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Sobre este blog

Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.

En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo. 

El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad. 

Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.

De ser considerados “lesión” a la conquista de un derecho: los embarazos de las jugadoras de fútbol profesionales

Camila Gómez Ares pensaba que embarazarse era el retiro, pero la profesionalización le permite estar de licencia por maternidad sin perder su lugar en Boca, su club

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Camila Gómez Ares saca a pasear a Lorenzo, su bebé de un mes de vida, y recuerda que hasta hace unos años ser madre no estaba en sus planes. No al menos mientras siguiera con su carrera como futbolista. Hoy está de licencia en Boca, su club, y cuenta que en ese pasado reciente la idea de maternar estaba ligada a tener que dejar de jugar. “Veía ejemplos de compañeras que quedaban embarazadas o querían tener y se retiraban. O algunas que no tenían hijos porque priorizaban jugar”, relata. Su esposo, Mateo Acosta, también es futbolista: juega en Estudiantes de Caseros, en la segunda categoría del fútbol argentino. Él se entrena, ella todavía no retomó. Camila dice que cuando decidieron tener hijos, su pensamiento había cambiado porque el fútbol había modificado la mirada sobre la maternidad: “Tenía la certeza de que no perdía mi trabajo y también ejemplos de que podía parir y volver. Las cosas, los reglamentos, se habían adaptado”.

El fútbol femenino en Argentina existe desde 1913, el año del primer registro que hay hasta el momento de mujeres jugando al fútbol. Mientras que los varones son profesionales desde 1930, las mujeres lograron ser consideradas trabajadoras del fútbol en 2019. Dejar el amateurismo incluyó empezar a cobrar un salario por el juego que las hace felices, pero también conquistar otros derechos. Hasta ahí, si una futbolista quedaba embarazada la AFA la registraba como lesionada. Los clubes no tenían obligación de cubrir ningún tratamiento -por lesión o por maternidad- y tampoco se planificaban los entrenamientos si alguna decidía gestar. Camila Gómez Ares hoy sigue percibiendo su sueldo. Boca no podría echarla. Aunque ese es un beneficio sólo para algunas porque en el fútbol argentino no todas las jugadoras son profesionales. En un plantel todavía conviven algunas con contratos de trabajo y otras que no.

Un entrenador -que prefiere no dar su nombre- cuenta que para las futbolistas amateurs la atención médica depende de la buena voluntad del club o de la propia jugadora. “No hay obligación legal de hacerse cargo. No te digo en un embarazo, incluso en una lesión. En general depende de si la jugadora tiene obra social. Y si no la tiene, y el club no puede o no quiere dar una mano, ella debe resolverlo”, dice.

Distintas maternidades, distintas experiencias

La historia de Pamela Visciarelli y Mariana Blanco data de los tiempos en los que no había regulación. Se habían conocido en una cancha de fútbol (Pamela era arquera y Mariana, entrenadora) y se casaron en 2010, después de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario. Tiempo después empezaron los tratamientos para ser madres. Habían pagado ellas mismas los gastos de varias inseminaciones artificiales y, ya con la Ley de Fertilidad aprobada, hicieron el Método Ropa.

Mariana, que iba a gestar, había dejado la dirección técnica del Futsal de River. Pamela jugaba en San Lorenzo. Hoy, con sus dos hijas corriendo por la playa donde descansan, Pamela señala que “el proceso de la fertilidad a veces no es compatible con el deporte de alto rendimiento”. “No digo que no se pueda, de hecho nosotras pudimos, pero hay que estar muy fuertes para enfrentar eso, la competencia y buscar un embarazo. En San Lorenzo hubo algunos partidos del campeonato que no pude jugar, ya que estaba estimulada y esperando la aspiración folicular, que es una operación ambulatoria. Pero en ese momento por una cuestión de mantenerlo reservado no contamos que estábamos en tratamiento, simplemente yo dije que estaba en reposo y no podía jugar. Pero me perdí partidos importantes. Estuve a punto de quedarme afuera de la Copa Libertadores de Futsal en el 2015, aunque finalmente mi doctora me dio el alta y pude ir”, cuenta.

En esa Libertadores, y mientras estaban en espera de saber si el tratamiento había funcionado, se enfrentaron en semifinales. Mariana había viajado como ayudante de DT. Cuando volvieron a Buenos Aires se hicieron el test y se enteraron de que Juana, la mayor, estaba en camino. Tiempo después tuvieron a Eva, gestada esta vez por Pamela

En octubre de 2019, años después de que Mariana y Pamela tuvieran a sus hijas, apareció en el Boletín Oficial de la AFA la resolución 5717 que se tituló “Régimen de la relación de trabajo de la futbolista profesional” y que establecía que las futbolistas que quedaran embarazadas conservarían su empleo y sueldo, según un acuerdo firmado entre la entidad y el gremio de Futbolistas Agremiados (FAA).

Jugadoras y mamás

El último dato actualizado indica que en Argentina el 3,3 por ciento del total de las futbolistas de la Primera División son madres.

En junio de ese 2019 cuando se aprobó la resolución, se había jugado el Mundial de Francia y la imagen en el aeropuerto, antes de que la Selección argentina viajara, tenía a bebés como protagonistas. Eran los mellizos de Lorena Benítez, jugadora de Boca y madre no gestante, que viajó a aquella Copa un mes después del nacimiento de sus hijos. Quienes fueron a cubrir al equipo solían ver que la jugadora de Boca hacía videollamadas con su familia y sufría la distancia. La imagen generaba preguntas: ¿Estaban pensados en los reglamentos los derechos para las jugadoras no gestantes? ¿Cuán amplia era la brecha salarial entre el fútbol masculino y el femenino que podía verse a los jugadores con sus familias en cualquier Mundial y las jugadoras manifestaban no poder costear los pasajes de su núcleo filial?

En ese mismo plantel estaba Vanina Correa, arquera titular, madre de mellizos también, que había decidido dejar el fútbol cuando decidió tener a sus hijos. Correa, hoy retirada, había vuelto para esa Copa después de seis años sin competir. Romeo y Luna no viajaron a ver a su mamá al Mundial.

El 1 de junio del año pasado la FIFA amplió una serie de medidas para las futbolistas durante la maternidad. Estableció una licencia remunerada mínima de 14 semanas para jugadoras y entrenadoras; la posibilidad de que los clubes inscriban a una jugadora fuera de plazo para sustituir temporalmente a otra futbolista que haya ejercido sus derechos vinculados a la maternidad. Además, introdujo una “baja de adopción” de al menos ocho semanas si el niño o niña tiene menos de dos años, y un periodo reducido a cuatro semanas para un niño de dos a cuatro años y a dos semanas si tiene más edad, entre otros derechos. En el comunicado en el que anunció los cambios dejó escrito que las federaciones que forman parte de la FIFA serán animadas a “permitir a las jugadoras tener más contacto con sus familias cuando están con el equipo nacional”.

Querer y poder

La arquera Gabriela Garton, nacida en Estados Unidos, nacionalizada argentina y que hoy vive y trabaja en Australia, tuvo dos hijos. El primero nació en febrero de 2022 y ella trabajó con una kinesióloga que se especializa en salud femenina que la ayudó a guiar al preparador físico de su club en armar un plan de entrenamiento durante el embarazo y en la vuelta a la cancha. “Lo que más me costó de volver a jugar fue la falta de tiempo. Trabajaba como investigadora, atajaba y, con la llegada de mi hijo, no tenía tiempo para nada. Encima no dormía bien, entonces me costaba rendir al 100. Volví a jugar partidos completos a los cuatro meses posparto, pero creo que no sentí que había vuelto a mi nivel preembarazo hasta la siguiente temporada”, cuenta.

Para Garton el hecho de que cada vez más jugadoras decidan ser madres está relacionado con la profesionalización del fútbol femenino. “En los países donde han logrado negociar convenios colectivos trabajando con el gremio de futbolistas han podido lograr condiciones y sueldos básicos que permiten que la maternidad sea una opción, con protecciones clave como una licencia paga, el derecho de viajar con tu hijo/a y extensiones de contrato garantizadas”, dice. Y destaca: “Igualmente el fútbol sigue siendo el único deporte que tiene un reglamento con protecciones para madres a nivel global”. La arquera ahora está de licencia: nació su segunda hija.

Abriendo camino

Algunas protagonistas tuvieron que defenderse frente a las entidades. En mayo de 2022, la islandesa Sara Bjork Gunnarsdottir se convirtió en la primera jugadora en ganar una demanda contra un club a través del primer Reglamento de Maternidad de la FIFA, publicado en 2020. Cuando había anunciado su embarazo el Lyon de Francia decidió recortarle el salario. La FIFA falló a su favor y tuvieron que pagarle una indemnización.

En Argentina, la árbitra y abogada Salomé Di Iorio reclamó a la AFA en 2015 que le pagara lo que le correspondía durante el embarazo. La habían dado de baja como “lesionada”. Las árbitras cobran un sueldo básico y, aparte, por partido dirigido. A ella no la dejaron dirigir. Tampoco tomar otras tareas administrativas. Entonces sólo percibía el básico. La entidad le reconoció el pedido. Desde entonces, una árbitra puede quedar embarazada y cobrar como si dirigiera partidos.

Estas tensiones y disputas se dan en el mundo. Durante mucho tiempo los cuerpos de las mujeres estuvieron señalados. En 1941, por caso, el fútbol femenino se prohibió en Brasil a través de un decreto presidencial. Un ciudadano, José Fuzeira, envió una carta al presidente de entonces, Getulio Vargas, en la que le aseguraba que este deporte ponía en riesgo a las mujeres: podía dañar su útero, generarles cáncer, causarles depresión. Desde Río Grande do Sul, Silvana Goellner, investigadora, profesora de la Universidad Federal de su estado, explica que en la década de 1930 y 1940 había una posición médica que era tomada por sectores conservadores que indicaba que las mujeres debían estar cercenadas en función de la maternidad.

Logros todavía precarios

En la actualidad son 211 las federaciones que están en la FIFA. En España, un estudio de la Asociación Española de Mujeres Futbolistas (Futpro) señaló que el 90% de las jugadoras profesionales de ese país siente que es complicado conciliar la maternidad con el deporte de élite, a pesar de que el 72% no descarta ser madre. En el trabajo se lee que más del 30% de las jugadoras tienen miedo de que su economía sea demasiado inestable y casi el mismo porcentaje descarta quedar embarazada para proteger así su carrera deportiva.

Las últimas noticias de futbolistas embarazadas de equipos de primera división de la AFA fueron comunicadas por los clubes como buenas noticias. Banfield saludó a Melany López y publicó en sus redes videos emotivos y amorosos para conocer el género de su futura hija. En Boca, además de Camila Gómez Ares, Celeste Dos Santos anunció su embarazo. Espera un hijo junto a David Martínez, jugador de Independiente. El video de Gómez Ares dándole la noticia al plantel circuló mucho por las redes.

Mientras amamanta a Lorenzo, Camila reflexiona sobre los cambios en los reglamentos y sobre todo lo que queda por modificar. En su casa con otro futbolista las desigualdades se hacen evidentes: “Yo llevé el embarazo, yo dejé de jugar y él no. Lo cargo en ese sentido, él puede tener hijos y no deja de jugar, que es trabajar para nosotros.

A mí me implicó parir, el post parto, la lactancia. El bebé depende más de la mamá al principio y me cuesta más volver al trabajo. Pero bueno, igual me siento súper bien y eso me motiva un montón para empezar a volver“.

AP

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El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad. 

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