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La crisis del centro

Los huérfanos de Juntos por el Cambio van en búsqueda de una alternativa que les permita saltar la polarización

Larreta junto a Monzó y Massot en una actividad en la ciudad bonaerense de Suipacha.

María Cafferata

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Emilio Monzó, armador todoterreno, rosquero de pura cepa, grafica el centro político, ese punto medio atrapado entre la voracidad mileísta y el peronismo kirchnerista, así:  “Hoy el centro es un desierto, soy un beduino con una cantimplora y un camello. No hay muchos electores, pero hay gente que quedó en el centro”. Monzó es optimista, cree que es posible construir una alternativa que sortee la polarización junto al resto de los huérfanos de Juntos por el Cambio. No todos coinciden, sin embargo. En tiempos de radicalización, los dirigentes del “centro” viran entre el escepticismo y el tiempismo estratégico, atentos a un cambio del viento político que les permita entrar en escena.

Son Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau, Miguel Ángel Pichetto y Elisa Carrió, Monzó y Facundo Manes, Nicolás Massot y Margarita Stolbizer. Son los ex macristas y radicales que no quisieron hacer el pase a las Fuerzas del Cielo. Son la Coalición Cívica, hoy en peligro de extinción. Son los peronistas no kirchneristas cuyo antagonismo con Cristina Fernández de Kichner se volvió demodé ante la nueva grieta que inauguró La Libertad Avanza. Son la ex oposición dialoguista que, desde el Congreso, le aprobó la Ley Bases al Gobierno y, luego, hizo frente con Unión por la Patria para resistir los vetos presidenciales. Son, para Javier Milei, la casta de la casta política. 

Y todos enfrentan el mismo desafío: navegar un cambio de época que parece rehuir de los centros y de las viejas formas de hacer política. “La identidad de centro democrático a lo Lula nunca se pudo conformar y la gente está acompañando a Milei. Hoy el rosquero de centro solo sobrevive si se va a LLA. Si no estás perdido. Porque frente al tipo que viene a romper todo el orfebre que se encargaba de armar pierde su lugar”, reflexiona un peso pesado del radicalismo. 

Para muchos es el fin de una era. Ninguno lo entendió más que Patricia Bullrich o los macristas que, ahora, preparan las valijas para desembarcar en LLA. La partida del intendente Diego Valenzuela fue la señal de largada. “Fue solo el primero, van a tirar uno distinto todos los meses para bajarle el precio al PRO y a Mauricio”, advierte una de las autoridades del partido amarillo que todavía responde a Mauricio Macri

En el bullrichismo coinciden: “Es la caída del viejo régimen. Hoy la lógica de la territorialidad y la vieja política no existe más. Hoy un Pichetto o un Monzó vale lo mismo que un tuitero de 22 años”, analiza, demoledor, un ex macrista.

Los aludidos, en cambio, discrepan. Detrás del “negocio de los que se van”, insisten, se esconde la miopía de que el empoderamiento de Milei tiene fecha de vencimiento. Será 2027 o más adelante, pero están convencidos de que las políticas de ajuste del gobierno libertario terminarán minando la imagen presidencial. “Venimos de presidentes que no reeligen y es probable que Milei sea uno de ellos. Todo importado, la gente se queda sin laburo. Esto es insostenible ocho años, ¿y ahí qué? ¿No hacemos nada y vuelve el kirchnerismo?”, provoca un diputado que integra Encuentro Federal, el bloque comandado por Pichetto que aglutina a muchos de los dirigentes que quedaron en el “desierto” de Monzó.

El lugar de los huérfanos de JxC

Después del derrumbe de JxC, muchos de estos dirigentes intentaron reinventarse a través de alianzas legislativas que, ahora, pretenden llevar al mercado electoral. El más entusiasta detrás de este armado, que de momento se limita a charlas informales, es Monzó, quien observa que existe una vacancia en el centro que hay que aprovechar. En el caso de la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, el equipo de Monzó maneja encuestas que le dan que existe entre un 15 y 20 por ciento del electorado que no comulga ni con CFK ni con Milei.

La expectativa es poder armar un espacio con base en Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires, aunque con presencia también en otras provincias como Córdoba, en donde el schiarettismo pisa fuerte, así como el ex macrista Oscar Agost Carreño (uno de los alfiles de Encuentro Federal). En las conversaciones participan dirigentes como Larreta, Manes, Stolbizer, Massot y Florencio Randazzo. Todos dirigentes que, a excepción de Massot, vencen mandato este año.

El caso de Larreta es paradigmático. Luego de la derrota de la interna presidencial, en la que apenas sacó el 10 por ciento de los votos a nivel nacional, el ex jefe de Gobierno porteño se distanció del coqueteo del PRO con LLA y armó su propio think tank llamado MAD (Movimiento al Desarrollo). Junto a figuras como Guadalupe Tagliaferri, Álvaro González o Pablo Avelluto, Larreta se puso a trabajar para reaparecer en las elecciones de 2025 como representante de un espacio moderado, ni mileísta ni kirchnerista, haciendo énfasis en su gestión al frente del gobierno porteño. Si bien no cortó lazos con Jorge Macri, su antecesor especula con que la mala imagen que tiene la gestión de Macri lo reivindique en las urnas. 

La incógnita es para qué cargo. Larreta fantaseaba con ser candidato a senador nacional, aprovechando que la Ciudad elige tres senadores. “Cualquier cosa menos que eso es un papelón”, analiza un dirigente del PRO. En su equipo, sin embargo, hay posiciones divergentes y más de uno le recomienda presentarse como candidato a legislador porteño. “A nivel nacional tenés que competir con Bullrich y Macri solo para ser un senador más que, cuando llegue al recinto, va a tener que navegar contra la corriente. Pero si volvés a hacer pie en tu distrito y competís como legislador se te abre un lugar desde donde podes construir un nuevo relato”, argumenta un dirigente larretista.

Existe, sin embargo, un temor a repetir los errores del pasado. “Puede haber un entendimiento respecto a un futuro esquema nacional con Emilio. Pero lo que no nos puede pasar es que seamos de nuevo el mascarón de proa de un amontonamiento de dirigentes”, advierte un importante dirigente porteño. Un análisis que comparten, a su vez, otros huérfanos de JxC en el radicalismo y la Coalición Cívica.

Y es que no todos están seguros de competir en este 2025. Uno es Lousteau. Presidente del partido radical, Lousteau vence mandato como senador nacional luego de sostener, durante un año, una actitud opositora al Gobierno que muchos de sus correligionarios no compartían. Si bien hubo conversaciones para armar un gran frente anti Milei con un sector del kirchnerismo en la Ciudad de Buenos Aires, estas no terminaron en buen puerto. Sí mantiene un diálogo fluído con Manes, Monzó y Larreta, pero no se decide a jugar.

Como muchos, Lousteau considera que hay que tomarse un tiempo para analizar los nuevos vientos políticos. Una situación similar se vive en la Coalición Cívica, que este año renueva cuatro de las seis bancas que conserva en la Cámara de Diputados. “Con Lilita somos tiempistas, entendemos los ciclos políticos y que puede haber períodos de bonanza, como pasó con Menem, en los que es más difícil. Pero no sabemos todavía si lo de Milei es algo nuevo o el fin de un ciclo político que se termina”, reflexiona un referente de la CC. 

Elisa Carrió, líder política y espiritual del partido, ya anunció que podría competir para senadora nacional por CABA. Pero todavía no está definido. No es la primera vez que Carrió amaga con ser candidata para traccionar votantes hacia el espacio o, en tiempos de JxC, presionar en la paritaria interna de las listas. 

Compita o no, sin embargo, en su entorno insisten que la CC puede representar lo que en su momento representó JxC: nitidez y transparencia. “Podemos interpelar al votante que era de JxC. Logramos un camino de nitidez con nuestra postura frente a Lijo, las prepagas, las jubilaciones, la ludopatía y tabaco”, enumera un diputado lilito.

Si bien la CC y Larreta coinciden en que puede darse un escenario de cuartos en la elección porteña, la competencia por la Capital Federal –madre de todas las batallas para el PRO y LLA– será la más álgida. En Provincia de Buenos Aires, en cambio, podría haber más vacantes a ocupar. Allí es donde trabaja intensamente Monzó, quien también vence mandato este año junto a Manes o Florencio Randazzo. Cualquiera de los cuales podría ser cabeza de lista para diputados nacionales. 

El ex presidente de la Cámara de Diputados del macrismo viene conversando, incluso, con algunos peronistas críticos a la conducción de La Cámpora, como el intendente de Tigre, Julio Zamora, o el de Chivilcoy, Guillermo Britos. “Yo puedo meter al Momo Venegas y a Lilita Carrió en la misma lista”, presume Mozó puertas adentro, aunque en su entorno bajan un poco la espuma. Los coqueteos y las reuniones, explican, son para la foto y así “subirse el precio” dentro de la interna peronista.

Son tiempos de conversaciones. Algunos definirán jugar este año, otros optarán por esperar a 2027. Pero todos comparten el mismo reproche –casi desprecio– contra los ex compañeros que pegaron el salto a las filas de LLA. “Los van a boludear y, al final, los van a cagar. Todo porque están desesperados por renovar. Va a ser divertido”, se ríe un dirigente.

MC/MG

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