Amorim, enviado por Lula, viaja a Ucrania para remarcar la “neutralidad” de la diplomacia brasileña
El ex canciller Celso Amorim, actual asesor especial del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva para las relaciones internacionales, viajará en breve a Kiev para encontrarse con el ministro de Relaciones Exteriores Dmitró Kuleba y, muy probablemente, con el jefe de Estado Volodimir Zelensky. Aun cuando la fecha no está fijada será durante la semana entrante, tal como acaba de anunciar el ministro de la Secretaría General de la Presidencia brasileña, Márcio Macedo. El viaje tiene un objetivo: remarcar la “neutralidad” de la diplomacia brasileña en relación a las partes en conflicto en la guerra ruso-ucraniana.
La decisión fue tomada el viernes por Lula da Silva, luego de vivir durante la semana una seguidilla de cuestionamientos por presuntamente haber tomado partido por Rusia. Lo que motivó esa impresión, en los gobiernos europeos y en la prensa internacional, fue una frase pronunciada durante su declaración en Abu Dhabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos que visitó oficialmente después de China. Dijo, en aquel momento, que tanto Ucrania como Rusia “son igualmente responsables” por desatar el enfrentamiento bélico. Hoy se retractó al señalar que nunca igualó a Rusia y Ucrania en responsabilidad por la contienda.
Como señalaron los medios periodísticos de Brasil, la gira de Amorim “debe ayudar a Brasil a retomar la posición de neutralidad en relación a la guerra”. La notificación del ministro Macedo ocurrió en la embajada brasileña en Lisboa, al lado del jefe de la misión, el embajador Raimundo Carreiro. Fue allí donde ambos recibieron, en un gesto de solidaridad, a los representantes de la comunidad ucraniana refugiada en territorio portugués. La delegación ucraniana entrego una carta dirigida a Lula donde le solicitan que actúe para la paz y lo invitan a visitar el país.
El ministro Macedo les explicó a los ucranianos que hay “una fuerte vocación por la paz” del presidente. Y señaló que “los recibo con mucha honra en la embajada de mi país”. Indicó entonces que la estrategia brasileña apuesta “a juntar varios países no comprometidos con el conflicto”. Estos gestos, con todo, no fueron suficientes para conformar a políticos portugueses de centroderecha. El presidente Marcelo Rebelo de Souza fue enfático al señalar, en la declaración a la prensa en conjunto con el líder brasileño, que Portugal es miembro de la Unión Europea y de la OTAN y que, por consiguiente, su posición es absolutamente condenatoria de la ocupación rusa de territorios del este ucraniano.
En ese sentido, el viaje de Amorim tenderá a reducir la imagen de “parcialidad” que le adjudican al jefe de Estado brasileño, lo que le impediría presentarse como negociador sin ninguna clase de compromisos con los contendientes. Otra de las divergencias, remarcadas por Souza, fue el condicionamiento para iniciar las negociaciones de paz. Portugal, en línea con la Unión Europea, exige el inmediato retiro de las tropas rusas del territorio ucraniano. Es la postura, al parecer irreductible, del presidente ucraniano, según sus declaraciones de hoy. Brasil, en cambio, continúa con su proyecto de exigir el inmediato “cese de hostilidades” como paso para sentar a todos en la mesa de la pacificación.
Con todo, y para borrar dudas sobre lo que piensan el gobierno y la diplomacia brasileña, Lula aclaró que defiende al unísono con las Naciones Unidas “la integridad territorial”, como principio inviolable del derecho internacional. “Al mismo tiempo que mi gobierno condena la violación de la integridad territorial de Ucrania, defendemos una solución política negociada” sostuvo el jefe del Ejecutivo de Brasil.
EG
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