Verónica Garea, ingeniera nuclear y música de rock: “Yo soy feminista, no lo oculto y lo llevo a todos lados”
Como las hadas de los cuentos encantados, Verónica Garea vive en una casa en medio de un bosque tupido con distintos tonos de verdes y marrones, en Bariloche. Pero no usa un vestido largo de tul, ni tiene varita, ni corona su cabeza con un bonete. Lo que ella emplea por amor al arte es su voz y un micrófono. Y, por amor a la ciencia, dispone del conocimiento de una ingeniera nuclear, porque esa es su profesión. La magia aparece cuando canta con la Banda Sonora de Películas que no Existen y en su trabajo de diseño y creación de reactores nucleares en el Instituto INVAP, una organización civil cuyo nombre de fantasía proviene de Investigación Aplicada, y cuya empresa preside.
Junto a Sebastián Lema, Leo Cesana, Guillermo Andreani y Tomás, Theo y Marcos Radicella, Verónica juega todos los viernes a crear la textura musical de películas imaginarias, con una base de rock bastante ecléctica. Durante los ensayos, el grupo fue inventando discos como Juanito, el rey del Pacífico (2017) y Motor Ranch (2019). Para el primero, imaginaron la historia de un narco que lidera un pueblo en Guatemala a través de favores, pero los gringos lo persiguen y termina entre las rejas. Para el otro disco, Banda Sonora construyó a Matías quien en un intento desesperado por darle sentido a su vida porteña escapa en la combi de su abuelo y procura mantener el sol del atardecer en la butaca del acompañante para asegurarse que, a través de rutas infinitas, se dirige hacia el sur. Ya se presentaron en la ciudad de la nieve y los chocolates. También en Buenos Aires y acaban de sacar un nuevo disco, S.A.R.A.H. , que se basa en una película imaginaria de ciencia ficción sobre una joven con una identidad irreal. Transcurre en un pasado ucrónico y ya estrenaron un primer videoclip, que presentaron en el festival Bariloche Resuena.
“Tengo el privilegio de ser parte desde 2015 de Bandas Sonoras, un grupo de amigos con el que componemos pensando en un mini guión para que la música acompañe las escenas imaginarias. Empecé a cantar de grande, cuando era chica me dijeron que tenía nódulos en las cuerdas vocales, así que no podía pertenecer al coro de la escuela parroquial a la que fui en mi barrio de origen, Saavedra. Más adelante, estudié canto lirico y popular”, dice Garea.
Cuando se menciona la ingeniería nuclear, hay una asociación inevitable con la fabricación de bombas atómicas. Sin embargo, el tema abarca un espectro mucho mayor que el de las fuerzas destructoras que se iniciaron con los ataques contra las ciudades japonesas de Nagasaki e Hiroshima. “Hay muchas teorías que hablan de que lo nuclear tiene todos los ingredientes para que la percepción de riesgo sea lo más compleja y difícil posible. ¿Qué es la percepción de riesgo? Es lo que hace tengas más miedo de viajar en avión que de subirte a tu auto, cuando viajar en el avión es mucho más seguro que viajar en auto”, señala.
“Si se comparan las emisiones de la energía nuclear a lo largo del ciclo de vida, con todas las tecnologías limpias de producción de electricidad, la construcción o fabricación, siempre es la que emite menos dióxido de carbono o gases de efecto invernadero. El hormigón que se usa para construir una central nuclear tiene una huella de carbono enorme, entonces uno pensaría que tiene más aún que la energía eólica o la solar, y sin embargo no. Entonces, es muy limpia desde el punto de vista de gases del efecto invernadero y la realidad es que, lo que se suele plantear cómo un problema -los accidentes y los residuos- al mirarlo desde un punto de vista técnico, sacándole el debate emocional, se ve que ninguno de los aspectos es un problema realmente grave. Lo que pasa es que va a contramano de lo que se instaló como sentido común”.
El prejuicio también supone que, históricamente, la ingeniería nuclear es un campo del saber restringido a los hombres. Error: las mujeres estuvieron presentes desde el comienzo. En la Argentina, La Comisión Nacional de Energía Atómica se creó en 1950 y en el área radioquímica había mujeres, “la química siempre fue bastante permeable al ingreso de nuestro género, por supuesto con poca actividad muy específica y en baja proporción. Hoy estamos presentes en casi todo el sector nuclear, aunque es cierto que no llegamos a ser el cincuenta por ciento”, cuenta.
Si bien el mandato de estudiar fue muy fuerte para ella, que haya elegido Ingeniería no causó la mejor sensación en su familia de origen. “Mis abuelos, con quienes viví un tiempo cuando iba al Lenguas Vivas, estaban horrorizados. Mi abuela se consolaba pensando que, como había muchos chicos, iba a conseguir novio, aunque le fue a rezar a la Virgen del Carmelo para que no aprobara el examen de ingreso al Instituto Balseiro, muy gracioso. Después, cuando me recibí, estaba chocha”.
En el universo de la ciencia y la tecnología argentinas, un profesional de la materia trabaja para garantizar el abastecimiento eléctrico, con la ventaja de que la energía nuclear no libera gases tóxicos o emisiones contaminantes, es decir: puede ser una aliada de la descarbonización para frenar el cambio climático. También, la ingeniería nuclear se aplica para desalinizar el agua de mar, calefaccionar ciudades, realizar estudios médicos.
INVAP es una empresa que lleva adelante proyectos de desarrollo e integración de tecnología compleja y estratégica. Es propiedad de la provincia de Río Negro y del estado nacional, que participan en su gobierno a través de representantes en el directorio. “Operamos como una empresa privada, vivimos de lo que vendemos. Nuestros proyectos son de tecnología compleja: pueden ser satelitales, nucleares, de radares y son estratégicos porque se vinculan con la soberanía del país y tienen un principio y un fin, se entregan como producto al final. Son proyectos de tecnología compleja, no de consumo.
“Ingresé por primera vez en el 97 como analista de seguridad, una de las ramas de la ingeniería nuclear, cuando volví de Estados Unidos. Allá cursé una maestría en matemática y un doctorado en física de la ingeniería. En aquel momento estuve un año porque tenía a Muriel, mi hija, y con mi pareja, Fabián Boneto (docente e investigador) queríamos tener también a Leonardo. Me tuve que ir porque en el trabajo no había jardín de infantes y tenía que ocuparme de las tareas de cuidado”.
Desde 2014 hasta 2021, Garea fue directora ejecutiva de INVAP impulsando el traslado de la experiencia en desarrollo de proyectos complejos a un terreno comunitario, social, con un impacto más acotado: radares que permitan controlar el tráfico aéreo, reactores para la producción de radiofármacos, satélites para telecomunicaciones que permitirán el acceso a Internet en muchas zonas del país que se encontraban fuera de las redes tradicionales.
Además de “rodearme de verde y de afecto”, le gusta salir a caminar con su perro Byron y sus amigas a la montaña. “Soy muy curiosa, escucho podcasts, experimento recetas de distintos países y, un infaltable, amaso pasta los domingos. La ingeniería y la música son actividades profundamente creativas. Soy una señora de 57años que se educó en los 80 con rock nacional e internacional. Soy muy fan de Charly, Pink Floyd, las mujeres del jazz. Me crié con folclore, tango y bolero. La ópera y el repertorio barroco cantado también me dan mucho placer”.
Amante de la ciencia ficción, particularmente de Ursula Le Guin, Verónica ha dado charlas TED y fue directiva de la Liga de la Leche. Hoy activa en organizaciones de mujeres dentro de la rama de la ingeniería nuclear. “La economía de cuidado es central. La división social del trabajo es uno de los sustratos de la inequidad y la falta de participación en muchos sectores. Nuestro ámbito requiere de mucha deconstrucción de las masculinidades. Como feminista presido la organización Mujeres Nucleares de América Latina y el Caribe, pero llevo el tema de género a todos los ámbitos”.
“Mi relación con los hombres con los que trabajo es interesante”, advierte. “Les digo que no quiero ser su conciencia feminista. Pero hay de todo: señores que tienen mucha dificultad en transitar procesos de deconstrucción, otros con voluntad, aunque no les resulta fácil y algunos que hacen el esfuerzo. En la actualidad hay más perspectiva de género. Yo soy feminista, no lo oculto y lo llevo a todos lados, como compañera de una pareja sexoafectiva, como hija, madre e ingeniera”.
Aunque no se considera una experta en inteligencia artificial, “me preocupa que las consideraciones éticas y el impacto en las personas sea algo que vemos después del primer entusiasmo, como ha pasado con la mayoría del despliegue de tecnología durante el siglo pasado y lo que va de éste. En el uso de hidrocarburos para producir energía eléctrica y en el transporte estamos pagando un precio muy alto: la crisis climática. No parece que encontremos la voluntad política para solucionarla. Dicho sea de paso, la energía nuclear es una herramienta importante para que salgamos del problema”.
LH/MG
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