Yasky: “Si un 50% de los trabajadores votó a Milei, otro 50% no lo votó, no hay que ser condescendientes”
Sin medidas de fuerza masivas, los reclamos al gobierno de Javier Milei por la licuación de los ingresos y los despidos no tienen sentido. Así lo entiende el líder de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, quien pide protestas más contundentes y cuestionó a la CGT por su interna y a los sindicalistas que, según dijo, aún creen que pueden sostener un diálogo con esta administración.
En una entrevista con los periodistas Hernán Cappiello, Juanjo Domínguez y Ariel Cohen en Gambito de Datos (Radio Con Vos), el también diputado nacional de Unión por la Patria admitió que el peronismo hoy sufre una crisis de liderazgo pero destacó que mantiene la cohesión, a diferencia del primer año de gobierno de Mauricio Macri, cuando se dividió.
—El Gobierno está avanzando con una fuerte reducción de los empleos estatales contratados, ¿cómo están viendo esta situación y qué piensan hacer?
—Estamos ante una acción brutal de alguien que asumió como Presidente y que se manifiesta absolutamente contrario a la idea de que exista el Estado, de que exista un Estado que estructure la sociedad en torno de cuestiones que son necesidades de la población que tienen que ser satisfechas: la jubilación, la salud, organismos como la Anses, los centros de referenciación que actúan en los barrios, el Conicet, la universidad, la educación pública. Todo eso es abominado por quien es el Presidente y creo que los despidos que hoy se están haciendo, que se están anunciando, constituyen una práctica absolutamente brutal, no solamente por el castigo que le infligen a los propios trabajadores y trabajadoras, que viven con angustia horas previas quizás a darse por enterados de que pasan a engrosar las filas de la desocupación, sino también que dejan a la intemperie a mucha gente que necesita de este Estado. Es decir, prima la idea de que esto es simplemente una especie de aglomerado de individuos, esa idea del darwinismo social, la pelea de los más fuertes para sobrevivir, meterle el pie en la cabeza al que tenés al lado, toda esa historia que ha venido a coronar la campaña de este personaje que hoy nos gobierna y nos lleva a una situación parecida a la ley de la selva. Me parece indignante que esto esté ocurriendo y que para algunos comentaristas, para algún periodismo, sea un trámite normal, necesario. Es un retroceso enorme.
—Yasky, de todos modos, el aumento del empleo público en los últimos 10 años pudo haber sido innecesario. ¿Usted no tiene ninguna mirada autocrítica sobre eso?
—No, creo que una cosa es hacer un estudio racional, objetivo, con datos de las áreas donde supuestamente hay personal que estaría sobrando, como dicen desde el Gobierno, y otra cosa es agarrar la motosierra y empezar a cortar y a desmantelar y a descuartizar el Estado, porque se dejan de ofrecer servicios a la comunidad por la gente que echan. La gente ha sido echada y arrojada por la ventana. Me parece un acto de barbarie, no me parece un acto de racionalización del personal del Estado. Entre eso y lo que están haciendo hay una distancia enorme.
—¿Cómo está viendo la reacción del sindicalismo frente a las medidas de este gobierno? Porque aparece reclamando y enojado, como usted está en este momento, pero después es como que se quedan ahí.
—Hay un sector del sindicalismo que contra toda evidencia de la realidad pretende todavía sostener la posibilidad de un diálogo con este gobierno. Digo contra toda evidencia de la realidad porque si hay algo que está claro y que no nos debería quedar ninguna duda es que este gobierno no solamente no quiere dialogar con el sindicalismo sino que en cuanto pueda va a tratar de horadarlo y de convertirlo en una pieza de museo. Hay en la Argentina una convocatoria a un paro que se hizo el 24 de enero, un gobierno que tiene poco más de 100 días, pero hay una cantidad de conflictos muy duros, muy fuertes como el de los metalúrgicos, como el de los universitarios, como el de los despedidos en la conducción. Y, ahora, con los trabajadores del Estado.
Si hay algo que está claro, y de lo que no nos debería quedar ninguna duda, es que este gobierno no solamente no quiere dialogar con el sindicalismo sino que en cuanto pueda va a tratar de horadarlo y de convertirlo en una pieza de museo
—Ese sector del sindicalismo es claramente la CGT, ¿no?
—Sí, sí, claro, hay un debate interno en la CGT. Las dos CTA hemos resuelto iniciar tratativas con la CGT para tratar de encaminarnos a un nuevo paro nacional. Creo que hay que rodear de solidaridad a los estatales, a los metalúrgicos, a los obreros de la construcción despedidos, a los universitarios, etcétera.
—Y el gobierno dice, del otro lado: nosotros no vamos a hacer nada, que se expongan, porque a nosotros nos votó más del 50% de la gente y va a quedar claro que los que van a perder capital político van a ser los que hagan la huelga.
—Cuando uno es dirigente sindical tiene que tener claro que debe hacerse cargo de los problemas, de las necesidades y de la angustia de los que uno representa. Si hay un 50% de los trabajadores que votó a Milei, como efectivamente lo hay, hay también un 50% de los trabajadores que no lo votó, y hay una cantidad de trabajadores enormes que nos dio un mandato, y es representarlos. Mal haríamos en ser condescendientes, en mirar para otro lado, en esconder la cabeza como el avestruz, sería un mal ejemplo. Y sería indigno por el mandato que tenemos. Por eso creo que lo lógico sería realizar medidas de fuerza que sean masivas, porque si no son masivas no tiene sentido testimonial. Ser testimoniales no sirve a esta altura del partido. Hay que saber que representamos a esos trabajadores que hoy están siendo brutalmente agredidos con la licuación del salario y de la jubilación, y con los despidos.
—¿En qué situación está el peronismo, que aparece como la oposición más intransigente y más visible pero no tiene líder?
—Es verdad. Tiene de todas formas una condición que es positiva y es que la derrota no dispersó a la fuerza de Unión por la Patria. No hubo deserciones, como sí las hubo cuando ganó Macri, en la Cámara de Diputados. No hubo deserciones en el Senado. Mantenemos la cohesión, somos dentro del Senado y la Cámara de Diputados el bloque que mantiene una línea de coherencia. No zigzagueamos, no vacilamos, no decimos un día blanco y otro día negro.
—Sí se fueron los tucumanos que responden a Osvaldo Jaldo, que son menos que los 16 que se habían ido en 2016 con Diego Bossio, pero ahora también hubo alguna fisura.
—Alguna. Pero claramente muchas menos. Es más, muchas menos que las que esperaban los que imaginaban que Unión por la Patria ponía bandera de remate y poníamos en mesa de saldo nuestras convicciones. Estamos construyendo liderazgos, tenemos gobernadores que han sido muy claros, que han tenido, yo creo, una actitud y un perfil que está por encima del promedio de lo que han hecho gobernadores de otras fuerzas. Por ejemplo, Axel Kicillof. Y creo que a nivel del partido todavía tenemos que andar mucho. Fue muy chato el Congreso que hizo el Partido Justicialista, cumplimos una formalidad, le cerramos la puerta a una eventual intervención, pero con eso no alcanza. Tenemos que apretar el paso a nivel de la reorganización de nuestras fuerzas políticas.
—Pareciera que las negociaciones del Gobierno con los gobernadores podrían permitirle avanzar con la nueva ley Bases y acercarlos a trabar el rechazo al DNU. ¿Cómo está ese juego también con otras alianzas? Porque ustedes tienen el problema hacia adentro de Unión por la Patria y luego también hay que ver qué alianzas se dan para los objetivos políticos que se están proponiendo.
—El que ha tenido la dificultad más grande en el Senado y también la Cámara de Diputados es el oficialismo, La Libertad Avanza. Más que un papel deslucido han hecho un papelón; por ejemplo, cuando quisieron avanzar con la ley ómnibus y se quedaron con las manos vacías, entre otras cosas por sus propias torpezas. Después pierden en el Senado la votación del DNU. Ahora están dando vueltas, girando en círculo, porque si tuvieran la mayoría podrían votar la aprobación del DNU en Diputados. No lo hacen. Si no lo hacen es porque no tienen la mayoría. Y no tienen la mayoría porque por más que haya gobernadores y una oposición que quiere ser amigable, que quiera acompañar, son profundas las barbaridades que les quieren imponer a los gobernadores. Les pasa como con el fuego: se van acercando pero cuando ven que están muy cerca empiezan a sentir que se queman. Y retroceden. Y así estamos. Avanzan y retroceden, y pienso que en ese juego evidentemente nosotros podemos generar las condiciones como para construir la mayoría que hace falta para evitar que el daño sea irreparable. Me refiero al DNU y me refiero a alguna de las leyes que pretenden aprobar.
JJD
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