Lula viajará a Beijing para fortalecer lazos comerciales con China
Apenas habían transcurrido 40 días de gobierno cuando el presidente Luiz Inácio Lula da Silva viajó a Washington para encontrarse con su colega norteamericano Joe Biden. Ahora, 40 días más tarde de aquella visita, el brasileño estará en China para una cena con Xi Jinping, el domingo 26. El embarque del mandatario rumbo a Beijing está previsto para este viernes.
Hay una diferencia significativa entre ambas giras. La primera no contó con ningún acuerdo económico firmado entre ambos gobernantes, más allá de la declaración conjunta. A esta invitación, en cambio, Lula lleva 180 empresarios, líderes de firmas agropecuarias, agroindustriales, industriales y financieras (el conjunto representa a 140 sectores de la economía). Lleva, además, una corte de 22 parlamentarios y varios de sus ministros. Las fuentes diplomáticas de Brasilia aseguran que hay 30 proyectos actualmente en curso entre ambos países, incluidos temas ambientales y la construcción de un satélite chino-brasileño.
Aunque programada con antelación, inclusive antes de asumir la presidencia, el periplo de Lula y su séquito por las tierras de la potencia asiática creó un ambiente de disconformidad en Estados Unidos. Por un lado, el brasileño mostró en la Casa Blanca su adhesión ideológica a los principios de democracia, los derechos humanos y ambientales. También condenó, en aquel momento, la guerra de Rusia con Ucrania.
En el punto opuesto, con China, que es su primer socio comercial, tiene muy fuertes lazos económicos. Las exportaciones confirman el papel clave de los chinos para el agro brasileño: entre 2012 y 2022, el total de ventas brasileñas al gigante mercado asiático totalizó 302.000 millones de dólares. La década anterior (2001-2011) había sumado 45.000 millones de la divisa norteamericana.
Se estima que la tournée de Lula por China estrechará aún más los lazos que une ambas naciones, que son socias en los BRICS. Volverán a recuperar relaciones dinámicas después del período de desgaste que sufrieron durante el gobierno de Jair Bolsonaro. Para Brasil, que sufre en estos momentos por una restricción crediticia provocada por el Banco Central (por cuenta de una tasa básica de interés elevadísima de 13,75%), hay una esperanza de acceder a proyectos financiados por los chinos en el área industrial. Entre las industrias brasileñas que acompañarán al jefe de Estado brasileño se encuentran la fabricante de aviones Embraer y la siderúrgica Vale.
Según fuentes de Itamaraty, hay acuerdos que tienen serias chances de ser firmados. Uno de ellos es la compra por parte de una empresa privada china de la planta que tenía la norteamericana Ford en Bahía (y que fue abandonada para instalarse parte de ella en Argentina). En las instalaciones bahianas vacías, los chinos irá a fabricar el auto eléctrico BYD. “Es todo un símbolo, porque sale una conocida automotriz estadounidense y entra una planta china”, señalaron especialistas.
La Comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano organizó un debate sobre el “Futuro de las relaciones entre EE.UU y Brasil”. Durante las discusiones, con autoridades del gobierno de Biden, una senadora demócrata reconoció que Brasil “es uno de los países que no adhirió a la Ruta de la Seda”, como sí lo hizo Argentina. Otro describió a Lula como “un antiguo amigo” de los chinos y señaló que “habrá mucha cooperación entre ambos países en tecnología, aviación civil, nuevas energías y aplicaciones de internet”. El republicano Pete Ricketts se interrogó si la Casa Blanca estaba “haciendo lo suficiente para desalentar a países como Brasil a buscar inversiones y comercio chinos”. Y la respuesta de la demócrata Jeanne Shaheen fue que “esta sería una oportunidad para que Estados Unidos se destaque”. Otro parlamentario sostuvo que “Brasil tiene hoy una cantidad increíble de asociaciones con China. ¿Cuál es nuestra estrategia para minimizar esa influencia asiática en nuestro Hemisferio? ¿Qué estamos haciendo para contraponernos a los chinos?”
EG
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