Alejandro Álvarez, el sinuoso funcionario detrás de la “batalla cultural” del Gobierno en las universidades
“Lo vi todo con mis propios ojos y conozco a todos”. Apostado en su despacho del Palacio Sarmiento, Alejandro Álvarez le dice a quien quiera escucharlo que se preparó toda la vida para el cargo que hoy ocupa. Los que alguna vez tuvieron la oportunidad de visitar la oficina del subsecretario de Políticas Universitarias, ubicada en el segundo piso de la histórica sede del Ministerio de Educación, aseguran que sobre su escritorio siempre pueden observarse papeles desordenados, dispuestos en un semicírculo. A pocos metros, una imagen de una virgen católica reposa junto a una taza violeta con la inscripción “No hay plata” y una gorra negra con la frase “LAS FUERZAS DEL CIELO” en dorado.
Álvarez es un ferviente defensor de Javier Milei y posee línea directa con la mesa chica del Gobierno, en un ida y vuelta incluso más fluido que el ostentado por el propio secretario de Educación, Carlos Torrendell. “Es un cruzado de la causa y no va a parar hasta terminar con todos los curros”, lo ensalzan en el oficialismo. El funcionario encargado de la relación con las universidades se jacta de ser un fiel “seguidor” de “las ”ideas de la libertad“. Se describe ”peronista y libertario“, una etiqueta que recuerda el giro político de figuras como Daniel Scioli. Es que ”el Galleguito“, como se lo conoce, no es ningún recién llegado.
Hijo de Alejandro “El Gallego” Álvarez, fundador en los años 70 de la agrupación peronista de derecha Guardia de Hierro, el hoy funcionario está lejos de ser un advenizo. Su historia en la política, aunque poco conocida, es vasta. Moviéndose con astucia entre los pasillos del poder, siempre desde un segundo plano, supo sobrevivir a múltiples gobiernos y reinventarse a tiempo en cada uno de ellos. Hoy, sin embargo, la historia lo puso en la primera línea de combate, desde donde busca imponer su visión “libertaria” y católica en un sistema históricamente plural.
“El Profe”
Con una militancia de base en el gremio Aduba, Álvarez edificó su carrera en la política universitaria de manera estratégica: supo ganar influencia bajo la sombra de nombres importantes, en medio de un contexto político tan polarizado como oportuno para su causa. Su red de contactos incluye personajes influyentes en la actualidad, como el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, con quien compartió en la Universidad Nacional de La Matanza, donde también da clases.
En su currículum, Álvarez destaca una licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador, aunque prefiere presentarse como “profesor” de Ciencia Política de la UBA. Su cargo no es el de Titular, sino que se desempeña como Profesor Adjunto Interino ya que “no registra cargos concursados en la UBA”, según se desprende de un reciente pedido de informes realizado por el legislador porteño Gabriel Solano.
Álvarez trajinó durante décadas los pasillos del Congreso, donde actualmente figura con licencia “por cargo de mayor jerarquía” y ostenta un contrato como agente de planta permanente, según la página web del Senado de la Nación. Su carrera transcurrió en roles poco visibles, como asesor en diversos ministerios y comisiones legislativas, como por ejemplo en la Bicameral de Inteligencia. En 2008 trabajó junto a Gustavo Marconato, que por entonces era legislador del Frente para la Victoria. Ante los suyos, suele relatar que fue el pacto con Irán, en 2013, lo que terminó de alejarlo del kirchnerismo.
Años más tarde, se refugio en el despacho del peronista jujeño Guillermo Snopek, por entonces senador nacional. En 2018, durante el primer debate sobre la legalización del aborto, Álvarez se embanderó de celeste para impedir que el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo avanzara. Fue en ese contexto que el ahora subsecretario conoció a quien terminaría de acercarlo a lo que tiempo después se convertiría en La Libertad Avanza: Santiago Santurio, actual diputado nacional y férreo activista católico, quien se desempeñaba como asesor del bloque del PRO.
Pero el recorrido de Álvarez previo a recalar en las filas libertarias no se limitó a los despachos legislativos. Como funcionario público, también pasó por las carteras de Educación y Defensa durante los gobiernos de Carlos Menem, Néstor Kirchner y Mauricio Macri, saltando de un puesto a otro sin interrupciones. Su rol siempre fue el de asesor, o como se denomina en la jerga ministerial, de “fiel servidor” de su jefe político de turno. Quizás sea por esa trayectoria que Álvarez cultiva una profunda desconfianza, lindante con la paranoia: posee cuatro celulares y al menos una vez por semana ordena una revisión a su despacho para asegurarse de que no le hayan instalado micrófonos.
Blindado
Milei respondió a la multitudinaria movilización del pasado 2 de octubre redoblando su ofensiva contra el mundo universitario. Como rostro visible de esa cruzada, Álvarez profundizó esta semana su discurso combativo y tildó a las tomas en las facultades de no ser representativas de la voluntad del conjunto de los estudiantes. “Estoy seguro de que en la marcha hubo mucha gente de buena voluntad que se arrepintió cuando vio los monstruos que la rodeaban”, lanzó durante el reciente debate televisivo que mantuvo con el vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, su enemigo público predilecto.
En los diez meses que lleva al frente de su cargo, Álvarez implementó un programa agresivo de ajustes sobre el sistema universitario. Entre sus medidas más polémicas están la eliminación de las paritarias docentes y la congelación del presupuesto universitario, además de la presión para la realización de auditorías con el fin de revisar, bajo el pretexto de un supuesto mal manejo político, el uso de los fondos públicos con lo que son financiadas las casas de altos estudios.
El Gobierno decidió también intervervenir universidades creadas por gestiones anteriores, como la icónica Universidad Nacional de las Madres de Plaza de Mayo, en donde nombró autoridades afines a su visión política. Y, como si eso fuera poco, también alimentó la idea de “adoctrinamiento” en las aulas, al crear un correo electrónico para que los estudiantes denuncien a docentes que, según los criterios oficiales, difunden “ideologías”.
En abril, sin embargo, “el Profe” llegó a ser apartado de la mesa de negociación con las universidades. Según pudo reconstruir elDiarioAR, fue luego de que sus autoridades se quejaran ante Pettovello por los llamados intimidantes que recibían de parte de Álvarez. La ministra debió disculparse personalmente con ellos y les aconsejó que no le atendiesen más el teléfono. Varios de los rectores conocen al subsecretario de la militancia en la Juventud Universitaria Peronista. Lo recuerdan como “el más peronista entre todos los peronistas”, siempre con la misma personalidad “agresiva” y “grotesca”.
Durante semanas, el nombre de Álvarez estuvo en la cuerda floja, pero su desplazamiento finalmente nunca llegó. Por el contrario, a partir de aquel episodio, su status puertas adentro del Gobierno se consolidó. Apoyado por Santiago Caputo, el influyente asesor presidencial, Álvarez vio cómo su figura se blindaba a partir de esas tensiones. Un claro indicio de este respaldo se dio el día posterior a la marcha federal, cuando Milei lo invitó a compartir un almuerzo junto a Pettovello, como muestra de su apoyo incondicional.
Álvarez ocupa un puesto codiciado al interior del aparato oficialista. Hasta el propio Mauricio Macri presionó a Pettovello, con quien mantiene un diálogo semanal, para que lo reemplace y coloque en su lugar a una figura más amigable para el líder del PRO. Es que, en contraste con el apoyo que obtiene de Casa Rosada, el vínculo del subsecretario con el resto de los funcionarios de Capital Humano es por demás tormentoso. Un ejemplo es su relación con Torrendell. Para que ambos funcionarios interactúen, es necesario un tercero: Matías Zubiría Mansilla, actual director nacional de Gestión Univeritaria, quien hace las veces de puente.
“Adoctrinamiento socialista”
Uno de los lugares donde Álvarez se siente como pez en el agua es en las redes sociales. El mundo virtual le permite dar rienda suelta a su “incorrección” y no oculta su afinidad con figuras como el diputado José Luis Espert o el actual director de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), Juan Bautista “Tata” Yofre. Poco antes de asumir al frente de su cargo, compartió en X un enlace a su ensayo publicado en el libro El Resurgir de la Argentina, en el que Álvarez reflexiona acerca de las universidades públicas como cajas de resonancia política y propone su reconfiguración.
“Mi conocimiento del funcionamiento del sistema universitario nacional es desde sus entrañas, cada artimaña, gambeta y avivada la he visto con mis propios ojos”, afirma el subsecretario en el apartado final de su texto, publicado en 2023, donde se encarga de sostener teorías conspirativas sobre una “corporación universitaria” que, según él, ha secuestrado la misión de las universidades públicas.
En medio de su cruzada contra lo que denomina el “adoctrinamiento socialista” en las universidades, Álvarez encontró una tribuna en Carajo, el canal de streaming libertario cuya cara principal es la de Daniel Parisini, mejor conocido como Gordo Dan, un soldado clave de la estrategia digital diseñada por Santiago Caputo. Declarado admirador del programa La Misa, “el Profe” es invitado recurremente y tratado como un héroe del oficialismo. “El kirchnerismo se montó en las universidades como si fuera una estructura soviética donde ellos determinan qué es lo correcto”, lanzó en agosto, en la que fue su primera participación.
La pertenencia de Álvarez al círculo cercano a Milei no solo se refleja en su retórica, sino también en los nombramientos estratégicos dentro de de su equipo de trabajo en Políticas Universitarias. Desde el inicio de su gestión, cuenta con el respaldo de su asesora jurídica, María Belén Casas, flamante esposa del Gordo Dan. Este vínculo entre Álvarez, Parisini y Caputo refuerza la cohesión del equipo que lidera la “batalla cultural” dentro del gobierno libertario.
Es que las reiteradas apariciones de Álvarez en Carajo no son casuales. Se trata de una reafirmación por parte del Gobierno de su rol en la defensa de las “ideas libertarias” en el ámbito académico. Con el respaldo total del entorno de Milei y sus terminales directas con los principales actores de la comunicación oficialista, Álvarez se mantiene firme en su misión de transformar las universidades en un nuevo campo de disputa ideológica.
PL/JJD
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