En el radar del terrorismo pero sin forma de defendernos
La escalada de la guerra en Medio Oriente dibujó esta semana un enorme signo de interrogación sobre la economía mundial y habría disparado otra devaluación brusca del peso si no fuera por el control de cambios que Javier Milei había prometido en campaña levantar y ahora recién estudia aflojar parcialmente hacia fin de año. Aunque el empresariado top sigue bancando la motosierra y celebra las ganancias que apilan acciones y bonos desde que asumió, la incertidumbre sobre el precio del dólar crece como una sombra sobre el horizonte inmediato de los negocios. El sobreactuado alineamiento oficial con el ala dura de Estados Unidos e Israel no ayuda a sosegar los ánimos.
Los patrones más lúcidos ya calculan cuánto podrían perder si el Presidente no abandona el acting del uniforme militar camuflado y los aviones F-16. Intuyen un peligroso in crescendo desde que la canciller Diana Mondino pidió a la OTAN que incorpore al país como “socio global”, un gesto que se sumó a la hipérbole de invitar al embajador israelí a la reunión del “comité de crisis” que convocó Milei tras interrumpir su gira por Estados Unidos y Europa apenas Irán atacó Israel en respuesta al bombardeo de su embajada en Damasco.
No es algo que se circunscriba al Ejecutivo. Ni siquiera al espacio libertario. El juez Ariel Lijo, candidato oficialista a la Corte Suprema a quien apoya subrepticiamente el peronismo, visitó el miércoles al mismo Eyal Sela en la sede de la legación israelí, donde conversaron sobre rehenes y baterías antiaéreas pero también sobre narcotráfico y crimen organizado, dos temas en los cuales suele interesarse la embajada estadounidense.
Milei va por más: viajará a mediados de junio a la cumbre del G-7 en Apulia, invitado especialmente por la premier Giorgia Meloni. Será otra photo-opportunity con los mandatarios de Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Japón y el Reino Unido. Ahí aspira a reeditar el furor que causó en febrero, cuando la ultraderecha romana se peleaba por una selfie con él con una fascinación parecida a la de los potentados que convocó en el Llao Llao esta semana. Aquel viaje le resultó especialmente provechoso a Sandra Pettovello, quien escuchó con atención los consejos de Eugenia Rocella ―la integrista católica y antiabortista que Meloni designó ministra de Familia y Natalidad― sobre cómo vaciar los programas estatales que garantizan el derecho al aborto o el acceso a la anticoncepción, en caso de no poder cerrarlos.
El Fondo Monetario, que terminó esta semana de enterrar en Washington las esperanzas de Luis Caputo de un nuevo préstamo de U$S15.000 millones para abrir el cepo cambiario, advirtió justo antes de la Asamblea de Primavera sobre el impacto económico que podría tener la escalada bélica en el norte. “Si bien el alcance de la fragmentación es todavía relativamente pequeño y no sabemos cuán duradera será, el desacople entre los bloques geopolíticos rivales durante la Guerra Fría sugiere que podría empeorar considerablemente si persisten las tensiones y se intensifican las políticas restrictivas del comercio”, escribieron Gita Gopinath y Pierre-Olivier Gourinchas en un informe que no menciona a la Argentina. “El comercio y la inversión mundiales ―explicaron― resistieron esta vez porque los flujos se desviaron a través de países conectores”, como India en el caso del petróleo ruso. ¿Conviene embanderarse, entonces? Según el FMI, “son los países no alineados los que podrían beneficiarse de una creciente fragmentación geoeconómica”.
Viva la libertad
Mientras la ideología reorienta las relaciones exteriores y aleja cada vez más a la Argentina del Mercosur y de China, el mundillo diplomático se cuece en su propio caldo de conspiraciones. El embajador Federico Barttfeld, jefe de Gabinete de Mondino, desató una verdadera razzia interna para alinear a díscolos y librepensadores. Su primera víctima fue Gustavo Martínez Pandiani, quien sonaba como canciller si ganaba Sergio Massa pero se aseguró la embajada en Suiza para el caso de que perdiera. Ese exilio dorado le duró apenas un par de meses: acaban de reasignarlo a Trinidad y Tobago.
Mondino dio otro paso esta semana al amordazar a todo el personal del Palacio San Martín. El miércoles, a través de la circular 10.158/24, les prohibió “conceder entrevistas, pronunciar conferencias o manifestarse en medios de prensa, incluso redes sociales”, salvo que cuenten con su autorización expresa, que gestiona Barttfeld. Todo un hito para el primer diplomático que manifestó su adhesión a las ideas de la libertad y que suele recordar horrorizado la censura del dictador Nicolae Ceaușescu que sufrió de niño en la Bucarest de los tempranos años 80.
El alfil de Mondino vivió ahí por ser hijo de Carlos Barttfeld, también diplomático, quien más tarde asumiría como embajador argentino en Yugoslavia. Lo fue entre 1991 y 1995, lapso durante el cual llegaron ilegalmente a Croacia miles de toneladas de armamento argentino producido por Fabricaciones Militares. En Cancillería todavía lo asocian a la logia P-2. Cuando murió, en 2009, el genocida Emilio Massera publicó un aviso en La Nación condoliéndose con sus deudos.
La casta propia
Con el país “ya en el radar del terrorismo”, como admitió el propio Milei, la seguridad presidencial promete convertirse en una prioridad oficial. Pero en medio del escándalo por la duplicación de las dietas de los senadores y con el antecedente del revuelo que generó antes el decreto por el cual aumentaba su propio sueldo y el de sus ministros, también puede convertirse en una excusa para explicar el súbito abandono de los ademanes de austeridad con los que hizo campaña desde diciembre.
Su decisión de viajar solo en aviones de línea, por ejemplo, no llegó a cumplir los cuatro meses. A Bariloche llegó en el Tango 11 y al Llao Llao lo trasladó un helicóptero, porque el camino hacia esa costa del Nahuel Huapi estaba interrumpido por protestas contra el ajuste. Privilegios a los que sus anfitriones están acostumbrados, como lo probaron los 20 aviones privados estacionados entre el miércoles y el viernes en el aeropuerto barilochense. ¿Devolverá ahora el Ministerio de Defensa las aeronaves que le transfirió Presidencia hace apenas semanas?
Los vecinos de Olivos desmienten que la obsesión antiterrorista de Milei sea una novedad. Las dos o tres veces por semana que sale, ordena cortar el tránsito por Avenida del Libertador entre Villate y Malaver. Del mismo modo, cada vez que llega a un lugar de visita, los operativos policiales antiexplosivos interrumpen toda su actividad horas antes.
Es el sueño de la casta propia, como dice Fernando Rosso. El mismo que alimentaron esta semana los ascensos de Eduardo Serenellini, Manuel Adorni y Karina Milei, todos con salarios de bolsillo en torno a los $4 millones y la decisión del directorio de YPF de incrementar el monto destinado a sus propios honorarios de $2,08 billones a $10,18 billones, como reveló Alejandro Rebossio en elDiarioAR. Una quintuplicación que excede cualquier previsión inflacionaria para 2024.
Engranados
Tanto Caputo como Milei insisten en que el dólar seguirá clavado para frenar los precios, aunque en Brasil haya subido más del 8% desde enero, casi sin inflación, y aunque la crisis de Medio Oriente amenace con profundizar esa brecha. El ministro de Economía fue especialmente enfático en Washington, en un encuentro a puertas cerradas con invitados del banco JP Morgan, para el que trabajó en los ‘90. “El mensaje más importante que quiero transmitirles es que no vamos a abandonar estas políticas, pase lo que pase. Este presidente nunca dará marcha atrás”, aseguró. Algunos bromearon con la tapa de los diarios de ese mismo día, que anunciaban que el Gobierno retrocedía con la desregulación de las cuotas de las prepagas.
En la Bolsa de Cereales, el jueves ante los directivos del Consejo Agroalimentario Argentino (CAA), Juan Pazo intentó mostrarse tan firme como su jefe. Los representantes de los productores de granos le advirtieron al virtual Nº2 de Caputo que la cosecha gruesa no se va a liquidar al ritmo que prevé Economía porque, entre la inflación en dólares registrada desde diciembre y el impuesto PAIS, no alcanzan a cubrir los costos de la próxima cosecha. Subrayaron que el tipo de cambio real actual es más bajo que todos los precios especiales que les ofreció Sergio Massa el año pasado. Es lo que lamentan quienes liquidan granos viejos que podrían haber vendido mejor cada vez que se abrió esa ventana.
Federico Furiase, un asesor clave que acompañó a Caputo durante los últimos años en la consultora Anker, trató de convencer a los ruralistas de que el camino para recuperar competitividad no va a ser la devaluación sino la baja de costos. “Sabemos que la paciencia social tiene su límite y la del mercado también. Pero vamos a ir por el camino de la desinflación y no nos vamos a mover”, machacó. Le respondieron con un reclamo: ni siquiera cumplieron con bajar los aranceles para importar agroquímicos, algo que anunció Caputo por Twitter y jamás se concretó. “Igual eso no es más del 3% del costo”, refunfuñó ante elDiarioAR uno de los presentes.
El ritmo diario de liquidación está en los mismos niveles de febrero, lejos del habitual para una cosecha buena como la de este año. Y ningún directivo planea inmolarse por el plan libertario. El jefe del CAA, Gustavo Idígoras, ya vivió una situación parecida con Caputo como ministro de Finanzas, en 2018, cuando le pidió que convenza a los productores de vender sus granos. “Vos quedate tranquilo que después de este pico de $23 el dólar va a bajar”, le dijo. “Necesito que liquiden 700 millones. Cuando baje a $18, la diferencia va a ser para esos productores”, agregó. A los dos meses valía $36.
AB/DTC
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