La vuelta del Petiso Orejudo, el caldo de Juanse
No había caso, no me salía. Tampoco lo podía decir y mucho menos destrabar en mi cabeza. Hasta que mirando Masterchef encontré una pista que vino de parte de Juanse, el ex líder de Los Ratones Paranoicos y autor de temazos como mi preferido-de-todos-los-tiempos Enlace (a propósito: no se pierdan el documental Juan Sebastián, de Diego Levy, lo pueden alquilar por acá y les aseguro que les va a abrir la puerta a un personaje atrapante).
Resulta que en las últimas emisiones Juanse venía participando con platos para los que se imponía un despliegue enorme. Pelaba, cortaba, trozaba, hervía, ponía al fuego caldos, muchos caldos. Pero después, toda esa elaboración o no se llegaba a lucir en el resultado final o quedaba sin usar en el fondo de una olla.
Apurado por el reloj, la adrenalina, el olvido o su propia incertidumbre, a la comida que le presentaba al jurado le faltaba algo de esa cantidad de preparaciones con las que creía que se iba a destacar (ya que estamos en tema, sobre la fascinación que producen los programas de cocina en televisión escribí algo por acá).
El domingo pasado pensó en esos manejos que a último momento lo perjudicaban y cuando le preguntaron qué era lo que lo estaba trabando lo resumió de un modo genial: “Tengo un paragolpe mental”.
Todo este embrollo para decir que me costaron muchísimo esta entrega de Mil Lianas y otras cosas que estoy escribiendo, probablemente por pensar en ese por las dudas que tanto atosigó al rockero en Masterchef, por cubrirme con un paragolpe que de tanto protegerme me sofoca (si leen esto y también son víctimas de vacilaciones, rulos o del mejor que sobre y no que falte, me pueden escribir: les dejo mi correo abajo).
Al final esta edición se terminó de cocinar a tiempo, como el plato de Juanse el domingo pasado, al que le fue bastante bien después de que él le pusiera palabras –y caldo, mucho caldo– a su problema.
¡Buen apetito!
1. El Petiso Orejudo, de María Moreno. El regreso de este clásico de la crónica policial argentina, que María Moreno escribió a mediados de los ‘90, es una alegría. Según cuenta la autora en el prólogo de esta edición, escribió la primera versión del texto hace más de cuarenta años a máquina y a deshoras, cuando su hijo era pequeño y ella debía permanecer “escondida en la llamada pieza de servicio del departamento donde vivía”.
Inconseguible por varias décadas, ahora El Petiso Orejudo vuelve y lo hace con algunas modificaciones a sus versiones anteriores, pero con el mismo fondo: el relato sobre la vida de Cayetano Santos Godino, un niño pobre que asesinó a otros como él a comienzos del siglo XX, en una Buenos Aires de conventillos y miseria. Un personaje que con 16 años terminó convertido, a fuerza de repetición y de relatos en los medios, en un mítico asesino serial.
Con tal habilidad María Moreno reconstruye la infancia y la vida de Godino hasta que fue enviado al penal del fin del mundo en Ushuaia –la verdadera gestación de lo que la sociedad consideraba un monstruo– que todo el relato viene a confirmar que los crímenes y sus protagonistas cuentan también épocas (ya que estamos: les dejo por acá una entrevista que hicimos en el diario a propósito de la salida del libro Con toda la muerte al aire, de la fotógrafa María Eugenia Cerutti, que se propuso revisitar un femicidio emblemático de 1955, a partir de las fotos, los registros policiales y los titulares de los diarios de esos tiempos).
El Petiso Orejudo, de María Moreno, acaba de ser reeditado por la editorial Tusquets.
2. El hit. “Y entonces me pregunto qué sucede con los mecanismos del humor, a ver si pueden acudir a nuestra ayuda. Porque el humor funciona desde hace siglos como una especie de bálsamo para aligerar el dolor, para descargar la dramaticidad. Me refiero al humor no como chivo expiatorio, sino como una vía de interpretación menos dolorosa de ciertas realidades, siempre que podamos alejarlo del imaginario de solemnidad que no le hace nada bien a las risas”. Eso escribió Malena Rey en elDiarioAR en una nota súper interesante que se propone revisar cómo la llegada del coronavirus trastoca nuestra capacidad de divertirnos.
Me puse a pensar en qué me hace reír por estas horas difíciles y me vino a la cabeza de inmediato mi amigo Alexis Moyano, el dibujante, animador y humorista todoterreno –de Instagram a los dibujos animados en Cartoon Network, de YouTube a Twitch– que es de los pocos que logra arrancarme carcajadas con todo lo que hace.
Además del dibujo en sí –siempre con un grado de deformidad, siempre al borde– hay algo en en el trabajo de Alexis con el absurdo que resulta asombroso. Entre las últimas viñetas que subió a las redes sociales está “Entrevista laboral”, una especie de sketch desopilante protagonizado por él mismo y también animado que termina musicalizando con el hitazo Trabajé de empanada.
Si se enganchan con sus disparates, les recomiendo que además de la versión digital de Alexis busquen su libro Me aburro rápido (Wai Comics), que de alguna manera expone el germen de todas sus andanzas.
Las creaciones de Alexis Moyano se pueden ver por acá y por acá.
3. Néstor Montalbano. Otro intento por buscar –y pensar– la risa. A Néstor Montalbano quizá lo conozcan como director, guionista o productor de programas de televisión humorísticos emblemáticos (su rol fue central, entre otros, en los inolvidables De la cabeza y Cha cha cha durante la década de los ‘90 y en Todo por dos pesos llegados los 2000) o por sus películas y cortometrajes.
En los últimos tiempos la labor de Montalbano pasó a lucirse en su canal de YouTube con viajes delirantes a través de los eventos históricos y sociales más importantes del país –a su entender, claro, de acuerdo a su mirada aguda– de distintos años, que arranca en la década del ‘40. Para eso junta archivos mayormente de la televisión, también publicidades y material cinematográfico, y repasa personajes y que terminan convirtiéndose en una vuelta en montaña rusa. Hay extrañamiento y también certezas: todo lo que se muestra allí, por más inverosímil que parezca, pasó en la Argentina y en el mundo.
El último que subió recorre el año 1992 (“el año del milagro argentino”, dice Eduardo Duhalde apenas comenzado el video) y es tan frenético como adictivo: una odalisca le agradece “la ternura” a Carlos Menem en nombre de las mujeres argentinas, Leonardo Favio filma en las calles Gatica, el mono, Susana Giménez entrevista a la hija del presidente, el músico tropical Miguel Conejito Alejandro brilla cantando En septiembre tu fuiste mía, el austral deja de existir para darle lugar al peso. Mi sugerencia: empezar por ahí y después ir para atrás. Les aseguro que me van a agradecer el viaje en el tiempo.
4. Vidas prestadas. Un clásico del mundo de los libros, al que vale la pena seguir. El programa Vidas prestadas, que conduce semanalmente la periodista y escritora Hinde Pomeraniec por Radio Nacional (y que también se puede escuchar podcast como hago yo, que me duermo temprano), cumple 100 emisiones por estos días.
El número redondo –como siempre, pero más en este caso– viene bien como excusa para darse una vuelta por un programa que, mediante entrevistas extensas, profundas y bien variadas conforma, después de tres años consecutivos al aire, un valioso muestrario con las voces centrales de la literatura hispanoamericana contemporánea. Porque por las primeras 100 entregas pasaron autoras y autores como Mariana Enriquez, Alan Pauls, Beatriz Sarlo, Javier Cercas, Gabriela Cabezón Cámara, Federico Falco, Leila Guerriero, Sergio Olguín o Claudia Piñeiro, por citar apenas algunos, y todos conversaron con la conductora sobre la cocina de la escritura, pero también sobre sus obsesiones, sus proyectos y sus propias lecturas.
El programa también ofrece un espacio interesante de recomendación de libros por parte de la propia Hinde y de otros grandes lectores como ella, y de poesía o relatos breves en la voz de figuras del mundo de la cultura. Algo importante para quienes siguen a escritores o libros puntuales: el archivo completo del programa se puede encontrar en la página de la radio o en Spotify.
Vidas prestadas se emite todos los lunes a las 23 por la AM 870, Radio Nacional, y luego puede escucharse en todas las plataformas de podcast. Con la conducción de Hinde Pomeraniec y la producción de Gustavo Kogan.
¡Hasta la próxima!
AL
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