La costa central de Perú se tiñó de negro por un derrame de petróleo ocurrido el pasado 15 de enero, cuando un buque realizaba una descarga en la Refinería La Pampilla de la empresa Repsol. Las autoridades han reportado que se vertieron 6000 barriles al mar y no menos de un barril como reportó la compañía al inicio de la emergencia. Hasta el momento, según el último reporte del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), se sabe que la extensión del área impactada en el mar alcanza ya el 1 millón 186 mil 965 metros cuadrados y 1 millón 739 mil 950 en tierra.
¿El resultado? Aves, lobos marinos y otras especies que han sido encontradas bañadas en petróleo. La contaminación en el mar incluso ha llegado a afectar a dos áreas protegidas: la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras y la Zona Reservada Ancón.
El 7 de abril de 2020 ocurrió el peor derrame petrolero de los últimos 15 años en Ecuador. Sucedió cinco días después de la desaparición de la cascada San Rafael —la más grande del país— y la consiguiente erosión regresiva del río Coca, donde los derrumbes de tierra rompieron los oleoductos del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) causando un derrame de 15 800 barriles de petróleo sobre las aguas del Coca.
Tras este evento, más de 100 comunidades kichwa fueron afectadas por la contaminación del río, efecto que se extendió a los ríos Napo, Aguarico y otros afluentes. Todas ellas insisten hoy en una remediación y reparación por parte del Estado que no ha llegado, por ello se vieron obligadas a interponer una acción extraordinaria de protección en junio de 2021 pero hasta el momento la Corte Constitucional no ha fijado una fecha para la audiencia.
Un derrame estimado en 24 000 barriles de petróleo de Ecopetrol, la empresa más grande de Colombia en este rubro, afectó a 16 comunidades del departamento de Santander en marzo de 2018. Fueron 28 días con brotes de crudo desde el suelo que primero eran gotas y después se convirtieron en un chorro enorme que salía sin parar, desde una especie de cráter. La contaminación afectó a la quebrada La Lizama, caño Muerto y el río Sogamoso, tributario del Magdalena, el río más importante de Colombia.
Las afectaciones provocaron largas jornadas de rescate de animales, limpieza y lavado de piedras, a cargo de organizaciones, biólogos, veterinarios, ingenieros y pobladores de la región. Aunque la empresa reportó 2442 animales muertos, la gente de Barrancabermeja aseguró que el número era mucho mayor y superaba por mucho a la cifra oficial.
El informe “La sombra del petróleo”, realizado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, en Perú, reveló que ocurrieron 474 vertimientos en el Oleoducto NorPeruano y los lotes petroleros entre los años 2000 y 2019. ¿La causa? El 65 % tuvo que ver con la corrosión de los ductos y fallas en la infraestructura petrolera.
Este reporte basado en información oficial de instancias como el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), apunta a la necesidad de abrir la discusión sobre las responsabilidades en estos incidentes ambientales y la necesidad de remediar los miles de sitios impactados por los derrames petroleros que, hasta 2020, habían afectado a 41 de los 65 pueblos indígenas de la Amazonía.
Dos derrames de petróleo ocurridos en julio de 2018 en los mismos lugares que ya habían sido afectados seis años atrás, pusieron en riesgo la vida de la Península de Paria y el río Guarapiche. Aunque Petróleos de Venezuela (PDVSA) nunca confirmó la magnitud del desastre, expertos de la Red de Sociedades Científicas Médicas calcularon que la estatal habría vertido hasta 120 000 barriles de crudo en el afluente durante ese periodo.
La cuenca del río Guarapiche, afectada por el derrame en el río que lleva el mismo nombre, en Maturín, es rica en vegetación. Desde la serranía hasta la desembocadura posee bosques nublados, de galería, sabanas arboladas, morichales, herbazales estuarinos y manglar denso, fundamental para la reproducción y cría de los peces.
Se supo que el petróleo llegó a los bosques ribereños del Guarapiche y a los manglares en el río San Juan. También que había alcanzado a la Reserva Forestal Guarapiche, la Reserva Nacional Hidráulica del mismo nombre, el Parque Nacional Turuépano, el área de Desarrollo Rural Valle del Guarapiche y, finalmente, al Mar Caribe, muy cerca de Trinidad y Tobago.
El 26 de julio de 2019, 40 000 litros de combustible diésel fueron vertidos al mar en Isla Guarello, en la Patagonia chilena, sitio donde la Compañía Siderúrgica Huachipato S.A, filial de Compañía Aceros del Pacífico (CAP), opera una mina de piedra caliza.
La información que circuló en aquel momento indicaba que se debió a un accidente en el traspaso de diesel desde un contenedor a otro. Sin embargo, expertos advirtieron que hay errores estructurales de la empresa, por lo que el Estado debería revisar la concesión de la misma, pues no se contaban con estudios que permitieran determinar si se hacía cargo o no de sus impactos ambientales.
Las afectaciones fueron para el pueblo Kawesqár, dedicado a la pesca artesanal de erizos, cholgas, picorocos, piures y centollas de los bancos naturales que crecen en estas aguas, que también son parte de su territorio. En marzo de 2019, previo al derrame, el Gobierno solicitó a la UNESCO que lo declarara patrimonio de la humanidad.
Este artículo fue producido y publicado por el sitio Mongabay y elDiarioAR lo reprodujo.
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