Hay que pasar el verano: salto inflacionario, derrumbe económico y más pobreza
“Hay que pasar el invierno”, pedía Álvaro Alsogaray, líder del liberalismo argentino cuando asumió como ministro de Economía en 1959, anunció un plan de ajuste y culpó a la herencia acumulada en más de diez años. En los 80, como candidato a presidente, prometía una “Argentina pujante y liberal”, como Javier Milei en la última campaña. Pero en este caso habrá que pasar el verano, si es que su receta tiene éxito. El economista que presidirá el país dentro de ocho días admitió que en los primeros meses de su gobierno habrá una inflación más alta. Hasta noviembre era del 161%, según calcula C&T Asesores Económicos. Cualquier plan de estabilización de precios necesariamente tienen que pasar por un salto semejante previo a la desinflación posterior, pero 34 de los 46 programas similares aplicados en Latinoamérica entre 1970 y 2020 fracasaron tarde o temprano, según un informe de la consultora Equilibra. Es decir, puede fallar o puede que Milei cumpla su promesa de que tras el verano caliente a mediados o fines de 2025 ya haya baja inflación, como no ha habido en la Argentina desde 2004.
El presidente electo habla de “estanflación”, es decir, la combinación de estancamiento económico y alta inflación, pero este tipo de fenómeno ya lo vivió la Argentina en 2012, 2014, 2016, 2018, 2019, 2020 y lo está experimentando en 2023. La novedad es que ahora el índice de precios al consumidor (IPC) subirá aún más porque hay precios de la economía que están atrasados: el dólar oficial, lo que impacta en alimentos, energía y bienes y servicios importados; las tarifas de luz, gas y agua potable para las clases media y baja; los boletos de colectivo y tren; la nafta y el gasoil; los Precios Justos que abarcan toda la oferta de las cadenas de supermercados y las cuotas de la medicina prepaga. Habrá que ver cuánto sube la moneda norteamericana en el mercado oficial, si convocan de inmediato a audiencias públicas para elevar las tarifas en forma escalonada o si postergan o no el encarecimiento del transporte público, dado que son medidas que pegan sobre todo a los pobres y los de ingresos medios, sean del 55% que votó a Milei o no.
Se prevé una pérdida de poder compra y se espera que el futuro secretario de Desarrollo Social, Pablo de la Torre, se dedique a contener a los más afectados. La pobreza ya afecta al 40% de los argentinos. Subirá. Esperemos que no supere el 57% de la crisis de 2002. Milei le echará la culpa a la herencia recibida de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa. No se habla, en cambio, de reapertura de paritarias sino que los expertos prevén que sólo en un mediano plazo comiencen a bajar la inflación, la inversión se recupere, la economía rebote y los salarios también.
La pobreza ya afecta al 40% de los argentinos. Subirá. Esperemos que no supere el 57% de la crisis de 2002. Milei le echará la culpa a la herencia recibida de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa
Pero primero habrá más contracción económica de la que ya hay: en los primeros nueve meses del año el PBI se contrajo 1,5%, sobre todo por la influencia de una sequía histórica agravada por un cambio climático que el futuro jefe de Estado niega. Pues la economía caerá más. Porque con el alza de precios, el poder de compra se reducirá todavía más de lo que ya viene castigado en los gobiernos de Mauricio Macri y Fernández. Con un mejor tipo de cambio, la exportación no se recuperará de un día para el otro, pero quizás sí en abril si se confirma que la cosecha gruesa, la de soja y maíz, se recupera del bajón de 2023. De ser así, la cuenta corriente de la Argentina pasará de un déficit de US$7.000 millones este año a 10.000 millones en 2024, según calcula un integrante de la Academia Nacional de Ciencias Económicas que prefiere el anonimato.
Fernando Morra, ex viceministro de Economía de Fernández, número dos de Martín Guzmán, observa que el futuro inmediato dependerá del “tipo de plan económico” que finalmente anuncien Milei y su jefe del Palacio de Hacienda, Luis Caputo. “El primer indicio es que no unificará tipo de cambio, pero habrá una simplificación de los múltiples tipos de cambio, quizá un desdoblamiento con un dólar comercial y otro financiero. Pero parece que habrá un dólar oficial más caro —en la actualidad está a $376—. Si es así, habrá más inflación porque impacta en el pan, el aceite, la harina. Una vez que definiste el tipo de cambio, se te licúan las tarifas de energía, que tenés que subir para que no te aumente el déficit fiscal. Ya después de las elecciones muchos remarcaron y el Gobierno ya convalidó un dólar exportador a $600. Por eso, el traslado a precios de la devaluación será un poco más bajo esta vez, comparado con la de agosto pasado.”
“El nuevo gobierno debe evitar una devaluación al estilo (Sergio) Massa, porque entonces subiste el dólar oficial, pero siguió amplia la brecha con el paralelo, que subió también. Esta vez no habrá Plan Platita para compensar la devaluación”, analiza Morra. “¿Por qué Milei y Marra están apurados por arreglar las Leliq (Letras de Liquidez)?”, se refiere a la deuda del Banco Central con los bancos, que a su vez le prestan con plata de los depositantes de plazos fijos. “Porque temen que ante cualquier devaluación esos pesos se vayan al dólar paralelo. Ellos quieren devaluar y que la brecha caiga. Por eso, Milei eligió como ministro no a un macroeconomista sino a un tipo financiero que puede conseguirle dólares en el exterior para contener la presión sobre el dólar. Pero para obtener deuda financiera se necesita la aprobación del Congreso”.
No es lo único que requiere del Parlamento. También lo necesita para aprobar el presupuesto 2024 y la privatización de empresas estatales, entre otras medidas. Para lograr su aprobación, al líder de La Libertad Avanza no le alcanzará sólo con el PRO: requerirá de la Unión Cívica Radical (UCR) y de los partidos provinciales.
“La devaluación y la inflación mayor te bajarán el salario y te subirán la pobreza”, advierte Morra. “No veo que vayas a tener bonos para jubilados. ¿Pero será un ajuste donde vas a dejar a millones sin red de contención? Cuánta inflación habrá depende de si la devaluación se traslada o no a la brecha. Si devaluás y la brecha cae, podés ir hacia la convergencia de los tipos de cambio. Para que caiga la brecha, necesitás un plan de ajuste y contener la liquidez de las Leliq. Pero, como dice (Tomás) Rebord, hay una máxima confusión: un día dicen que sacan la Secretaría de Comercio y otro, la ponen. La actividad económica se va a caer, pero se va a maquillar por la cosecha próxima, que te va a dar un colchón”, analiza el ex viceministro. En realidad, lo que dijo Milei era que Comercio “no va a existir más en el sentido que le dieron históricamente los gobiernos”, es decir, para los controles de precios, que hasta Macri sostuvo dentro del programa Precios Cuidados.
El desorden se pone de manifiesto con un presidente que fue elegido con la promesa de dolarizar y eliminar el Banco Central, donde iba a colocar a Emilio Ocampo, pero a los cuatro días de la consagración en las urnas esas dos ideas quedaron relegadas y su ideólogo también. Surgió otro candidato para el Central, Demian Reidel, pero tampoco quiso agarrar. Ni uno ni otro aceptaron someterse a los designios de un Caputo con más experiencia en la política monetaria y financiera que en la fiscal. Aquellos dos no fueron los únicos economistas que declinaron la invitación a formar parte del equipo libertario, del nuevo intento por aplicar la receta neoliberal, como con la última dictadura (1976-1983), el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) y el de Macri.
Uno de los sondeados para sumarse advierte que “Milei llega con un programa y un equipo muy improvisados”. “La dificultad para nombrar equipos revela dudas del programa. Al principio parecía todo muy estructurado sobre la dolarización, lo que era un error y era imposible de hacer sin dólares. Fue una señal razonable que retrocediera con ese objetivo y por eso se fue Ocampo. Finalmente se consolidó con Toto (por Caputo), que no tiene un perfil fiscalista. Primero habló con los bancos, se centró en lo monetario, lo cambiario, en resolver las Leliq, pero lo primero es lo fiscal”, observa el economista que prefiere el anonimato. Pero el futuro ministro sí les dijo a los banqueros: “La totalidad de nuestro programa está basado en el equilibrio fiscal. La prioridad es establecer un ancla fiscal fuerte”. También les prometió cortar al inicio el gasto en 2% del PBI, aunque necesita podar 5% en el primer año.
“Una cosa es decir que quiere equilibrio fiscal y otra hacerlo de inmediato, es imposible”, advierte el experto consultado. “Primero debés tener un programa fiscal y segundo, tener estrategia judicial para evitar amparos y estrategia parlamentaria para que te lo aprueben pese a no tener legisladores ni gobernadores. Eso es difícil de conseguir, por eso siempre tenemos déficit. Para bajarlo, tenés que aumentar tarifas, al menos a la clase media, a la que pedirle otro esfuerzo importante le puede pegar en el humor social; frenar giros a provincias, obras públicas, empresas estatales. Tampoco vas a ir a un modelo a la chilena porque es impracticable sin crédito. Primero, definir lo fiscal, después buscar plata para pagar las obligaciones del Tesoro en los primeros meses. Es de esperar que en el Congreso haya una actitud constructiva, pero la privatización de las acciones de empresas de FGS (Fondo de Garantía de Sostenibilidad, como las del Banco Macro o Telecom) YPF y las demás empresas del Estado, el cambio de la fórmula previsional o una ley de emergencia que ceda facultades extraordinarias al Ejecutivo serán difíciles de aprobar.”
“Mientras hay indefiniciones, meten gente en las secretarías de Agricultura y Energía o la Anses (Administración Nacional de la Seguridad Social, pero todo debe estar coordinado, no podés bajar retenciones o subir tarifas por tu cuenta”, continúa analizando el experto que prefirió no sumarse. “El programa económico es un mecanismo de relojería donde si hay una falla, estás en problemas. Tenés que corregir los precios relativos, no podes seguir con este esquema cambiario, las tarifas, los precios de los combustibles.Todos los precios se van a ir para arriba. No se da lo que decía Federico Sturzenegger en 2016 (cuando el ahora ministeriable era presidente del Banco Central) de que si sube un precio, otro tiene que bajar. Eso no pasa. Hay que ver si hay un ancla monetaria —Caputo sí la prometió, al igual que otra fiscal—”, sostuvo.
Agregó que “en el primer trimestre del gobierno inevitablemente va a haber inflación más alta” y que “la evolución del dólar paralelo dependerá de la construcción del programa”.
“Está alto ($955 el blue, $907 el MEP y $927 el contado con liquidación) pero puede subir más, depende del desequilibrio, de si hay mucho pesos, de la demanda de pesos, de si hay confianza en que funcionará el plan fiscal. Si hay espasmos, el dólar irá para arriba. El éxito de una devaluación pasa por que haya un contexto recesivo, donde los salarios van a perder, va a haber más pobreza, es inevitable pasar por eso. Si a Milei le va bien y se consolida la idea de un programa pro mercado, hay mucha gente en la Argentina con dólares afuera que empezará a gastar y hay activos a precios muy bajos en los que invertir. Pero si eso no sucede, porque todos se quedan wait and see (esperar y ver) porque ven marchas atrás, fallidos, es menos probable que repuntes”, sostuvo.
El académico citado al inicio comparte una visión similar. “No veo uñas de guitarrero a Caputo, no sabe de planes de estabilización. Hay cosas obvias que debe hacer. Un ajuste fiscal pero pata eso hay que tener una muñeca política tremenda. Para bajar el gasto 5% del PBI, no podés tocar sólo al Estado nacional, que es el 22%. Tenés que hablar con las provincias, que gastan el 16%. Pero Milei dice que va a ir despacio para cuidar a los pobres, entonces no va a poder cortar 5 puntos. Tampoco les puede endilgar los planes sociales a las provincias, menos cuando él les quitó coparticipación al votar (como diputado) la baja del impuesto a las ganancias. Tiene una a favor, que el FMI (Fondo Monetario Internacional) te aprieta pero no te ahoga como en los 80 y los 90, y podrías negociarle guita hasta que empiece la cosecha. El tema es que metieron la pata porque se la pasaron hablando de las Leliq e hicieron doble el problema, logrando que los bancos se pasaran de Leliq a pases (deuda de cortísimo plazo), no le creyeron nada a Caputo”.
“O bajan la inflación o gobiernan seis meses”, advierte el académico. “Para bajar la inflación deben eliminar el déficit y dejar de emitir. Si se acaba eso, entonces las Leliq dejan de ser un problema porque la demanda de dinero se te expanda y los bancos tendrán más capacidad prestable al sector privado, en lugar de prestarle al Central. Pero hay que ver si hay gente que te presta para mostrar que tenés guita hasta la cosecha, ver cómo hacés digerible el ajuste en la política. No soy pesimista, pero Milei tiene poco margen. En los próximos dos años los salarios argentinos tienen que subir 30% si estabilizás el dólar y la inflación porque los empresarios van a poder vender más. Milei no debería hablar de estanflación sino dar un horizonte. Se vienen seis meses horribles pero hay futuro. El mundo en conflicto es bueno para la Argentina por los precios de las commodities (materias primas)”, finaliza el integrante de la academia. Según su visión, hay que pasar el verano y el otoño también.
AR/JJD
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