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ENTREVISTA

Paulo Abrão, exsecretario de Justicia de Brasil: “Existe riesgo de que Bolsonaro no reconozca los resultados”

Paulo Abrão, exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el 31 de enero de 2020 en Santiago de Chile

Ayelén Oliva

30 de octubre de 2022 00:18 h

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“Poner en duda la credibilidad del resultado es una estrategia de Bolsonaro para permanecer en el tiempo, aun después de una eventual derrota”, dice el especialista en Derechos Humanos, Paulo Abrão, secretario de Justicia de Brasil en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff y secretario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hasta 2020. Por el contrario, si Bolsonaro gana la segunda vuelta, “la tradición demócrata de Lula, y de todo el campo político que está en su alrededor, sabrá reconocer el resultado y enviará un mensaje de estabilidad”, dice Abrão.

¿Cree que Bolsonaro puede llegar a desconocer el resultado?

Existe riesgo de que Bolsonaro no reconozca los resultados. Hay altas probabilidad de que pueda pasar. Si no pasa, sería absolutamente sorprendente. La posición que Bolsonaro ha adoptado, por medio de las denuncias que cuestionan la legitimidad y transparencia del proceso electoral, puede ser un indicio de que Bolsonaro está implementando en Brasil el “plan Trump”. En primer lugar, una campaña de intento de desprestigio del sistema electoral y del sistema de votación, seguido de una campaña de desinformación y noticias falsas para agitar a que los grupos extremistas estén armados y dispuestos a atentar en contra las propias instituciones.

¿Con qué objetivo Bolsonaro busca instalar la idea del fraude?

El objetivo final es, por un lado, intentar promover algún tipo de disturbio social que le permita permanecer en el poder y, como segunda estrategia, tener el recurso retórico sobre una supuesta falta de transparencia para alimentar su base electoral, proyectándose a las elecciones locales en dos años y a las elecciones nacionales en cuatro años. Poner en duda la credibilidad del resultado es una estrategia de Bolsonaro para permanecer en el tiempo, aun después de una eventual derrota

En el caso de que Lula gane el domingo, ¿cuál será el principal desafío como presidente?

Lula podría llegar a gobernar en un país donde la agenda de derechos humanos viene de vivir el mayor retroceso de su historia. Un país donde la agenda ambiental, el desmantelamiento de la Amazonía y la desprotección de las tierras indígenas atraviesan una situación crítica y tendrá que enfrentarse a los grupos ilegales que están instalados en estas regiones. Lula tendrá también un Legislativo conservador, en el cual tendrá que mostrar toda su habilidad para construir una base de sustentación gubernamental muy amplia. Eso significa que este tercer mandato de Lula no será un gobierno del PT y si no un gobierno de un frente demasiado amplio. No será una tarea muy fácil, pero entiendo que las dos palabras claves para comprender un eventual nuevo gobierno Lula son: reconstrucción y diálogo. Reconstrucción de una institucionalidad pertinente y diálogo posibilitar la reconstrucción que incorporo a amplios sectores sociales, para que nunca más la democracia brasileña esté bajo bajo riesgo.

¿Qué escenario se abre para Brasil en el caso de que Bolsonaro sea reelecto?

Si Bolsonaro gana el domingo, tiene que saber que la tradición de demócrata de Lula, y de todo el campo político que está en su alrededor, sabrá reconocer el resultado y enviará un mensaje de estabilidad. Pero al mismo tiempo llamará a la comunidad internacional y a la propia sociedad civil brasileña, a mantenerse movilizada, en posición de resistencia, en contra de los retrocesos para evitar que Brasil pueda alinearse a los gobiernos de la extrema derecha global.

¿Qué lugar ocupa en este momento Brasil en el mundo?

Brasil ha estado ausente del escenario internacional en los últimos cuatro años. La imagen del país nunca ha estado tan despreciada como ahora y eso es debido a los discursos de Bolsonaro en cuanto a las propias posiciones que el país ha tenido en el ámbito internacional. Entonces, creo que de ser reelecto Bolsonaro, tendríamos que avanzar con una combinación de solidaridad internacional y articulación interna entre la política y la sociedad civil para evitar que Bolsonaro pueda implementar una agenda autocrática completa. Nosotros, como sociedad civil, vamos a tener mucho trabajo para que, en el caso que renueve Bolsonaro, los siguientes cuatro años no signifiquen aún más retrocesos para nuestro país.

Movimientos regionales en el BID y la OEA

Paulo Abrão, exsecretario de la CIDH hasta 2020, conoce bien a Luis Almagro. Fue el secretario general de la OEA quien decidió terminar con su continuidad al frente del organismo, bajo el argumentado de que no podía renovar el contrato de una persona con supuestas denuncias de abuso laboral. En ese momento, la comisión de derechos humanos desmintió las acusaciones de Almagro y denunció un “grave embate” contra la autonomía e independencia de la institución por parte del secretario general de la OEA.

En este momento, Luis Almagro está siendo investigado por haber mantenido una relación personal con una mujer de su equipo de trabajo. En un juego de espejos con los motivos que llevaron a la expulsión de Mauricio Claver-Carone del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Almagro podría ser destituido de su cargo.

Hace una semana, el Tribunal Administrativo de la OEA reconoció el derecho de Luis Almagro a no renovarle su contrato. ¿Cómo está su relación con el organismo?

Lo que plantee antes de irme era la ilegalidad de la decisión del secretario general de terminar mi contrato por las razones que él decidió hacer públicas en sus comunicados de prensa. El tribunal lo que determinó la semana pasada es que mi contrato terminó porque así lo indicaba la fecha y no por otro motivo. Eso significa que la sentencia reconoce el argumento de que mi salida fue por un simple vencimiento del plazo, como defendí. Entonces, contrariamente a lo que podía parecer en un principio, la determinación del Tribunal es a mi favor. Para mí es una victoria significativa.

Entonces, ¿por qué cree que Almagro basó su argumento en las denuncias del maltrato laboral?

A mí no me cabe especular las razones. Simplemente mantengo mi espíritu tranquilo de haber podido cumplir con mis tareas, con la conciencia tranquila de haber promovido una gestión equitativa, que ha mirado a todos los Estados con los mismos estándares, que ha buscado equilibrar la la posición institucional de la CIDH sobre los distintos derechos, con equilibrio regional. Creo que valió la pena. Estos cuatro años significaron un fortalecimiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

¿En qué estado están esas denuncias?

Hasta hoy, no tengo conocimiento de ninguna denuncia formal en mi contra. Tampoco he sido notificado de ninguna conclusión respecto a ninguna investigación.

¿Cuándo fue la última vez que hablaron con Luis Almagro?

Durante la pandemia hablamos varias veces. No sé si fue en enero de 2020.

¿Almagro le expreso de manera directa, en algún momento, la voluntad de no darle el respaldo para un nuevo mandato?

No, nunca habló ni conmigo ni ningún otro representante de la Comisión sobre la posibilidad de hacerlo.

¿Piensa que la resolución de la CIDH, denunciando “masacres” de civiles por parte del gobierno de Jeanine Áñez, puede tener que ver con esa decisión?

La Comisión denunció graves violaciones a los derechos humanos en Bolivia durante el gobierno de Añez que derivaron en masacres contra a su gente. El propio gobierno de facto, en su momento, intentó descalificar la labor de la Comisión Interamericana, adoptando una posición negacionistas de esos hechos. Bolivia alegó que las masacres no habrían pasado, que los hallazgos de la Comisión no confirmaban los hechos, que era un informe sesgado. Por lo tanto, empezó una campaña de intento de descalificación del trabajo técnico de la Comisión Interamericana. Todo eso en vísperas de la reelección del secretario general de la OEA, claro.

¿Cómo analiza la investigación en contra Luis Almagro por haber violado un reglamento interno?

Prefiero no comentar ese tema porque no me no me corresponde.

El motivo de la denuncia es similar al que enfrento Mauricio Claver-Carone, que terminó con su cargo en el BID. ¿Qué piensa sobre el tema?

Existe dentro de las Américas la expectativa de que las dos principales organizaciones del sistema interamericano tengan estándares de funcionamiento rigurosos y mecanismos de investigación independiente. De manera que, desde el punto de vista de un observador externo, la expectativa ahora con la OEA es saber si va a seguir los mismos altos estándares que demostró implementar el BID.

¿Por qué cree que pasa ahora? ¿Incide el cambio de posición de la administración de Biden?

Bueno, es difícil opinar sobre aspectos que que muchas veces tienen origen en intereses que no están al alcance del conocimiento público. Yo no creo que el interés político pueda terminar por afectar a las más altas autoridades de estos organismos. Si violaron o no sus normas internas es una cuestión objetiva. Me parece que el tema de fondo tiene más que ver con una crisis de credibilidad que que estos organismos regionales viven hoy como consecuencia de la promoción de una agenda que ha desprestigiado los espacios multilaterales como lugar de construcción de consensos. Yo creo que aquí hay una una politización, que quizás parte de la concepción del propio sistema interamericano, pero que al mismo tiempo el problema lo tiene que procesar la OEA.

¿Cuál es el rol que la OEA puede cumplir para promover esa integración regional?

La OEA es hoy un espacio fracturado. La tarea importante para el próximo ciclo, incluso a partir de estos cambios gubernamentales de región, pasará por decidir cómo reconstruir ese lugar, cómo reconstruir ese espacio de manera que no pueda haber una instrumentalización coyuntural del organismo para intereses de ciertas agendas políticas.

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