BALOTAJE 2023: CORREÍSMO O NEOLIBERALISMO
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Análisis
Ecuador decide si gira a la izquierda o sigue por la derecha
En una decisiva segunda vuelta electoral, 13 millones de ecuatorianas y ecuatorianos votan este domingo 15 de octubre quién será su próximo presidente. El balotaje tiene como protagonistas a la abogada, economista y militante Luisa González, de 45 años, candidata del Movimiento Revolución Ciudadana (RC), que lidera el expresidente Rafael Correa (2007-2017), y al empresario Daniel Noboa, de 35 años, candidato liberal centroderechista de la alianza Acción Democrática Nacional (ADN), integrada por los movimientos Pueblo, Igualdad y Democracia (PID), de Arturo Moreno, primo del ex mandatario Lenin Moreno, y Mover, la ex Alianza PAIS.
El candidato ganador completará el mandato 2021-2025 del presidente centroderechista Guillermo Lasso, quien recortó su mandato a la mitad cuando disolvió el Congreso, el 17 de mayo, por el mecanismo constitucional denominado “muerte cruzada”. Justo cuando la Asamblea unicameral se disponía a votar una moción de censura en su contra, en el marco de un juicio político, por presunta malversación de dinero público. El ex banquero Lasso adelantó las elecciones impotente ante la protesta social e indígena, las cárceles desbordadas y amotinadas, y el auge indetenible del homicidio y el sicariato criminal.
Estos son los primeros comicios extraordinarios en Ecuador desde 1940 y los primeros en el país en ser convocados bajo el mecanismo de 'muerte cruzada'. También, son las primeras elecciones que se realizan bajo estado de excepción. en la historia del país andino.
Debate presidencial
Los dos candidatos presidenciales, González favorita en la primera vuelta con el 33, 61 % de los votos y Noboa con 23,47 % de los sufragios, asistieron el 1 de octubre al previsto debate presidencial, que fue seguido por una ciudadanía que identifica como prioritarios la inseguridad, la violencia y la crisis económica más que las posturas ideológicas. Sin embargo, ambos aspirantes al Palacio de Carondelet, en esa oportunidad, no hicieron precisiones ni señalaron con qué recursos afrontarán la solución al tema que acapara la atención pública: cómo sacarán al país de 18 millones de habitantes, que solía ser un remanso de tranquilidad comparado con su vecina Colombia, de una imparable ola de violencia que alcanzó luctuosa resonancia con la muerte del candidato presidenciable Villavicencio, por Construye quien fue asesinado a manos de sicarios cuando salía de un acto proselitista en una escuela de la ciudad capital de Quito.
Nunca antes se había asesinado en Ecuador a un candidato presidencial durante la campaña, nunca antes había importado tan poco al crimen organizado si la democracia ecuatoriana se disponía a votar o si era cualquier otra fecha del año. Y, nunca antes se tuvo que asumir la grave situación sobre todo en la zona de la costa, donde el narcotráfico puede dar salida a su mercancía a través de los puertos, había llegado a Quito, el corazón del país.
Con todo, el debate presidencial arrojó una sorprendente mejora en la popularidad de González. Según los últimos datos de la encuestadora Comunicaliza, el empresario la superaba en más de 11 puntos en intención de voto; y el sondeo de Telcodata posterior al 1 de Octubre indica que Noboa tiene un 36,7% de respaldo, mientras que González le sigue de cerca con un 36,4 por ciento. Un notable 15% del electorado sigue indeciso.
Dos fuerzas políticas y tres opciones electorales
En el horizonte electoral del próximo domingo se definirá la fuerza y presencia de tres posiciones políticas. Una, a favor de González; otra, por Noboa; y la tercera, por el voto nulo.
El progresismo social que apoya a González, que de ganar será la primera mujer presidenta de Ecuador, en el que se integra el significativo sector del “correísmo”, está conformado por un difuso conglomerado de capas medias, pequeños y medianos empresarios, movimientos sociales y sectores populares, incluyendo trabajadores e indígenas, apartados de las decisiones de sus organizaciones clasistas y dirigentes.
Todas las derechas económicas y políticas se unificaron en torno a Noboa, bajo una consigna que se repite desde las elecciones presidenciales de 2009: “todos contra el correísmo”. Y el voto nulo, reivindicado por las izquierdas tradicionales. Unidas por su radical anticorreísmo, una posición persistente desde que rompieron con el gobierno de Correa, argumentan que las elecciones son una “trampa”, que hay que agruparse en torno a un “programa” y sostienen que mientras Noboa es el “representante directo de las oligarquías”, aGonzález es la “representante conservadora del populismo correísta”. Sin embargo, en cuatro décadas
no han podido crear la alternativa histórica que permita que se les reconozca como izquierdas “auténticas y verdaderas”, como suelen identificarse.
Dos candidatos, dos modelos de país
En una revisión a grandes rasgos de la historia del Ecuador republicano, los agroexportadores de cacao que dominaban la economía nacional, entre 1912-1925, aliados con banqueros y comerciantes, controlaron directamente el Estado. Fue la primera “época plutocrática”, en la cual no hubo gobiernos que afectaran sus intereses, ni regularan el mercado “libre”. Un paraíso de la empresa privada, el lugar donde se originaron las consignas oligárquicas, reproducidas hasta el presente y sintetizadas en la idea de que el mundo económico es el de la acumulación privada sin límites, junto con el dominio social. El auge del banano iniciado a mediados del siglo XX, impulsó un incipiente capitalismo ecuatoriano que se asentó en recursos estatales, la evasión tributaria y sobre-explotación a los trabajadores. Noboa, hijo del magnate bananero Álvaro Noboa, queda asociado a esta matriz oligárquica, manifiesta en la segunda época plutocrática que arrancó en 2017 y que ha consolidado un capitalismo agroexportador-comercial-bancario.
El candidato Noboa ha integrado a su discurso proselitista la temática de salarios y servicios públicos como educación y salud, bajo la consigna de un “progresismo neoliberal”. Con todo, su candidata vicepresidencial Verónica Abad, “libertaria” seguidora de las ideas del argentino Javier Milei, defiende la privatización estatal incluyendo educación, salud y seguridad social. Los planes de Noboa se centran en la creación de empleo y la seguridad pública. Respecto a esta última, ha propuesto el “Plan Fénix”, mediante el cual creará “una central de inteligencia que permita proveer información vital para prevenir delitos, responder a emergencias y garantizar la seguridad de los barrios”.
Sus propuestas incluyen una mayor inversión pública en los sectores de tecnología, energía renovable, turismo y agricultura. Respecto a la cuestión carcelaria, postula la rehabilitación, la mejora de las condiciones en las cárceles superpobladas de Ecuador, y el uso de celdas de prisión para aislar a los delincuentes más violentos. Anunció un plan de 830 millones de dólares para mejorar la seguridad, con cooperación internacional, y que durante sus primeros 100 días en el cargo, llamaría un referéndum sobre reformas de seguridad.
En su base la propuesta sostiene y se sostiene en el modelo de economía empresarial neoliberal-oligárquico que prometió restaurar un país “destruido” por el correísmo. Sin embargo, a igual a lo sucedido con gobernantes empresariales desde que en 1979 se inició en Ecuador la época democrático-constitucional más larga de su historia, la gestión de Lasso, ha provocado el mismo deterioro histórico que hubo durante la primera época plutocrática y aún peor, porque hoy el crimen organizado internacional ha penetrado en las esferas públicas y las privadas. Ecuador se encuentra estancado en cuanto al crecimiento económico, altamente endeudado, con un mercado laboral restringido, marcado por la migración y la dependencia de las remesas.
Un siglo atrás, la Revolución Juliana (1925-1931), introdujo, por primera vez, un activo papel regulador del Estado. La continuidad de este cambio, fue llevada a cabo durante la década regida por el gobierno del ex presidente Correa y sus políticas económicas. En 2020, un tribunal ecuatoriano lo sentenció a ocho años de cárcel en ausencia por corrupción: el ex presidente ha negado irregularidades. A pesar de la unidad de las derechas económicas y políticas para impedir su “retorno”, se mantiene como una fuerza poderosa hasta el presente desde su exilio en Bélgica.
La candidatura de González, impuesta por Correa y promocionada por RC, plantea la restauración de la vía hacia un modelo de economía social impulsada en el vértice opuesto del neoliberalismo. Ha despertado el apoyo y hasta las esperanzas del amplio sector del progresismo ecuatoriano, a pesar de que la “sombra” de Correa genera pasiones de todo tipo incluso al interior del mismo espacio.
González obtuvo la mayor participación de votos en la primera ronda, y en febrero, los candidatos de RC ganaron varias alcaldías incluidas las de Quito y Guayaquil. Su compañero de fórmula es Andrés Arauz, un ex ministro de Correa que llegó a la segunda vuelta de 2021 con el 47% de los votos y resultó perdedor frente a un Lasso ganador de la presidencia del país andino con el 52,49 por ciento.
Durante el debate del 1° de octubre, González declaró su proyecto de inversión de 2.5 mil millones de dólares de las reservas internacionales de Ecuador, que alcanzó los 6.3 mil millones a fines de septiembre, a la economía que propone “democratizar”, una “justicia económica con igualdad de oportunidades” por medio del fortalecimiento de mecanismos de protección de los consumidores, la democratización del acceso a los recursos financieros en la banca pública y la disminución de las tasas de interés.
También prometió destinar 500 millones de dólares en seguridad pública, aumentar la financiación del sistema público de salud y la de las universidades públicas. En materia de seguridad, restituir el Ministerio Coordinador de Seguridad y el Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y cultos, así como reestructurar los ministerios del Interior y de Gobierno, y hacer una depuración de las fuerzas de seguridad para el logro de “un nuevo modelo de seguridad ciudadana, basado en la prevención, la reducción de la violencia y la convivencia pacífica” que a la vez incluye mano dura contra la delincuencia con el fortalecimiento de los sistemas judiciales y penitenciarios.
González plantea respecto a las condiciones de los trabajadores mejoras tanto del salario y condiciones seguras hasta el respeto de los derechos laborales con especial énfasis en la situación de las mujeres que deben contar c0n lugares de trabajo libres de violencia y acoso, así como protección a la maternidad y reconocimiento del cuidado y la crianza. Y busca impulsar una legislación adecuada para reivindicar el derecho del primer empleo joven.
En relación a las cuestiones de género, busca intensificar la lucha contra la violencia doméstica y sexual; con este propósito plantea la creación de la Unidad de Mujeres Policías para “la prevención, seguimiento e investigación de feminicidios, trata de personas para explotación sexual y violencia contra la mujer”.
El electorado ante el balotaje, pelea voto a voto
El ex presidente Correa, quien mantiene sostenida campaña a favor de González puede atraer el apoyo de los votantes izquierdistas que se beneficiaron de las políticas sociales de la década correísta. En la primera ronda, aseguró amplias pistas sobre otros candidatos en las pobladas provincias costeras de Manabí y Guayas. González, reconocida izquierdista en la economía y que está en contra del aborto, ha expresado su apoyo a celebrar una Asamblea Constituyente, que los leales de RC pueden usar como una vía para facilitar el regreso de Correa.
Sin embargo, el cuadro para el balotaje del 15 de octubre es complejo para González. No es improbable que los votos del asesinado Villavicencio; los del empresario y ex francotirador de la Legión Extranjera, Jan Topic y los del ex vice de Lenin Moreno, Otto Sonnenholzner, vayan para Noboa en un escenario como el de la segunda vuelta de abril de 2021 donde el candidato de centro derecha Lasso ganó al candidato izquierdista Arauz.
Esta es la primera campaña presidencial de Noboa, hijo de la ex legisladora Anabella Azín, por el Partido de centro derecha Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) Anabella Azín y el magnate del banano Álvaro Novoa, postulante sin éxito por la presidencia cinco veces. Los opositores al correísmo emitirán su voto para Noboa así como los votantes que prefieren su enfoque más amigable para el mercado, y cuenta con apoyo entre las élites comerciales, particularmente en su ciudad natal de Guayaquil y otras áreas costeras. Como cara más joven en la política, puede atraer a nuevas generaciones de votantes que pueden percibirlo como un outsider político. Sin embargo, su experiencia limitada en el sector público, en comparación con la que posee González, puede ser un factor en contra. Y si su apellido fue de ayuda en la primera ronda, algunos votantes pueden asociarlo a la empresa de su padre acusada de sostener condiciones de trabajo inseguras y trabajo infantil a principios de la primera década del 2000.
Sobre el resultado del balotaje de este domingo, no hay pronóstico seguro. “Va a ser una elección peleada voto a voto”, anticipa el politólogo Efrén Guerrero, de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador. Si en el pasado los electores votaban impulsados por el miedo, en esta ocasión, el hartazgo define la decisión política. La inseguridad ha dejado una marca visible en las campañas electorales, reducidas y con pocos actos de masa, ante el temor a la violencia de las armas de fuego, y ha impuesto un uniforme de campaña forzado, vestido por hombres y mujeres, que defienden la vitalidad de sus candidaturas calzando en la sierra, la costa o la selva gruesos chalecos antibalas, y colocándose siempre en el centro de equipos de guardaepaldas bien armados hasta los dientes.
AGB
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