Una Legislatura “privatizada” y en contra de quienes “monopolizan la memoria”, Villarruel hizo su acto por las “víctimas del terrorismo”
El Salón Dorado de la Legislatura porteña se convirtió en la tarde de ayer en una residencia de eventos privada, con lista de invitados cerrada, video conmemorativo y un diploma de souvenir. Un fuerte operativo de seguridad pública puesta al servicio de intereses particulares blindó el edificio y los alrededores. La todavía diputada nacional por la Ciudad, ahora candidata con chances de ganar la vicepresidencia de la Nación por La Libertad Avanza, Victoria Villarruel, agradeció ser anfitriona del “Homenaje a las víctimas del terrorismo”. Le bastó un tuit arrojado el viernes desde la cuenta de la organización que preside, el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, el Celtyv, para agotar la capacidad de la sala. Un tuit y una buena cantidad de indignación, además de una intención velada de, acaso, justificar el terrorismo de Estado.
Villarruel fue la última en ingresar al Salón. Lo hizo como lo hacen las quinceañeras: desde los fondos, por la puerta principal, con una sonrisa por diadema, atravesando un pasillo entre las sillas y cuando nadie se lo esperaba. El Himno Nacional fue el cumpleaños feliz. El “Viva la Patria”, un vitoreo. La candidata dio instrucciones para ordenar a los invitados en la mesa principal. Corrigió el discurso que daría el presentador. Recién después miró al frente. Nunca antes, nunca durante su carrera como abogada, nunca en campaña, Victoria Villarruel tuvo servida semejante cantidad de público. Nunca antes tuvo ante sí tanta audiencia: el homenaje era transmitido en un circuito cerrado dentro de la Legislatura y por su canal de YouTube, al tiempo que lo emitía la televisión.
Afuera, distintas organizaciones políticas y sociales bloqueaban los alrededores de la Legislatura. Interrumpían el paso en rechazo al acto. Para que no sea fácil acercarse al acto. En un intento de boicot del acto. A medio camino quedó la vecina de Cristina, Ximena de Tezanos Pinto, y su inquilina y “ahijada” Delfina Wagner. Pesa sobre ellas el pedido de CFK para que investiguen su participación en el intento de magnicidio. “Nunca llegué, pedí permiso, pedí que nos dejaran pasar, y no había modo. Cuando una mujer empezó a tironearme del brazo entendí que no se podía razonar con nadie”, dijo Tezanos de Pinto a elDiarioAR. Ella y la inquilina pegaron la vuelta. También tuvo que volverse la candidata a diputada por la Provincia y estilista personal de Javier Milei, Lilia Lemoine. La rociaron con nafta. Ella lo contó en Instagram camino al hospital. La policía detuvo a dos personas.
Alfredo Olmedo, ex diputado, llegó desde Salta y no tuvo problemas para entrar. “Hay que homenajear a los caídos, esto fue una guerra”, jeteó a la televisión mientras los manifestantes se apiñaban contra la valla al grito de “asesinos”. El día se iba y su campera amarilla cortaba el plomo del cielo. Nunca llovió. Diego Frutos, presidente de la Junta Vecinal de Villa Mascardi, el hombre que denunció un ataque mapuche hace tres años y desde entonces se convirtió en el emblema de la anti-usurpación de tierras, se sentó en primera fila. Había una lista de invitados exclusiva.
Salvo a algunos medios -Infobae, La Nación, Radio con vos y Periodismo para todos-, a trabajadores de prensa y reporteros gráficos se nos negó el ingreso al Salón Dorado. Aún habiéndonos acreditado en tiempo y forma. “Solo invitados por la diputada Villarruel”, avisaron desde la Legislatura antes de amontonarnos en una sala contigua para que veamos el streaming. “Ensobrados”, asegura Javier Milei cuando habla de periodistas, aunque nunca diga a quién se refiere ni nombre a dueños de medios de comunicación. No es la primera vez. La Libertad Avanza obstaculiza nuestro trabajo. La referente de la izquierda Vilma Ripoll reclamó a los gritos en el hall de entrada. Evocó a Rodolfo Walsh: no surtió efecto, por supuesto.
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, había llamado a “ignorar” el evento. HIJOS se pronunció en contra y no convocó a marchar. Aníbal Fernández, ministro de Seguridad, le restó importancia al asunto: “Le estamos dando un valor a esta mujer que no tiene”, dijo respecto a Victoria Villarruel. Falta un conector en este asunto: la candidata aclara que no reivindica la dictadura, pero tampoco se manifiesta -con firmeza- en contra del terrorismo de Estado.
Adentro, Villarruel rascaba la llaga, mostraba la pus, rascaba más. El principio de la infección. Ahí estaba Lorenza Ferrari, una mujer que todavía llora a su hija, una chica que se llamaba Laura y que en 1975, 48 años atrás, murió porque algo -una tuerca, un fierro, un pedazo de quién sabe qué- le reventó la cabeza cuando estalló un coche bomba de Montoneros. Y ahí estaba Graciela Saraspe que otra vez contó que a su padre lo acribillaron los del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Y ahí estaba Arturo Larrabure y la historia de su padre, un coronel al que el ERP secuestró durante una fiesta en el Casino de Oficiales, un padre que un año después era un cuerpo tirado en una zanja.
Dijeron que el de Larrabure, el padre de Arturo, fue el secuestro “más largo de la Historia”. El caso se archivó en 2018, luego de que la Cámara Federal de Rosario rechazara la petición del hijo para que el crimen de su padre fuera considerado de lesa humanidad. Esa pulsión por el tiempo. ¿Cómo mide el tiempo alguien que busca a un desaparecido? ¿Esperar no es otra forma de estar secuestrado? Lorenza, Graciela y Arturo contaron tantas veces sus vidas. Pero nunca ante tanta gente. Jamás en vivo y en directo. Mientras Milei le pone freno al raid mediático, Villarruel pone primera y escribe la agenda pública. El resto pisa el palito.
Celtyv, la organización que preside Villarruel, fue fundada en 2006, cuando se reiniciaron los juicios de lesa humanidad. Desde entonces convoca a acciones de todo tipo. Dos jornadas de murales para homenajear a las víctimas del terrorismo en Dorrego y Avenida del Libertador, en 2017: “un importante legado para las víctimas, sus familias y para todos los ciudadanos de bien que trabajamos por los DDHH de las víctimas olvidadas de Argentina”. Gira nacional para presentar “Los otros muertos”, libro escrito por Villarruel. Misas por las víctimas del terrorismo, a razón de una por mes, entre 2018 y 2019. La charla “La industria de los derechos humanos en la Argentina”. La charla “La guerra de los ‘70”. Y así y así. Nunca abarrotó una sala con capacidad para 200 personas como ayer.
Ante ese auditorio (y el que lo miraba por tevé) la candidata a vice por LLA pronunció estas frases: “Durante 40 años las víctimas del terrorismo fueron desaparecidas de la memoria”; “El Estado en democracia también nos viola los derechos humanos para garantizar la impunidad de grupos violentos que al día de hoy gozan de su libertad”; “¿Quién podría oponerse al homenaje de unas víctimas inocentes si no fuera cómplice de los que ponían bombas, secuestraban y asesinaban?”; “Los que se oponen a este homenaje son los que tienen las manos manchadas de nuestros seres queridos, son los que monopolizan el recuerdo”; “No importa lo que digan de mí, sólo importan las víctimas del terrorismo, que sean recordadas y que su agresores dejen de ser protegidos en la impunidad de la que gozan hasta el presente”; “Después de 40 años de una visión amputada de los derechos humanos y de demonizarnos, no tenemos miedo”. Luego, el Himno Nacional.
La cuestión es el “dónde” del homenaje a sus víctimas: en la Legislatura de la Ciudad, una invitación pública, pero restringida y sin intención aparente. La cuestión es el “cuándo” del homenaje: con el resultado de la PASO a favor, con la venia de su compañero de fórmula que le delegó los ministerios de Seguridad y Defensa de ser Gobierno. La suma del dónde y el cuándo la fijan con spray en el centro de la escena pública. Esta es la versión de Villarruel recargada, la mujer que ladea la cabeza, abre los ojos y responde: “¿Negacionista yo? Negacionistas son ustedes que no cuentan la historia completa”.
VDM/NB
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