Miguel Sánchez: el atleta que sigue corriendo en la memoria
A pesar de estar avanzando, no logro entender si realmente
estoy viviendo la noche, si estoy viviendo la noche del día de mi
sueño o si no fue un sueño.
Sí, fue un sueño.
Un sueño de campeón.
Miguel Benancio Sánchez corrió, militó, trabajó, escribió. Su nombre hoy es memoria. Miguel, que desde el 8 de enero de 1978 es uno de los 30.000 desaparecidos de la Argentina, es también carreras que llevan su nombre en homenaje, es un libro que se publicó con sus escritos y poemas, “Sueño de un campeón”, es una calle y ahora además una escuela. La Legislatura porteña votó un proyecto de la comunidad educativa que presentó el ex diputado Claudio Morresi para que la Escuela de Educación Media que está dentro del Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), lleve el nombre del atleta.
Fundada en 2005, hasta hoy era conocida como “la escuelita del Cenard”. Nació también por iniciativa de Morresi —futbolista en Huracán y River, entre otros clubes, y cuyo hermano, Norberto, fue asesinado por la dictadura, desaparecido e identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense a fines de 1989—, cuando fue Secretario de Deportes. La idea tenía un objetivo: que las y los deportistas que venían del interior del país pudieran continuar con su escolaridad secundaria mientras se entrenaban en sus deportes.
Miguel podría haber sido uno de ellos. Había nacido en Tucumán, fue el décimo hijo de una familia muy humilde, y se mudó a Berazategui, donde trabajaba de cadete en el Banco Provincia. Además, por las tardes militaba en barrios populares. Miguel jugó al fútbol —estuvo en las divisiones inferiores de Gimnasia— pero eligió el atletismo y en su casa, donde fue secuestrado cuando tenía 25 años, además de sus poemas y narraciones, tenía 50 medallas y trofeos.
Conocer gente
mucha gente
llevar mi mensaje de amor.
Argentino “Tino” Demetrio hoy es entrenador de atletismo en la escuela municipal de Oberá, el pueblo donde nació, pero sabe de la importancia de la escuela del Cenard. De allí egresó. Había vivido toda su vida en un hogar hasta que encontró en el atletismo una pasión y un talento. Lanzaba disco y bala, y consiguió una beca para entrenar en el Centro Nacional. Fue como llegar al Disney del atletismo. Se sumó al segundo año de la secundaria en 2008.
“Yo era bastante terrible —cuenta—, hasta que una docente que todavía recuerdo, Lorena Steller, de Historia, me hizo ver la vida de otra manera. Actuaba de manera impulsiva, pensaba en seguir solo con mis cosas y me sentía saturado. Con ella aprendí que siempre alguien me iba a acompañar y a impulsar”.
Demetrio compitió en torneos nacionales, en Copas nacionales, en un Sudamericano interescolar en Coquimbo, Chile, en un Sudamericano federado en Santiago de Chile; y cuando terminó la secundaria y no pudo seguir con la beca volvió a Oberá. Intentó estudiar Ciencias Políticas pero al final eligió el Profesorado de Educación Física. Estuvo entre los que votaron que la escuela llevara el nombre de Miguel Sánchez. Conoció su historia en esta escuela, cuando un grupo de compañeros presentó un trabajo sobre derechos humanos y contó sobre el atleta desaparecido.
“Me gusta que se lo haya homenajeado, era una muy buena persona, muy solidario”, dice Demetrio. El Cenard, el predio al que recuerda con mucho cariño, queda sobre la calle Miguel Sánchez desde 2011. Tino entrenaba aquí cuando la Legislatura votó el cambio de nombre de la Avenida Crisólogo Larralde, entre Libertador y Lugones.
“El deporte te puede llevar a cualquier lado pero sin estudio no podés llegar muy lejos, siempre voy a replicar eso con mis atletas. Hoy, si tienen que faltar a un entrenamiento para estudiar elijo que lo hagan, no tengo problemas”, cuenta Demetrio. Y recuerda que a esta misma escuela la quisieron cerrar. Esos terrenos, en Núñez, siempre fueron objetivo apetecible de emprendedores inmobiliarios, en alianza con el Gobierno de la Ciudad.
“Me parece patético —dice Demetrio—. No pueden cerrar una institucion por un capricho político. Yo ahí encontré otro camino, sentí que podía abrir mis alas y volar a otros destinos”.
Yo también disfruto de tu libertad, no dejes que la marea te haga naufragar.
Voy en busca del gran jurado, voy camino a la libertad.
¡Oh, línea de llegada, seré absuelto y te voy a pisotear!
Romina Banchik es hoy la directora de la escuela en la que trabaja desde 2010. Cuenta que la elección del nombre fue un proceso que comenzó con un trabajo con los y las estudiantes ahí mismo. La lista de candidatos incluía también a Delfo Cabrera (atleta, medalla de oro en maratón en los Juegos Olímpicos de Londres 1948), Jeanette Campbell (nadadora, campeona y plusmarquista argentina y sudamericana y ganadora de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936), Mary Terán de Weiss (tenista, campeona argentina entre 1941 y 1948, triple medallista durante los Juegos Panamericanos 1951, militante peronista, proscripta y perseguida después del golpe de Estado de 1955). Ganó Miguel Sánchez.
“La idea era que fuera un deportista con compromiso social. Miguel era poeta, ayudaba en las villas —dice Banchik—. En un momento en el que el gobierno nacional busca retroceder en un montón de derechos y en el que avanza el negacionismo, me parece muy lindo que la escuela se llame así. Que Miguel y la historia estén siempre presentes y que no vuelva a pasar lo que le pasó a él y a tantos otros”.
Cuando la escuela se inauguró, hace 19 años, se creó con la orientación en Ciencias sociales y humanísticas, pero ahora está en el proceso para convertirse en la primera escuela pública del Gobierno de la Ciudad que dará una certificación de alto rendimiento.
Banchik cuenta que la ahora escuela Miguel Sánchez es un lugar que fue defendido por la comunidad. “Pasamos el 2019 con el peligro de que querían tirar abajo todo. Nos decían que nos iban a trasladar. Nos movimos para que eso no sucediera. Nosotros acá queremos que el deportista tenga una formación más integral”, dice la directora.
Para Banchik el trabajo está en cómo comprender el deporte. “No lo entendemos como entretenimiento, o como algo vinculado al mercado y al dinero sino como espacio de convivencia, con valores de inclusión, de estar con el otro, con la importancia que tiene vinculado a la salud”.
Entre los y las alumnas y egresadas la directora cuenta a Elías Romero (representó a Argentina en los últimos Juegos Paralímpicos en tenis de mesa), Rocío Ledesma (compitió en los Paralímpicos en judo), Valeria Pereyra (compitió en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en gimnasia artística), el atleta Guillermo Ruggeri, el nadador Ignacio Méndez y la gimnasta Mia Mainardi, entre tantos otros.
En tiempos en los que los deportistas son muchas veces cuestionados por no manifestar sus opiniones sobre la realidad política y social, la directora Banchik explica que muchas veces quienes representan al país y cuentan con una beca ese derecho “se les complica por el temor a que después tomen represalias”. “Igualmente, hoy en día y más allá de lo que puedan hacer los deportistas hay un discurso antipolítica, un mensaje de que la política es mala; más la influencia de las redes que creo que va en detrimento de que los adolescentes puedan tener posturas más comprometidas o más críticas. La escuela debería ser un espacio para desarrollar un pensamiento crítico, una visión de comunidad, de defensa de derechos humanos”, dice.
El nombre de Miguel Sánchez será, en ese sentido, un faro que ahora estará presente aquí todos los días.
Para vos, atleta,
que recorriste pueblos y ciudades
uniendo estados con tu andar.
Para vos, atleta,
que desprecias la guerra y ansías la paz
AP/JJD
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