverosímil hasta para los más fanáticos defensores de la meritocracia. 

Los rankings de los H+R transmiten una fuerte correlación entre ser más rico y ser más emprendedor, entre ser más emprendedor y ser más merecedor y entre ser más merecedor y ser más útil a la sociedad. Se trata, en definitiva, de una eficaz herramienta de justificación de la desigualdad, basada en la concepción de que todos podríamos ser parte de ese listado, dado que todos tenemos las mismas oportunidades.

Decíamos más arriba que el concurso Miss World es el segundo evento más visto en el planeta después del Mundial de Fútbol. Sin embargo, gracias a los movimientos feministas, miles de personas entendimos que ese concurso es funcional a una concepción arbitraria y sexista de la belleza. Quizás vaya siendo hora de que, al menos el grupo de los H+R que se sienten incómodos al verse en el mencionado ranking, se pregunten si no estarán participando de un juego en el que no decidieron participar, un juego que justifica la desigualdad y naturaliza la inequidad. Un juego sin belleza.

MS

Etiquetas
stats