“Ilustro para no olvidar”, la arquitecta que dibuja las casas porteñas que están por desaparecer
Hace tiempo que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires viene habilitando demoliciones de edificios de relevante valor arquitectónico, urbanístico e histórico. La incesante pérdida de patrimonio sucede frente a nuestros ojos y en todos los barrios porteños. Eso pensó la arquitecta Natalia Kerbabian cuando comenzó a retratar muchas de las casas antiguas próximas a demolerse o que ya fueron demolidas.
Su primera ilustración fue la de un conjunto de distinguidas casas que estaban ubicadas en la esquina de Olazábal y Vidal. “Vine a casa toda rota y fue una especie de impulso. Eran cuatro casonas hermosas e irrecuperables”. Tiempo después, aquellas cuatro casas se convirtieron en la imagen principal de su proyecto artístico, mediante el cual ya registró cientos de construcciones antiguas que sufrieron el mismo destino.
“Necesitaba ilustrar estas casas para, de alguna manera, retenerlas en el tiempo, honrarlas y darles vida de nuevo”, asegura.
La arquitecta utiliza una técnica de pluma y tinta a mano alzada sobre hojas acuarelables que luego digitaliza. “Cuando ilustro una casa que no está más, hago un repaso por cada línea, por cada intención y simbología que tuvo quien la diseñó, al menos desde la fachada. ”Muchas veces me pregunto si somos conscientes de esas pérdidas irremplazables e irrecuperables“, reflexiona.
Las repercusiones
Natalia creó la cuenta @IlustroParaNoOlvidar en Instagram en julio de este año y el alcance que tuvo en dos meses y medio fue explosivo. “Se notó el dolor, la bronca, la angustia y la necesidad de compartir este tema entre un montón de vecines. Lo mismo pasó en Twitter y hasta en Linkedin”, detalla Natalia en diálogo con elDiarioAR.
El proyecto la acercó a asociaciones de vecinos, ONG y legisladores que, con diferentes ideologías y posiciones políticas, están sintiendo la misma pérdida. “La ilustración genera un impacto sensible y reúne algunas características de información precisa y emocional que invita a abrir el tema y a compartir”, subraya.
Todo lo que Natalia dibuja lo vuelca en una galería (cafecito.app) en la que, quienes desean, pueden colaborar “comprándole un café”. Luego, en agradecimiento, Natalia suele enviar alguna copia de sus ilustraciones.
Próximamente, el proyecto de Natalia se convertirá también en libro, donde reunirá todo el patrimonio que fue registrando y que fue demolido.
El deterioro de la calidad de vida como consecuencia de las demoliciones
Las consecuencias de la pérdida del patrimonio arquitectónico son múltiples, empezando por pérdida de la identidad. “El patrimonio arquitectónico es un registro de momentos, intenciones y formas de expresarse que tuvo la conformación de Buenos Aires como un crisol. Lo más interesante y hermoso es justamente esta mixtura entre los académicos, ingenieros de alto nivel y el tano que vino y se hizo la casa chorizo o que se creó su casilla en la Boca. Esa es la música, el ritmo y las melodías de Buenos Aires que generan algo muy especial. Toda esa convivencia es muy hermosa y la estamos perdiendo”, reflexiona Natalia.
Además, remarca que la pérdida repercute también en nuestra memoria y en un relato que deja de existir: “Una ciudad antigua se construye y se intenciona. En este momento no hay una intención de fondo, por parte de quienes gobiernan, por sostener una ciudad antigua. Hoy estamos viendo crecer edificios que, en general, no tienen una intención urbana o cultural”.
Otra de las consecuencias de esta destrucción para construir en altura es el impacto sobre el asoleamiento y la privacidad: “Caminás cuadras enteras sin que te pase un rayo de sol, te ves con tu vecine todo el tiempo, casi no hay cielo. Antes, la vista era mucho más abierta”, enumera Natalia.
Las modificaciones del Código Urbano
En noviembre de 2007 fue sancionada la Ley 2.548, de Promoción Especial de Protección Patrimonial, que estableció la emergencia patrimonial. Esta norma intentó funcionar a modo de “alarma” ante la falta de protección de los edificios porteños con valor histórico o urbanístico. Esta primera Ley se sancionó sólo en relación a una zona de la Ciudad.
Luego, en 2009, se promulgó la Ley 3.056, que amplió la protección patrimonial a toda la Ciudad y estableció un procedimiento que obliga a que, antes de poder demoler o modificar una propiedad construida con anterioridad al 31 de diciembre de 1941, se estudie si tiene valor patrimonial. El organismo encargado de determinar el valor de los edificios de la ciudad es el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP), conformado por miembros del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo de la ciudad —que cuenta con una amplia mayoría afín al Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta— y por instituciones vinculadas a la disciplina arquitectónica, urbanística y patrimonial.
“Si uno revisa, hay muchísimas bajas de edificios que deberían estar protegidos o catalogados. Son construcciones anteriores a 1941 que están siendo demolidas igual porque obtienen el permiso”, advierte Natalia. Como ejemplo, menciona edificaciones como La Ideal, que vivió 100 años y de repente se dio de baja.
En 2018 se votó la modificación del Código Urbanístico que, entre otras cosas, flexibilizó la protección de los inmuebles patrimoniales a los que no se les puede modificar la fachada. Anteriormente no se podían realizar ampliaciones que se vieran desde la vía pública. Ahora, se pueden construir torres “encima” de esos edificios. En 2020 volvieron a modificar cerca de un tercio del Código Urbanístico, habilitando que se construyan edificios con mayor altura y cantidad de metros cuadrados en las parcelas de la Ciudad. A esto, se sumó la modificación al Código de Edificación en julio de 2021.
“Esto impacta mucho más fuerte en los barrios con densidad constructiva baja como Villa Ortuzar, Colegiales, Villa Devoto, Villareal, donde se nota muchísimo esa irrupción en la trama. El proceso termina encerrando a las casas bajas, entonces los dueños se ven rodeados y se sienten obligados a vender. Eso pasó mucho en el barrio de Belgrano”, detalla la arquitecta.
Y agrega: “La base del área de protección histórica sigue en 1941, eso no cambió. Hay un montón de patrimonio cultural que no está reflejado en las leyes y lo barren. Estamos asistiendo a un momento de gran pérdida”.
La organización de los barrios
Muchos vecinos de distintos barrios porteños como Colegiales, Villa Devoto, Núñez, Villa Ortúzar y Villa Urquiza se están organizando en contra de estas destrucciones, ya que implican una modificación en la identidad barrial.
“Esta forma de operar nos reúne y nos convoca en defensa de lo que nos pertenece. Como ciudadanes no tenemos tantas herramientas. Tenemos que denunciar y lograr que nos escuchen, lo que pasa es que muchas veces no hay respuestas. Entonces es muy desesperante. Creo que es un buen momento para que reunamos fortaleza ciudadana y se empiecen a generar estos movimientos que protejan el patrimonio y proyecten una ciudad antigua”.
AIC
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