La campaña de Cristina y Kicillof
En pocos días, el operativo de vacunación y la campaña electoral le devolvieron a Axel Kicillof la centralidad política que había perdido en el primer año de gobierno del Frente de Todos, abrumado por la pandemia, la escasez de aliados en un territorio desconocido y la falta de reflejos que derivó en la crisis con la Policía Bonaerense.
El gobernador bonaerense avanza en varias direcciones a la vez. Sus horas de conversación con Martín Guzmán son parte de un esfuerzo por aflojar la tensión interna y enfocarse en las elecciones legislativas para las que faltan menos de 100 días. Antes de posar el martes para las cámaras Kicillof y Guzmán ya habían tenido por lo menos un encuentro a solas, en un lugar reservado, con el objetivo de acortar las diferencias históricas que los separan. Las trayectorias del gobernador y el ministro están unidas por el proyecto del Frente de Todos y por una economía que se sublevó ante las pretensiones de los dos. Kicillof quiso volver a los mercados, selló un acuerdo con el Club de París que ahora cuesta caro, tuvo que devaluar en 2014 y se fue con escasez de reservas en el Banco Central, pero terminó con niveles de consumo incomparables con el frío del ajuste prolongado que hoy padecen los ingresos. Después de reestructurar la deuda y evitar la devaluación, Guzmán proyectó para este año una inflación del 29%, una segunda ola benigna -amortiguada por vacunas que debían llegar muchísimo antes- y un acuerdo más rápido con el Fondo.
Sin embargo, la autocrítica que el ministro reclamaba por el “sistema de subsidios energéticos pro ricos” debía hacerla, en realidad, el dúo Kicillof-Cristina Fernández y tendrá que esperar sin fecha cierta. Las correcciones, más bien, le tocan a él, como lo muestra la partida adicional de 480 mil millones de pesos que dispuso el gobierno de Alberto Fernández y los anabólicos que pretende inyectar CFK en la recta final hacia las PASO. La fuerte reducción del déficit fiscal que el profesor de Columbia ejecutó en los últimos meses deberá ser interrumpida, al menos por un tiempo y de manera parcial.
Con el anuncio de la compra de entre 10 y 15 millones de vacunas al fondo Covax la discusión, la vacunación libre para los mayores de 70 años y un operativo que acelera más rápido que ninguno, el gobernador inmunizó con una dosis a 4 millones de bonaerenses y apuesta a duplicar esa cifra en el corto plazo. Es su principal argumento de campaña.
Mientras Argentina cuenta más de 80 mil víctimas fatales y va camino a duplicar la cifra de muertos de 2020 en menos de seis meses, la oposición no deja de promover las bondades de Pfizer y de apuntar contra Hugo Sigman como gran gestor del acuerdo de salvación que recién ahora empieza a cumplir AstraZeneca. Pero puertas adentro del oficialismo, aunque los contagios y las muertes no ceden, se respira otro clima: el gobierno advierte que tiene, por fin, un horizonte más amable por delante.
La situación es tan distinta a la de hace unos meses que a Ginés González García le explotó el teléfono en los últimos días: la reivindicación política que el ex ministro de Salud esperaba por parte del peronismo llegó gracias a su incursión en TN, una escena que se viralizó y le trajo felicitaciones de todos los sectores de la alianza. A Ginés, que no volvió a hablar con Alberto, lo que más le importaba era saber qué pensaba Cristina y en ese punto, también, el ex ministro ahora respira tranquilo.
Así como el Presidente recupera el optimismo, la vicepresidenta le transmite a sus seguidores un mensaje que suena a misión cumplida: con Sputnik, Astrazeneca, Sinopharm y algún contrato más, el tema de la vacunación “ya está”; ahora lo que falta es recuperar los ingresos que acumulan cuatro años largos de ajuste desde 2016.
De acuerdo a un informe reciente de consultora Analytica, en los últimos años, entre la crisis y la pandemia, la remuneración de los asalariados funcionó como una de las principales anclas antiinflacionarias y se impuso la constante que trascendió el cambio de gobierno. “En términos reales, entre diciembre de 2017 y enero de este año, el salario registrado perdió un cuarto de su poder adquisitivo”, dice. Ni hablar de la realidad de los informales, más aún en un contexto donde los precios no paran de escalar.
Como en los tiempos del último cristinismo, aunque ahora sin confrontar con el poder político, Hugo Moyano volvió a quebrar las proyecciones oficiales y pidió un aumento del 45% en línea con la inflación del changuito del supermercado. El sindicalismo de los mejores salarios advierte que el IPC del año electoral va a estar más cerca de la inflación que dejó Macri (53,8%) que de la meta oficial de Guzmán (29%). Con el incremento de sueldos del 40% que acaban de firmar en el Congreso, CFK y Sergio Massa también despegan del inviable 29% y dan una señal más general.
Que la jefa no participe de las reuniones de hombres que se hacen los lunes en La Plata, donde Kicillof es anfitrión de Massa, Máximo Kirchner y los ministros Santiago Cafiero, Eduardo De Pedro, Gabriel Katopodis y Jorge Ferraresi no quiere decir que deje de enfocarse en la provincia de Buenos Aires. En el territorio madre de todas las batallas, no sobran motivos para festejar. Según el último trabajo de la consultora Circuitos, hoy el 77,4% de los bonaerenses considera que la situación económica es muy mala (35,3%), mala (23%) o regular (19,1%) y el 52,8% piensa que en los próximos meses puede empeorar (27,4%) o empeorar mucho (25,4%). El 22,8% cree que puede mantenerse igual y sólo el 21,9% apuesta a que puede mejorar (16,8%) o mejorar mucho (5,1%).
Con niveles de pobreza elevadísimos, alto desempleo, precios de los alimentos por las nubes y pérdida sistemática del poder adquisitivo, el pesimismo y el malestar obliga al gobierno a hacer un esfuerzo adicional para ampliar su base de adhesiones, más allá de la lealtad incondicional que lo acompaña en la tercera sección. Así como Mauricio Macri se ensañó con parte de la clase media que lo había votado, en la víspera de los comicios, la pandemia y las restricciones presentan a un peronismo que viene castigando a su base electoral con la caída de salarios y jubilaciones. Es lo que preocupa a la vicepresidenta y a su mayor crédito hacia adelante, el gobernador bonaerense.
Dos años después de que iniciara su desembarco en la provincia, el protagonismo de Kicillof no puede circunscribirse a la vacunación ni a la discusión interna por el rumbo de la economía ni, tampoco, a las elecciones de este año. Por características personales y por la relación que existe entre ellos, AK es para CFK el heredero natural y el mejor candidato hacia 2023. Eso explica la prioridad del gobierno nacional a la hora de financiar a Buenos Aires, donde se concentra el 40% de la población de todo el país.
Según el informe de junio de la consultora Aerarium, en el año electoral y producto del rebote de la economía con respecto al pozo profundo del encierro estricto, las transferencias automáticas de Nación a las provincias vienen rompiendo récords y en abril superaron los $265.000 millones, lo que representa un crecimiento del 101.4% respecto al mismo mes de 2020 y del 38.6% deflactado por IPC. Pero además, en los primeros cinco meses de 2021, la provincia que gobierna Kicillof recibió del tesoro nacional $45.844 millones de transferencias discrecionales, un porcentaje que hasta abril era el 33% del total de giros realizados por los Fernández a las provincias y la CABA. Aunque en 2020, las transferencias habían sido todavía más altas, es de suponer que la partida volverá a crecer en los próximos 100 días, a tono con la campaña del Frente de Todos en el distrito clave.
En alguna mañana luminosa, el Presidente y sus colaboradores más estrechos pueden imaginar que el ritmo acelerado de la vacunación, la soja récord, el rebote de la economía y un buen resultado en las elecciones, junto con un acuerdo con el Fondo, pueden estirar sus días en la Casa Rosada y aplazar las diferencias internas hasta 2027. Sin embargo, no es eso lo que piensan a esta hora cerca de CFK, donde el objetivo es que Fernández logre “cruzar el río” y algunos ya hablan de él como candidato a senador por Capital en 2023, un cargo que lo llevaría a cumplir el rol que hoy tiene Claudia Abdala de Zamora y tuvo en su momento Federico Pinedo. En la Argentina del día a día, no hay forma de gobernar la crisis múltiple, pero siempre sobran planes para mañana.
Kicillof tiene entre los méritos que destaca CFK uno que valoran hasta encarnizados detractores del cristinismo: la honestidad a prueba de balas. En las altas ligas del poder, se dan curiosidades que hacen circular la información de punta a punta del arco político. Los mismos empresarios que antes se decían horrorizados por la corrupción kirchnerista son los que ahora advierten que al gobernador no hay forma de entrarle con pedidos de favoritismo. Con anécdotas que se propagan entre el establishment, dueños de medios y formadores de opinión del Círculo Rojo, ellos son los que contribuyen de manera involuntaria con la campaña de Kicillof, un candidato puro que no cuenta con el plus que Fernández aportó en su momento. Pueden sobrar motivos para cuestionar al gobernador, pero ese frente que tanto trastornos le provocó al último Frente para la Victoria está cubierto de cara a una presidencial como la que imagina Cristina.
Prematura pero firme, esa definición no sólo obligaría a un corrimiento de Fernández: también pondría a prueba la sociedad de Máximo con Massa, el ex intendente de Tigre que -pese a lo que sugieren las encuestas- sigue amasando su sueño presidencial. Aliado del fundador del Frente Renovador, el líder de La Cámpora se perfila para ser candidato a gobernador bonaerense pero tiene pendiente diseñar un esquema donde todo se complemente y nadie se sienta postergado. ¿Qué lugar puede ocupar Cristina en 2023? Si no se dedica a criar a sus nietos, la vicepresidenta podría ser primera candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires con la intención de sentarse en el sillón que hoy ocupa Massa. Si Kirchner hijo quisiera ser candidato a gobernador en el próximo turno, entonces surgirían varias preguntas: ¿Puede haber dos Kirchner en la boleta bonaerense? ¿Puede la alianza pancristinista prescindir de CFK en la lista? ¿Puede Cristina volver a vivir sin fueros?
Falta muchísimo pero son especulaciones que ya se activan por lo bajo, producto de la sensación prematura de que lo peor ya pasó. Con la crisis, la pandemia y las diferencias internas, el núcleo duro del kirchnerismo tiene una larga lista de razones para preocuparse, pero cuenta también con una ventaja que destaca un dirigente cercano a Massa: “Ellos viven cien por ciento para la política. No salen a comer, no pierden tiempo, no les interesa otra cosa. Es una vida sacerdotal en función de conservar el poder”. Puede ser mucho, si se lo compara con la lógica de un presidente que a las 7 de la tarde cerraba todo y ponía Netflix. O poco si, ante un cuadro dramático como el actual, el peronismo no encuentra la salida al laberinto de la crisis.
DG
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