Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
El futuro de la economía
Elecciones 2023

Con la motosierra, el Estado argentino pasaría de gastar como Israel a hacerlo como Kenia

Javier Milei en campaña, motosierra en mano.

Alejandro Rebossio

0

Javier Milei ha hecho campaña con una motosierra en mano para que este domingo lo elijan presidente. Con esa herramienta, en lugar de una tijera, busca demostrar que quiere acortar el gasto público en 14 puntos del PBI. Aunque habla de lo que gasta la “casta política”, en concreto podaría a las provincias, la obra pública, los subsidios a la energía y el transporte público, lo que él llama jubilaciones de privilegio y las empresas estatales, que cerrarían, se privatizarían o se transferirían a manos de los gremios. Si lo concreta, la Argentina pasaría de ocupar el puesto 59° en el ranking mundial de gasto estatal, al 146°, de los niveles similares a Namibia e Israel, país que él admira, a los de Kenia y Perú, según la base de datos 2023 del Fondo Monetario Internacional (FMI), que incluye 196 países, a los que agregamos a Cuba, que no figura por no pertenecer a ese organismo. El FMI toma en cuenta los presupuestos nacionales y provinciales, no los municipales, que son mucho menores a los primeros.

La clasificación global de las naciones que más gastan está encabezada por tres de Oceanía que curiosamente son del grupo de las únicas diez del planeta que carecen de banco central, como plantea Milei: Nauru (129% del PBI), Tuvalu (112%, que hizo buenos negocios vendiendo su dominio de Internet .tv) y Kiribati (111%). La Argentina tiene 37,2% entre la Nación y las provincias. Apenas por encima están Australia (38,4%), Bulgaria (38,2%), la pobrísima Eritrea (37,9%), Bosnia Herzegovina (37,7%) y Namibia (37,3%) y por debajo, Israel y Bielorrusia (ambos, con 36,8%), Moldavia y Rumania (36,7%, los dos) y Lituania (36,5%).

La mayoría de los países desarrollados gasta más que la Argentina, aunque en forma más eficiente, de ahí los beneficios para su población. Son los casos de Francia (58,4%), Italia (56,8%), Finlandia (54%), Bélgica (53,6%), Austria (52,3%), Alemania (49,7%), Dinamarca (49,1%), España (47,8%), Suecia (46,7%), Islandia (46%), Portugal (45,6%), Reino Unido (45,1%), Países Bajos (44,5%), Japón (44%), Luxemburgo (43,3%), Nueva Zelanda (43,1%), Canadá (41,4%), Noruega (38,5%), Estados Unidos (38,5%) y Australia. O sea, el mundo desarrollado gasta mucho, pero bien. La calidad es lo que le falta a la Argentina.

Sólo Cuba (58%) y Brasil (43,3%) superan a nuestro país en sus egresos públicos en Latinoamérica. México está en 30,2%; Colombia, en 34,2%; Chile, en 26,5%; Perú, en 23%; Venezuela, en 11,9%: Uruguay, en 29,4%; Paraguay, en 24,6% y Bolivia, en 36,3%.

Si se aplicara la motosierra, la Argentina bajaría su gasto al 23,2% del PBI, un nivel que no tiene desde finales de los 90 y principios de los 2000. ¿Qué países tienen un presupuesto de ese monto? Honduras, 24,4%; la pobrísima Malawi, 24,3%; Malasia, 24,2%; Santo Tomé y Príncipe, 23,7% y Kenia, 23,4% quedarían inmediatamente por arriba, mientras que Perú, Belize (22,8%), Aruba y Panamá (22,7%, ambos) y Antigua y Barbuda (22,4%) figurarían apenas por abajo. De estos diez países, sólo los últimos tres mencionados gozan de una renta per cápita mayor que la de la Argentina, pero dos de ellos son paraísos fiscales caribeños. Y únicamente dos países desarrollados, a los que debería aspirar a imitar la Argentina, tienen un gasto similar o menor al que aspira Milei: Irlanda (22,1%) y Singapur (15,4%). El resto son naciones pobres o de ingresos medios menores a los argentinos.

En su proyecto de presupuesto 2024, Massa propone bajar el déficit fiscal primario (antes del pago de deuda) del 1,9% del PBI que tiene como meta en 2023 al 0,9%. El ahorro de 0,8 puntos se basaría en un hipotético aumento de la recaudación tributaria por una mejor cosecha y una recuperación económica —ambas variables están en duda— y sólo 0,2 en recortes en subsidios energéticod, gastos de funcionamiento y giros a provincias. Es decir, con este plan, que hay que ver si se implementa en caso de ganar, la Argentina se mantendría en el puesto 59° del ranking mundial referido. Massa propone eliminar además exenciones tributarias para ahorrar otros 2 puntos del PBI y llegar a un superávit del 1%.

Algunos economistas alertan que con el incremento del gasto público para reforzar los ingresos de trabajadores y jubilados tras la devaluación de agosto y antes de las elecciones del domingo el déficit de 2023 rondará el 3%. Pero pese a esas subas de las erogaciones, Massa continúo silencioso con el ajuste que viene aplicando. El gasto primario se recortó en septiembre 3,2% interanual, con caídas en jubilaciones (-5,1%, porque los bonos no alcanzan a los haberes medios y altos), asignaciones familiares y universal por hijo (-34,7%), políticas alimentarias (-4,1%), subsidios energéticos (-50,5%, por suba de tarifas a los hogares de altos ingresos y por la reducción de importaciones por el gasoducto Néstor Kirchner), intereses de la deuda (-29,3%) y obras públicas nacionales (-3%), advirtió un reciente informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso.

A su vez, el referente económico de Bullrich, Carlos Melconian, propone una baja del gasto mayor que la ejecutada por Massa y menor a la motosierra de Milei: 6% del PBI. Para ello, podaría de varios lados: desde el gasto jubilatorio hasta los planes sociales y las subvenciones a la energía y el transporte público. “Lo nuestro es cirugía, es la antítesis de la motosierra, es surcir un 0,1% (del PBI) acá y un 0,2 allá”, explicó Melconian en el último coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA). “Lo del yate del Mediterráneo no es gasto publico, es coima. No hay un rubro presupuestario donde dice yate”, provocó la risa del público. “No existe el gasto de la política metido en eso, salvo que quieras cerrar el Congreso.”

Si se aplicara la receta de Bullrich y Melconian, el gasto descendería a 31,2% del PBI y la Argentina caería al puesto 94° en el mundo, es decir, a la mitad de tabla. ¿Qué países erogan a ese nivel? Surinam (31,5%), Albania y la paupérrima Burkina Faso (31,3%), Barbados y Argelia (31,2%), Marruecos (31%), Eswatini (30,9%), México, Sierra Leona (30,2%) y Liberia (29,8%), otras dos de las naciones con más penurias del planeta.

En el mismo coloquio de IDEA, el presidente de Invecq Consultora Económica, Esteban Domecq, expuso sobre gasto público y advirtió: “Gastamos mucho, pero gastamos mal”. Pese a que el público empresario pedía recortes, Domecq, asesor de IDEA, puso más énfasis en mejorar la calidad del gasto público que en podarlo. Y advirtió que las erogaciones de la política que menciona tanto Milei representa una porción ínfima del problema: en la Nación es el 0,9% del PBI; en las provincias, el 1,1% y en los municipios, el 0,8%, si se mide el promedio de 2016 a 2021. Domecq calculó que el gasto público total, incluidos tres puntos que aportan los presupuestos municipales, llega al 40,9%, de los cuales el de administración gubernamental (poderes Ejecutivo y Legislativo) representa el 2,8%.

La Justicia es el 1,2% del PBI; la defensa y la seguridad, el 2,8%; la educación, el 5,8%; la salud, el 6,4%; el agua y el alcantarillado, el 0,5%; la vivienda y el urbanismo, el 1%; la asistencia social, el 1,9%; la previsión social (jubilaciones, asignaciones), el 11%, con lo que es el principal rubro; el trabajo, el 1,4%; otros servicios urbanos, el 1%; el apoyo a la producción primaria, incluido el campo, el 0,4%; la energía y el combustible, que contempla las subvenciones y las obras como el gasoducto Kirchner, el 2%; la promoción de la industria, apenas el 0,2%; el transporte y la comunicación, que abarca subsidios y obras, el 2,2%, y otros servicios económicos, el 0,3%. Los intereses de la deuda, el 3,8%, con lo que es el cuarto ítem de mayor peso, tras la seguridad social, la salud y la educación. Si se compara el periodo analizado con el lapso 1991-1995, cuando gobernaba Carlos Menem, ídolo de Milei, las partidas que más aumentaron desde entonces fueron educación, 1,8 puntos del PBI; salud, en el mismo tamaño; las jubilaciones, pensiones y asignaciones, 2,8 puntos; la asistencia social, en 0,9; la energía, un punto, por las ayudas en las tarifas que repartió el kirchnerismo; el transporte, en 1,2, por el mismo motivo; y los intereses de la deuda, en 1,7 puntos, por lo que contrajeron sobre todo Menem y Mauricio Macri.

Domecq se basó en un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que advierte que el gasto “ineficiente” en la Argentina es el más alto de la región, según datos de 2015 y 2016. Llega aquí al 7,2% del PBI, por encima del 6,3% de Bolivia y el 4,8% de Colombia, y en contraste con el 1,8% de Chile, el 2,5% de Perú y el 3,7% de Uruguay. ¿En qué se malgastan esos 7 puntos de la economía? Según el BID, en remuneraciones a empleados (1,4% del PBI), en compras públicas (1,3%) y filtraciones de transferencias (4,5%), es decir, subsidios a quienes no los necesitan o por duplicado a las mismas personas. En programas sociales se pierde indebidamente 1,9 puntos del PBI; en subsidios a la energía, 2,3 puntos, porque se ayudaba hasta hace poco a la clase alta y se sigue subvencionando a la media; y en exenciones tributarias, lo que quiere acotar Massa, un 0,3.

AR/JJD

Etiquetas
stats