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EL LOBBY

El fantasma de la dolarización desorienta al peronismo

La oposición se suma a la ansiedad de los halcones globales Forbes y Henke por el plan dolarizador.

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Un video de Steve Forbes, portador de un apellido asociado al ránking mundial de millonarios pero de nula influencia en el establishment global, alcanzó para instalar en la dirigencia argentina la sensación de que Javier Milei está en condiciones de dolarizar la economía antes de mitad de año. El fantasma fue igualmente eficaz para entusiasmar a los empresarios que se solazan con el avance de la motosierra oficial como para alarmar a los referentes de la oposición que todavía no se recuperan de la cachetada del balotaje. El traslado a precios de la devaluación de diciembre y la vertiginosa licuación de sueldos, jubilaciones y ahorros, de consecuencias mucho más corpóreas sobre la mayoría de la población, pasaron a un completo segundo plano. 

Forbes, dos veces precandidato fallido por el Partido Republicano a la presidencia de su país, le advirtió a Milei que “su revolución de la libertad va camino al fracaso a menos que lleve a cabo inmediatamente la parte más importante de su plataforma electoral, reemplazando el peso por el dólar estadounidense”. Tras saludar sus “reformas radicales” y reivindicar su alocución en Davos como “uno de los grandes discursos de nuestra época”, el heredero del imperio editorial venido a menos agregó: “Puede hacerlo ahora mismo. Los opositores afirman que Argentina no posee suficientes dólares para cambiarlos por pesos. No es verdad. Su gobierno ya tiene a mano más que suficientes dólares para comprar cada billete en circulación y mucho dinero sobrante”.

El propio Milei se encargó de inflar el globo cuando dijo desde su larga estancia europea que “estamos cada vez más cerca de poder dolarizar”. Días antes había revelado que los artífices de la dolarización ecuatoriana del año 2000 le aseguraban que la podrían hacer “ahora”. Se refería al halcón ultraortodoxo Steve Hanke, asesor de Ronald Reagan en los 80 y del ecuatoriano Jamil Mahuad entre 1999 y 2000. Hanke está más ansioso que Forbes: este viernes, en su cuenta de Twitter, escribió que “la inflación está mandando a la gente a los comedores sociales mientras que el presidente @JMilei está jugueteando con sus pulgares”. Y lo instó, a los gritos, a “cumplir su promesa de DEJAR EL PESO Y DOLARIZAR YA”. 

Aunque desde las antípodas ideológicas y con conclusiones opuestas, Cristina Kirchner coincide en el diagnóstico con Forbes y con Henke. Cree que si Milei no dolariza, pierde. “Es más que evidente que en la cabeza del Presidente el único plan de estabilización es el de la dolarización. No se explican las medidas adoptadas en otro marco teórico”, escribió en su carta del miércoles, eclipsada por la violenta arremetida pública de Milei contra Lali Espósito. La propia publicación de ese texto de 33 páginas y su regreso a la arena pública, según pudo establecer elDiarioAR, respondió al temor de la expresidenta a que esa amenaza se materialice. “Sería la clausura definitiva de la posibilidad de desarrollar nuestro país con inclusión social”, advirtió en su epístola. 

No es la única coincidencia incómoda para la máxima referente del peronismo, a quien Sergio Massa parece querer jubilar otra vez en sus más recientes charlas con miembros del círculo rojo. Otro que ve acercarse el abandono de la moneda nacional es Martín Guzmán, a quien Cristina todavía acusa de haberle ocultado información en el tramo decisivo de las negociaciones con el Fondo Monetario en 2021, y quien señaló al BOPREAL –la nueva alquimia financiera de “Toto” Caputo y Santiago Bausili gracias a la cual el Banco Central ya emitió deuda por U$S6.500 millones– como “el comienzo de la dolarización”. 

Black & White 

La agenda de Milei no está centrada en ese mediano plazo todavía difuso, con el que mantiene entretenidos a sus antagonistas. Apunta en el corto plazo a sostener un ajuste fiscal inédito por su alcance y su profundidad y a evitar desbordes sociales por el súbito empobrecimiento de amplias capas de la sociedad que ya vienen castigadas desde hace casi una década. Más adelante, su intención es construir un frente político que le permita imponerse en las elecciones de medio término y barrer con la resistencia institucional que hoy anida en el Congreso. Ese triunfo, especula, barrería a la vez con la resistencia que puedan acaudillar los gobernadores zamarreados por estos días por el recorte de los giros que establece la ley para pagarles a los maestros o para sostener el transporte público. En todo caso, ahí sí, podría testear el experimento monetario que hasta ahora no se aplicó más que en países bananeros.  

De eso habló en Roma en un encuentro hasta ahora secreto con el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri. El primo históricamente menospreciado por el expresidente ―a quien sin embargo dio un empujón decisivo en la interna para evitar que los radicales se queden con la plaza que vio nacer al PRO― se convirtió en el único intermediario de una relación que se revitalizó desde el naufragio parlamentario de la Ley Ómnibus. Ya había habido dos largas charlas telefónicas entre Milei y el expresidente de Boca. Pero en la cumbre con el primo “más oscurito”, como él mismo confesó que le decían en familia de chico, Milei fue claro: la “fusión” entre PRO y La Libertad Avanza con la que se había especulado la semana anterior quedará para más adelante. Por ahora, el que ganó conduce y el que perdió acompaña. 

El Presidente también lo conversó a solas con Gonzalo “Talo” Tanoira, a quien llama como a varios otros por su arroba de Twitter y a quien también considera un interlocutor político más allá de su rol como vicepresidente de la citrícola San Miguel y director del Grupo Peñaflor. Cree que lo más conveniente es mantener el cogobierno con Macri en el terreno de lo tácito y recién blanquearlo para las elecciones de 2025. Considera incluso que la reaparición de Cristina y sus críticas al plan económico son una maniobra para que él se envalentone y prescinda prematuramente del apoyo de Macri. “Yo no voy a ser tan pelotudo de cagarlo porque sé que si nos juntamos sacamos el 60%”, ilusionó a su regreso a alguien que lo visitó en la Rosada y que no oculta su veneración por ambos.

Blue & Green

Mientras tanto, el vendaval que azota a los trabajadores castigados por el desplome de sueldos y jubilaciones y a una clase media que asiste catatónica a su propia pulverización se superpone a una caída del dólar paralelo que también alienta las versiones de una dolarización inminente. Experimentados observadores como Carlos Melconian, que iba a ser ministro si ganaba Patricia Bullrich, desconfían de que un ajuste de tal magnitud sea sostenible en el tiempo. Coinciden en eso con el FMI, tal como se reveló en detalle en esta columna el fin de semana pasado

Melconian definió tempranamente al plan de Milei y Caputo como “más licuadora que motosierra” y todavía sostiene que se basa en la licuación del gasto (sobre todo sueldos, jubilaciones, obra pública y provincias) y en “sentarse sobre la caja”. Esto último es lo que promete mayor conflictividad en las próximas semanas, porque algunas de las partidas sobre las que se sentó Caputo están regidas por leyes que obligan a la Nación a girar los fondos, como el Fondo de Incentivo Docente. 

En enero, el truco funcionó: el viernes Economía informó el primer superávit financiero en más de una década. Fue resultado de haber pisado el gasto (subió 115% interanual en pesos, menos de la mitad de la inflación) y de que aumentara un 256% la recaudación. Aun habiendo engrosado el pago de intereses de la deuda en un 346%, sobraron $518.408 millones. Algo de plata había. 

¿Por qué bajaron un 15% el blue y los dólares paralelos financieros desde el pico de finales de enero? En parte por el desatesoramiento de las familias de clase media que empezaron a vender ahorros para llegar a fin de mes, en parte porque el mercado se entusiasmó con el meneado takeover macrista del Gobierno y en parte por el nuevo “rulo” importador que describió esta semana en su panorama económico de ElDiarioAR Alejandro Rebossio. Pero ningún operador del mercado cree que vaya a durar mucho. Todos advierten que, en los 65 días que lleva la gestión Milei, el dólar paralelo apenas subió un 8% y los precios más del 51%, sin contar la primera quincena de febrero. 

Otro factor que empujó hacia abajo los paralelos fue que algunos fondos de inversión de Wall Street tiraron algunas fichas sobre el paño argentino en busca de rendimientos de corto plazo. La suba de los bonos que compraron, que se usan para acceder al dólar bolsa y al contado con liquidación, tuvieron como contrapartida esa baja. Para sostener ese flujo especulador viajará la semana próxima a Nueva York el viceministro Joaquín Cottani, antiguo alfil de Domingo Cavallo, que tiene agendada una reunión con brokers especializados en Argentina en la casa de David Sekiguchi, antiguo colega de Caputo en el Deutsche Bank y hoy jefe de QFR Capital Management. 

Ninguno de esos financistas incorpora en sus ecuaciones el abandono del peso. Todos ven que las reservas netas del Banco Central siguen en terreno negativo y que aunque Milei se sienta “cada vez más cerca”, dolarizar requeriría unos U$S40.000 millones adicionales para rescatar depósitos y bonos en pesos sin una expropiación al estilo del Bonex o del corralón. Los que también conocen de macroeconomía suman un argumento: ¿Por qué se frenaría la inflación de golpe al dolarizar si los sueldos y las jubilaciones van a seguir siendo miserables, denominados en la moneda que sea? ¿No tuvo acaso Ecuador un 67% de inflación en 2000, tras dolarizar en enero?

La pregunta del millón es si esta vez Caputo atraerá algo más que apuestas financieras, que al revertirse en su anterior experiencia en Economía terminaron en la catástrofe de 2018 y en el endeudamiento récord con el FMI. A su regreso de Roma, la canciller Diana Mondino animó a sus colegas del gabinete con que esta vez sí podría pasar. La postfascista Georgia Meloni no solo puso a su disposición cinco ministros y se deshizo en gestos de afecto hacia Milei sino que también sugirió a los líderes empresarios italianos que inviertan en Argentina. Su sueño es que aprovechen este ciclo como las compañías españolas lo hicieron con las privatizaciones de los años 90. 

¿Habrá acaso inversiones reales, al margen de apuestas por bonos o eventuales compras de empresas ya existentes, sean estatales o privadas? Dependerá de que haya negocios rentables. Algo que nadie prevé para el 2024 de la megaestanflación autoinfligida. Ni siquiera Cristina, que coincide con el elenco oficialista ―otra vez, sorprendentemente― en que 2024 puede parecerse al 2002 en que el dólar subió a más del triple y los precios “solo” treparon un 40,9%. Aquel año, claro, había 20% de desocupados y 40 muertos todavía tibios de la represión de las protestas. 

AB/DTC

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