Estoy embarazada y tengo un gato: ¿tengo que preocuparme por la toxoplasmosis?
En un momento tan delicado como es un embarazo, es normal que las dudas nos asalten. Cuando un gato forma parte del hogar de una embarazada, comienzan los miedos relacionados con la toxoplasmosis, un parásito que puede ocasionar malformaciones en el feto.
De hecho, el riesgo de contraer toxoplasmosis en el embarazo es el motivo por el que casi 1200 gatos, el 1% de los 117.898 abandonados en 2021, fueron entregados en refugios, según un estudio publicado por la Fundación Affinity.
Para resolver las dudas sobre la toxoplasmosis durante el embarazo, cómo puede contraerse, cómo podría afectar a la madre y al feto y qué hacer para prevenir el contagio, contamos con la ayuda del equipo de la Clínica Veterinaria Mallo y la doctora en Obstetricia y Ginecología Cristina Torrijo.
¿Qué es la toxoplasmosis?
La toxoplasmosis es una enfermedad producida por un parásito llamadoToxoplasma gondii, que afecta a muchas especies de animales y aves, así como a los seres humanos.
Cuando un gato la contrae, comienza el ciclo vital de este parásito en el intestino del felino. En esta enfermedad parasitaria juegan un papel fundamental los ooquistes, quistes que forma el cigoto de un parásito y que, en el caso de la toxoplasmosis, son muy resistentes al medio.
“Cuando el gato ingiere una presa que tiene ooquistes en su musculatura se produce una fase de multiplicación activa y prolífica del parásito, que se eliminará con las heces, pasando a contaminar aguas y alimentos”, explica el equipo de Clínica Veterinaria Mallo.
¿Cómo puede afectar a mujeres embarazadas?
Tanto si se contrae fuera como dentro del embarazo, la toxoplasmosis suele ser asintomática o, como mucho, da síntomas similares a los de una gripe. De hecho, la mujer puede no ser consciente de que tiene el parásito.
Sin embargo, “la infección del feto puede ocasionar graves problemas”, explican en el servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, Medlineplus.
Estos problemas en el feto varían según el momento del embarazo en que se haya contraído la toxoplasmosis: “si tiene lugar en el principio del embarazo, generalmente produce abortos. Más adelante produce sobre todo alteraciones en los ojos del bebé y en alguna ocasión deterioro neurológico por afectación del cerebro del niño”, explica Torrijo.
¿El gato es la única vía de contagio?
La respuesta es no. De hecho, según el equipo de dicha clínica, los lugares en los que pueden desarrollarse los ooquistes de la toxoplasmosis van desde “las aguas y alimentos contaminados, hasta los alimentos crudos, principalmente hortofrutícolas, que presentan ooquistes al estar expuestos en origen (granjas) y que se consumen con poca o nula elaboración (lechugas y similares, frutas, etc.)”.
Torrijo coincide en que la vía más frecuente de contagio de toxoplasmosis es la ingesta de carne cruda infectada de toxoplasma. Esto se debe a que “el toxoplasma anida en el tubo digestivo del gato. Si este hace sus deposiciones en el campo, los animales herbívoros al pastar incluyen al toxoplasma en su cuerpo, que anida en sus músculos y acaba convirtiéndose en nuestra comida”.
Si esta no está muy cocinada, podemos incluir el toxoplasma en nuestro organismo, pero “en el momento en que la carne está cocinada se elimina la posibilidad de contagio”, explica Torrijo. Efectivamente, el gato no es la única pero sí una vía de contagio.
Eso sí, para que el gato padezca toxoplasmosis y pueda llegar a contagiar a un ser humano, es imprescindible que haya cazado previamente, pues como nos explican desde la Clínica Veterinaria Mallo, “los ooquistes de Toxoplasma gondii son eliminados por gatos con actividad predadora significativa”.
Es decir, que para que un gato doméstico elimine toxoplasma en sus heces tiene que poder cazar presas silvestres, pues “si no hay caza, no hay disponibilidad de que el parásito realice el ciclo sexual y por lo tanto no elimina ooquistes, motivo por el que los gatos caseros suelen tener muy poca probabilidad de contraerla y por tanto, de contagiarla”, explican desde la clínica.
Por otro lado, en los casos en que “la mujer embarazada haya sido infectada previamente a la gestación (y por lo tanto presente anticuerpos frente a T. gondii), nunca se producirá el contagio al feto, ya que su inmunidad la protege frente a nuevas reinfecciones”, explican en una publicación de AVEPA, la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales.
¿Qué precauciones tengo que tomar si tengo un gato y estoy embarazada?
Aunque las precauciones principales se basan en la ingesta de comida cruda o frutas y verduras mal lavadas, la posibilidad de que un gato sea quien contagie la toxoplasmosis existe, principalmente, si el gato en cuestión suele estar en contacto con el exterior.
Aunque esta posibilidad de que un gato casero nos contagie de toxoplasmosis no es elevada, médicos y veterinarios recomiendan tener en cuenta algunas sencillas precauciones para evitar el contagio en caso de embarazadas.
- “Es recomendable hacer una serología al gato para saber si pasó la infección o no. Si la hubiera pasado y estuviera inmunizado, no hay peligro”, explica Torrijo.
- En caso de tener gatos predadores y que la madre no tenga anticuerpos, se recomienda limitar el contacto con las heces del animal, pues es la única forma de transmisión, ya que la toxoplasmosis no se transmite tocando o acariciando al gato. Para ello, lo idóneo es encargar la limpieza de sus excrementos a otras personas. “Si no fuese posible, se recomienda el uso de guantes y mascarillas, así como desinfectar la bandeja con agua hirviendo o vapor a presión, pues los ooquistes esporulados son resistentes a la mayoría de desinfectantes”, apuntan en la web de AVEPA.
- Dar de comer al animal alimentos preparados comercialmente, o bien cocinados y no crudos.
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